Paco de Lucía: «A ver si este premio Príncipe de Asturias llena la nevera de los flamencos, que ya es hora»
El guitarrista dedica su premio de las Artes a Camarón: «Lo comparto con él; un 65 por ciento es para él y el 35 por ciento restante es para mí»
«¿Se puede fumar?», pregunta el genio antes de sentarse. «Por supuesto que sí, está usted en su casa, maestro». El guitarrista saca un cigarrillo, lo enciende y se confiesa:
El Premio: «Estoy muy orgulloso de estar aquí y recibir este premio Príncipe de Asturias ... de las Artes, que es maravilloso para mí, para la música, mi pueblo y mi gente. Yo busco música, emoción, algo nuevo que decir; huir de los lugares comunes. Desde niño tengo mucha facilidad para eso y busco emocionar. No es un premio cualquiera. Aquí se ha reconocido a gente que trata de buscar soluciones para la Humanidad y que yo valoro mucho. Me siento orgulloso como artista. También supone un reconocimiento a los indecisos, ésos que no sabían si el flamenco es una música a valorar o no. Hay gente que relaciona esta música con el mal vivir de los gitanos y este premio va a liberarnos de ese prejuicio. ¡Y a ver si también llena la nevera de los flamencos, que ya es hora!».
Algeciras, su cuna: «Me siento orgulloso por mi tierra, con la que comparto este premio y con el flamenco, que es el que hay en mí desde mi niñez. Algeciras es mi vida y la niñez es el estado más puro que tiene el artista. Todo mi sentimiento está allí».
Camarón de la Isla: «La primera vez que lo ví, flipé. No me podía creer lo que estaba oyendo. Me volví loco, como el día que fuimos a la casa de los Parrilla a desayunar después de estar toda la noche por ahí y se puso a cantar. Soy un cantaor frustado, pero Camarón es mi héroe, uno de los grandes artistas que ha dado la música. Me ha hecho sentir lo que muy pocos artistas por su música, control, facilidad innata. Camarón me hacía perder el equilibrio. Este premio lo comparto al 65 por ciento con Camarón y el 35 por ciento restante es para mí. Camarón era una fuente de inspiración. Lo echo de menos. Nunca más hice un disco con un cantaor desde que se fue, aunque ahora grabo con La Tana. Cuando tenga tiempo haré un disco con mi guitarra y las grabaciones que no se han editado de Camarón, un tipo intransferible y único».
¿Se acabaron las giras?: «Durante toda mi vida me he dejado la piel en los aviones, en los trenes, en los escenarios, tocando y viajando cada día. Yo no puede dejar de tocar la guitarra, pero tampoco puedo hacer giras como las de antes. Si sigo teniendo salud, ganas y algo nuevo que decir, si puedo provocar la sorpresa, creo que tengo la obligación de seguir».
El maltrato al flamenco: «Conozco a infinidad de músicos con un nivel impresionante, pero que no tienen trabajo. Vas a sus casas, abres el frigorífico y ves que apenas le queda una cerveza: ¡a eso me refería cuando hablo del maltrato al flamenco! En España hemos sentido vergüenza con el flamenco, por su vinculación con Andalucía, con la pobreza, con la falta de medios y con los gitanos. Y de pronto los organismos oficiales escolásticos están valorando una música que nunca fue a la escuela y que viene de la emoción».
Inmigración: «Me da mucha tristeza ver a esas pobres personas que llegan con sus niños muertos de hambre; bueno, ¡el que llega! Muchos españoles no quieren hacer el trabajo que busca esta gente. Europa es grande y tiene mucho dinero. Si no les dejamos, cuando se rebelen nos van a cortar el pescuezo a todos, porque son muchos y vienen con mucha hambre».
Yo y mis guitarras: «Tengo unas cuarenta guitarras, pero toco con la misma y con las mismas botas, pantalones, aunque me riña mi mujer porque estén rotos. No es que sea la mejor guitarra, pero estoy acostumbrado a pelear con ella y sé cómo va a funcionar».
Expectativas: «No tengo más expectativas en mi vida que llegar a los profesionales de la música. Con eso me siento satisfecho. Empecé a tocar fuera de España antes que aquí: en EE.UU. con el ballet de José Greco, para bailaores y bailaoras. En la segunda gira por EE. UU. fui solo, sin manager, buscándome la vida en los teatros y hoteles. Aquello me sirvió mucho como hombre y músico. Primero se llenaba una fila, después dos y luego se llenaban los teatros. Y así ha sido siempre. No le debo nada a ninguna casa de discos ni a ningún medio de marketing».
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