Ibáñez hace campaña por Mortadelo y Filemón

«Ahora que se está hablando todo el día de las elecciones en todos los medios, si yo no tocara el tema la gente pensaría ¿dónde está el autor? ¿de vacaciones en Nairobi», bromea el dibujante barcelonés, quien, siguiendo la estela de «El tesorero», vuelve a acercar a Mortadelo y Filemón a la política en «¡Elecciones!» (Ediciones B), el título que hace 201 en la imparable carrera de estos magos del humor. Eso sí: pese a lo candente y jugoso del tema, Ibáñez sigue en sus trece y solo busca «hacer reír» y colocar un decorado en el que sus célebres personajes puedan hacer de las suyas, con sus «ingenios y sus carreras».

«Mortadelo y Filemón no son críticos políticos. Para eso ya están los chisteros de los periódicos, con los que a mí se me cae la baba. Pero ni yo me meto en su trabajo ni ellos en el mío», sentencia el autor sobre un nuevo volumen que sale este jueves a la venta con una tirada récord de 95.000 ejemplares en castellano y 5.000 en catalán.

Con todo, y como era de esperar, Ibáñez no ha podido resistirse a la tentación de rodear a los agentes de la TIA de un reparto de políticos reales que, como ocurre con Mariano Rajoy, Albert Rivera, Artur Mas, Oriol Junqueras o Pablo Iglesias, aparecen «fugazmente» en las viñetas, casi siempre a palos los unos con los otros. «Salen porque son personajes de actualidad, pero no pasan de simples comparsas de Mortadelo y Filemón», advierte el dibujante, quien reconoce que a veces «los políticos le joraban un poco». «Te matas dibujándolos para que hagan reír y al final los que hacen reír son ellos», bromea.

Por si acaso, el también creador de Rompetechos y el Botones Sacarino intenta ser igual de ecuánime y que todos reciban los mismos «garrotazos» que Mortadelo y Filemón. «Si destacara a los de la derecha, los de las izquierda fruncirían el ceño, y viceversa», aclara antes de recordar que lo que él busca no es más que la gente se pueda ir a la cama con una sonrisa «después de un día loco».

El caso es que, hilando fino, en «Elecciones» podemos ver (o por lo menos intuir) a SorayaSaéz de Santamaría ajustando unos guantes de boxeo a MarianoRajoy;a Pedro Sánchez repartiendo forraje para «ganarse el voto de la gente del campo»;a Pablo Iglesias reclamando «un quirófano por habitante»;a Rita Barberà proclamando que «el partit de “la caloreta” copará escaños»; e incluso a José María Aznar haciendo campaña por el P.E.D.O (Podemos Erigir Derecha Omnipotente). Un plantel completo de políticos que, insiste Ibáñez, son meros comparsas de Mortadelo y Filemón. «Salen porque están de actualidad», destaca. Nada que ver, en cualquier caso, con aquellos tiempos de censura en los que, asegura, era impensable que un político asomase la cabeza por una de sus historietas. «Hubiese acabado en el Valle con el pico en la mano», apunta.

Tampoco faltan guiños a la situación política de Cataluña con la presencia en una viñeta-reyerta de Artur Mas y Oriol Junqueras, aunque, preguntado sobre una hipotética misión de Mortadelo yFilemón en una Cataluña independiente, Ibáñez prefiere fintar el asunto con elegancia. «Se podría hacer un álbum sobre ello y valdría la pena, pero prefiero tocar cosas de interés más general. Si haces cosas más de aquí puede que luego en Europa no se entienda», apunta el autor, recordando cuando dibujaba paletos con boina y en «Alemania no lo entendían».

A la espera de dar salida a una nueva historieta dedicada a unos «Sueldecitos más bien bajitos» que tuvo que dejar aparcada ante la inminencia de las elecciones pero que, lamenta, seguirá estando de actualidad ya vea la luz dentro de un mes o dentro de un año, Ibáñez considera que las aventuras de Mortadelo y Filemón darían para una versión alternativa de la historia de España. «Igual se podrían dejar esos libracos que no hay quien los aguante», asegura. Y, ya puestos, el propio autor añade que, bien pensado, también se podría elaborar «otra gramática española a partir de cómo hablan Mortadelo y Filemón».

Sobre el futuro, Ibáñez asegura tener cuerda para rato y, pese a que la mano le funciona ahora «como un mercancías viejo», sigue teniendo ideas y poniendo en práctica el mismo método que hace medio siglo: «folio en blanco, guión y me pongo a interpretar». Llegado el momento, eso sí, no le disgustaría que otra persona se ocupase de seguir dando vida a sus creaciones. «Siempre he pensado que el personaje no tiene que desaparecer conmigo. Puede continuar perfectamente porque hay dibujantes muy buenos. Y yo sería feliz de que continuara. ¡Ya lo creo!», sentencia.