Descubre los cientos de maneras que hubo en España para decir «guisante», «mariquita» o «voltereta»
El «Atlas Lingüístico de la Península Ibérica» es un inmenso archivo histórico del vocabulario pero también de la morfología y la sintaxis, y de la cultura material (la etnografía) registrado en la primera mitad del s. XX
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Iniciar sesión¿Sabías que en nuestra península existieron cientos de maneras de nombrar a los guisantes ? ¿Y a las mariquitas? ¿Y a dar volteretas? Recuerda un poco este aluvión a la clásica expresión de faltar a clase, que tantas versiones conoció. Que si pellas, ... novillos, gambas, pirolas, campanas...
Y es que el pasado fin de semana, ABC publicó un reportaje acerca los libros, series y exposiciones que recuperan el lenguaje arraigado en la vida rural . En él, se mencionaba el «Atlas Lingüístico de la Península Ibérica» (ALPI), cuyos materiales inéditos coordina desde el CSIC la entrevistada para el artículo Pilar García Mouton. En sus palabras, el ALPI «es un inmenso archivo histórico del vocabulario (el léxico), pero también de la morfología y la sintaxis, y de la cultura material (la etnografía) de las variedades vivas en la primera mitad del siglo XX».
¿Y qué joyas lingüisticas encontramos en él? Vayamos a las distintas denominaciones recabadas para ese insecto coleóptero conocido popularmente como «mariquita». En Abegondo, en La Coruña, se le llamó «Costureira» . En varios pueblos de Lugo, se le conoce como «Rei» . En Carrascosa del Campo, en Cuenca, se la llamó «Gallinita ciega» y en Farasdués, en Zaragoza, fue conocida como «Vaquica de Dios» . Y recordemos que es un archivo peninsular, en Vilar Formoso, pueblo portugués lindante con Salamanca, se la llamaba «Bichinho» .
Dar volteretas, por ejemplo, se decía «dar voltetas», en Tiñosa (Murcia), pero se te ibas a Goñi, en Navarra, la denominación era «Chilimpurdiar» . También en Navarra, en Orísoain, se decía «Dar vuelta campana» y en Frigiliana (Málaga) «Dar la trecha» . Pero hay cientos de localismos registrados.
Para la palabra «cuna», hay bastante homogeneidad para referirse a ella, sin embargo encontramos algún término singular. Por ejemplo, en Puebla de de Don Rodrigo (Ciudad Real) que las llamaban «Paneras» . En Pedrajas de San Esteban, en Valladolid, se las dijo «Bricio» . Y en Espinama (Cantabria), «Escanillu» .
El «Atlas Lingüístico de la Península Ibérica»
Al respecto de este «Atlas Lingüístico de la Península Ibérica», recordemos que fue concebido en los primeros años del s.XX por Ramón Menéndez Pidal, en el marco de la Geografía Lingüística europea del momento impulsada en aquel inicio de siglo por la publicación del «Atlas Linguistique de la France», de Jules Gillierón . Así lo explicaba en 1975 Tomás Navarro Tomás , el discípulo predilecto de Menéndez Pidal . «El ALPI sería una representación de la lengua popular hablada en pueblos menores y antiguos por personas iletradas o de escasa cultura, entre los cuarenta y los sesenta años de edad».
En este enlace pueden conocer más acerca de este ambicioso proyecto, en la que aparece la historia del mismo, los cuestionarios, las fotografías que se conservan de aquellas encuestas, el proyecto actual, las publicaciones relacionadas... ¡Vamos a contar algunos detalles del mismo!
Según nos contaba García Mouton los investigadores del ALPI encuestaron 527 localidades, y normalmente encuestaban dos personas por localidad, «pero a veces encuestaron más, porque buscaban informadores que supieran especialmente de alguno de los oficios por los que se preguntaba o mujeres que les hablaran de las labores domésticas...». Las primeras encuestas se hicieron a finales de mayo de 1931 en Rascafría y en Valdepiélagos (Madrid) con los miembros del equipo y, al frente de ellos, Tomás Navarro Tomás. Y, por cierto, en el siglo XIX se hicieron encuestas por correspondencia mandando preguntas a los ilustrados del sitio (maestros, curas y personas cultas), por eso los resultados no se correspondían con la realidad. «Desde que se hacen estudios científicos, nos desplazamos al lugar y buscamos a las personas que mejor representen lingüísticamente a su comunidad», explica la especialista.
Entre otros detalles logísticos, cuentan que aquellos encuestadores comandados por Navarro Tomás, se desplazaban «como podían, normalmente en transporte público, aunque el equipo de la zona castellana acabó pudiendo disponer de un Ford de segunda mano ». Y este era su modus operandi: «Los encuestadores salían por una temporada, a hacer una campaña, y en cada viaje cubrían varios puntos seguidos» Y «lo habitual era que el trabajo lo hicieran los encuestadores de dos en dos y, mientras uno preguntaba la parte de fonética, el otro se encargaba de preguntar por el vocabulario».
En el reportaje, le preguntábamos a García Mouton: al que no le de importancia a la pérdida del patrimonio lingüistico, ¿qué le diría? «Les diría que estas palabras forman parte de nuestro patrimonio cultural y, por eso mismo, son respetadas y aprovechadas por los mejores escritores. Resulta simplista considerar que solo tiene prestigio el lenguaje que se emplea en las ciudades. Quizá ahora que, en condiciones adversas, estamos viendo la importancia del mundo rural, haya una oportunidad para recuperarlas ».
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