Les Luthiers: «Estamos más cerca de la salida que de la entrada»

«¡Chist!» –el título juega con la palabra chiste y el sonido onomatopéyico con el que se reclama silencio– es una antología , estrenada en 2011, de algunos de los más celebrados números del quinteto argentino. «La ventaja de las antologías –dice Mundstock– es que los números ya están hechos y probados con el público;no hay incertidumbre, vamos a lo seguro. Escogemos además lo mejor del repertorio». No hay, asegura, ningún guiño para los miles de seguidores de la religión «luthierana». «Hay cierta parte nostálgica, pero es un espectáculo tan bueno como puedan ser los demás nuestros. Hemos comprobado que nuestros fans ven los números como algo nuevo, que no se acuerdan de ellos. Eso es lo importante».

En septiembre de este año, recuerda Mundstock, se cumplen cincuenta años de la actuación, en un festival de coros universitarios en San Miguel de Tucumán, de un grupo de jóvenes dirigidos por Gerardo Massana. Aquello fue el germen de Les Luthiers. «Pero algunos de nosotros, dice, nos conocemos incluso de antes. Y la primera biografía de Johann Sebastian Mastropiero es de 1961».

Da vértigo mirar hacia atrás. «No imaginábamos que podríamos estar tanto tiempo, ni tan bien. De hecho, ni pensábamos dedicarnos al mundo del espectáculo. Cuando ya éramos un grupo consolidado, sabíamos que teníamos algo bueno entre las manos, pero no nos imaginábamos haciendo lo mismo cuarenta años después».

Lo ha permitido la salud de los cinco, dice Mundstock, que les ha permitido llegar hasta aquí sin más que algún que otro pequeño susto. Y lo ha permitido también, dice, el tipo de espectáculos que hacen. «Las obras son casi textualmente las mismas . Seguimos sin adaptarlas, con el mismo repertorio. Les Luthiers somos adultos jugando como niños, y da igual que tengamos cuarenta años o setenta. Un actor que interpreta papeles de galán debe dejarlos al hacerse mayor. Nosotros no. Crecer nos ha hecho bien en lo personal. Es una bendición estar aquí».

Las giras, confiesa, les dan cada vez más pereza. «Nos cuesta estar fuera de casa; pero venir a España es siempre una alegría. Es un lugar donde nos encontramos muy a gusto, donde tenemos buenos amigos. Ya no vamos de turistas, sino de peregrinos. Además, somos ciudadanos españoles;el Gobierno nos concedió hace tres años la ciudadanía». Son amigos los cinco, pero cada uno mantiene su actividad fuera del grupo. A Marcos Mundstock se le ha podido ver en varias películas como actor. La última, «Mi primera boda», de Ariel Winograd, en la que compartía cartel con su compañero Daniel Rabinovich. «Yo interpretaba a un cura y él a un rabino». Tiene un proyecto de película policíaca con Juan José Campanella. En 2004, estuvo en el Festival de San Sebastián con tres películas. «En ninguna aparecía más de cinco minutos, pero es curioso». Dice Marcos Mundstock, sin amargura: «No quiero ser agorero, pero tenemos entre los 67 y los 73 años, y estamos más cerca de la salida que de la entrada. Pero no hay nada que nos divierta y nos haga más felices que ponernos el esmoquin y subirnos al escenario».