Cela Conde: «La prensa fue para mi padre una herramienta vital»

Un simposio sobre el Nobel y el periodismo cierra el centenario de Camilo José Cela

De izquierda a derecha, Eduardo Riestra, Darío Villanueva, Cela Conde, Bieito Rubido y Juan Luis Cebrián Ernesto Agudo

Bruno Pardo Porto

Entre los muchos Celas que se escondían tras el rostro del Premio Nobel de Literatura de 1989 estaba el hombre que publicaba en periódicos, que no el periodista . A este, que más que analizar la realidad la embellecía, que se ganaba el pan ... escribiendo compulsivamente, dedica la Universidad Complutense unas jornadas bajo el título «Literatura y periodismo. Homenaje a Camilo José Cela»: dos días destinados a explorar el trabajo del literato en la prensa diaria. Es el acto de clausura del centenario de su nacimiento, que ha intentado, como cuenta su propio hijo, Camilo Cela Conde , «recuperar su faceta como escritor».

Dentro de tales jornadas ayer se celebró una mesa redonda moderada por el editor Eduardo Riestra en la que participaron Bieito Rubido , director de ABC, Juan Luis Cebrián, presidente del Grupo Prisa, y Darío Villanueva , director de la RAE. En un tono ágil y cercano, de idas y venidas, los ponentes trataron de dilucidar qué era exactamente lo que Cela publicaba en la prensa, un debate que terminó de forma inevitable en las brumosas fronteras entre el periodismo y la literatura.

«A diferencia de García Márquez o de Vargas Llosa , Cela es un escritor que escribe en periódicos, pero no es un escritor de periódicos», comenzó Rubido. La diferencia es clave: al contrario que los dos latinoamericanos, que saltaron a la literatura desde el periodismo y seguían las coordenadas fijadas por la profesión cuando publicaban en prensa, el nobel español tuvo claro desde el principio que su vocación era poética y que la columna era un espacio donde plasmar su talento. «Él distinguió entre el periodista que tenía que desvelar los misterios de la actualidad y el escritor que más bien tenía que desentrañar la conciencia de la época», concluyó el director de ABC.

Aunque llegó a publicar artículos de opinión marcadamente política en su paso por «El País», en el grueso de sus textos diarios Cela se prodigaba en tareas más literarias como la divagación conceptual, el cultivo de la ironía o el arte de la descripción. Todos ellos los recogió el autor en más de una veintena de antologías que publicó a lo largo de su carrera. «Él era un escritor que trataba de recuperar el estilo literario, a veces complejo y no tan lineal y transparente como el de las crónicas del periódico, para la prensa», resumió Cebrián.

Más que por vocación, el novelista comenzó a publicar en periódicos por necesidad. «La prensa fue para Camilo José Cela la primera herramienta literaria de que dispuso, pero también una herramienta vital para poder sobrevivir en unos años tremendos», contó Cela Conde. No era la suya una excepción. «En aquel momento, y desde mucho antes, los españoles solo podían vivir de su pluma si escribían en los periódicos. Eso le pasó también a Unamuno, Azorín y Valle Inclán», explicó Villanueva. «Era algo característico de la sociedad española de la época, a diferencia de lo que ocurre ahora que el escritor se puede profesionalizar y simplemente a través de la industria editorial recibir ingresos suficientes como para liberarse de ese compromiso diario con el periódico», apuntó.

Clausura del centenario

A pesar de que «ningún hijo jamás estará satisfecho y contento con cualquier homenaje que se haga a su padre porque siempre se podía haber hecho más», Cela Conde se mostró satisfecho con la gran cantidad de actos y homenajes dedicados a su padre que se han hecho a lo largo de este año. «Con los recursos de que se ha dispuesto y la premura de tiempo lo conseguido es verdaderamente admirable».

Según recordó, el día después de la muerte de su padre, ABC publicó su último artículo en el periódico. En él, quizás ya intuyendo el final de si vida, el literato escribió unos versos cargados de nostalgia pero que intuían su pervivencia en la memoria: «Una rara sensación de dolor invade el corazón del hombre / Y pide auxilio a los fantasmas. / Sé que no me negarás un recuerdo de mínima caridad».

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