Eugenio Trías: «No creo en fuerzas colectivas que ignoran la singularidad de la persona»
La obra de Eugenio Trías, que comienza un nuevo ciclo periodístico a partir de ahora en exclusiva para los lectores de ABC, es unitaria y enciclopédica: en ella da cultivo y culto a la ética, la
La obra de Eugenio Trías, que comienza un nuevo ciclo periodístico a partir de ahora en exclusiva para los lectores de ABC, es unitaria y enciclopédica: en ella da cultivo y culto a la ética, la reflexión cívico-política, la estética, la filosofía de la ... religión, la reflexión histórico-filosófica, la ontología, el cine... El pensador ilumina así formas de vida compatibles con la vida siempre marcada por la cita diaria de un periódico. Para Trías, autor de ensayos imprescindibles -desde su tesis de licenciatura «Alma y Bien según Platón» (1964) hasta «El canto de las sirenas», (2008)- siempre ha sido muy estimulante la colaboración en el periódico y la integración con los profesionales del mundo del Periodismo: «Es inconcebible una auténtica sociedad moderna sin una presencia controvertida, y por tanto en litigio, en tensión, en discusión, en debate de distintos medios de comunicación -observa-. Es bueno que los medios influyan, modifiquen y en ocasiones, incluso, tengan poder suficiente para provocar quiebras en el juego de la política, y en la creación de instituciones y formas sociales, y supervisión».
-¿Se incorpora a ABC un «exorcista ilustrado», como se definió?
-Fue una manera de denominar un tipo de actitud que he procurado siempre en relación a muchos asuntos. Lo que he intentado es mostrar cómo no hay incompatibilidad necesaria entre la razón y la pasión, el ámbito de la estética, la espiritualidad, la mística, una cierta forma nueva de acercarse al mundo de lo religioso, o el reducto de las emociones.
-¿Vivimos asediados por las obscenidades del «casino global» y el «santuario local», como usted identificó magistralmente; o sea, nacionalismos-fundamentalismos, y globalización sin control?
-Como buenos exorcistas, desde los mejores políticos hasta los intelectuales o artistas, estamos intentando un poco que estos demonios no acaben con nosotros. La labor del exorcista ilustrado es colocarlos en su lugar, y amansarlos o convertirlos: de seres ponzoñosos a figuras próximas, y hasta domésticas. Es bueno que amemos lo propio, pero no hasta esos extremos. Es necesario abrirnos a lo universal, sin ingenuidad.
-¿Cómo se entiende desde el pensamiento la libertad?
-La condición característica del hombre le permite no ser únicamente esclavo de la necesidad. Lo propio del ser humano es ser libre. Y libertad yo siempre la he entendido así como una forma de responsabilidad, como dar respuesta propia, específica, reflexionada a retos en los que uno se sume.
-¿El individualismo es cínico?
-Es necesario defender los derechos del individuo. Creo en lo personal, en la persona, que etimológicamente quiere decir máscara, a través de la cual resuena nuestra voz. A veces se piensa que lo colectivo prevalece sobre lo estrictamente personal, y esto es lo que genera revueltas legítimas de orden individualista. En lo personal e individual está nuestra fuerza. Creo muy poco en fuerzas colectivas que no atienden, e ignoran, esta singularidad del individuo y de la persona. Distingo entre un colectivismo que anula lo individual, siempre susceptible de crítica, y un falso individualismo surgido por las formas como se nos presenta la sociedad, sobre todo en el campo de la economía, consumo. El concepto de persona es fundamental, como he resaltado en «Ética y condición humana».
«He procurado ser yo mismo»
-¿Y la posmodernidad?
-Se pasa ella misma, como el humo. Creo que pertenecemos a las grandes tradiciones de la modernidad, pero yo he acuñado el concepto alternativo al de posmodernidad: una «modernidad en crisis». El reto de la modernidad no está cumplido, y menos en sociedades y culturas como la nuestra que tienen precariedades en muchos ámbitos en el terreno de la modernidad. Algunos de los rasgos de lo que se entendía por modernidad, y que el posmodernismo pone en crisis, tienen que ser cuestionados. No se pueden aceptar sin más muchas de las formas de pensamiento. Está claro que hay formas como el marxismo clásico, o los paradigmas de razón analítica, las filosofías que prevalecían en los años 60 y 70 que han necesitado un muy importante correctivo porque el mundo va por otros rumbos.
-¿Pensar tiene ideología?
-El pensamiento, cuando es genuino, intenta corregir los desmanes de la ideología. Y las ideologías son formas, como decía Marx, de falsa conciencia que tratan de definir realidades sociales o políticas, pero de una manera que enmascara la verdadera realidad. El pensamiento, en esencia, es pensamiento crítico. El mejor pensamiento sigue la tradición del pensamiento crítico.
-¿Y hoy se ejerce ese pensamiento crítico?
-Lo que creo es que cada vez se hace más matizado; es menos global en el sentido de que es menos un pensamiento crítico de enmienda a la totalidad. En el pensamiento marxista, realmente, se ha mostrado su extraordinaria inoperancia respecto a la realidad, sin quitar en esto valor, que lo tiene, al pensamiento de Carlos Marx. Es un clásico, como es clásico también Freud, y no por esto hay que ser un seguidor ciego de la doctrina freudiana. Los clásicos hay que entenderlos siempre con una perspectiva libre, no para seguirlos al pie de la letra. Lo peor en el mundo del pensamiento es ser freudiano, marxista, nietzscheano, heideggeriano... Es un error. He procurado ser yo mismo en la medida de mis posibilidades. Marx decía de sí mismo: «Yo no soy marxista». Yo tampoco soy triasiano. He querido seguir la línea de pensamiento que mi argumento filosófico traza. Creo que la he seguido si se recorren mis libros y se ve, paso a paso, cómo se van complementando unos con otros, pero evitando a toda costa crear un canon, un dogma. Constantemente estoy intentando revisarme a sí mismo.
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