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La Coca de Redondela y la reinvención del leviatán gallego

Las penlas bailaban en la localidad mucho antes de la llegada del monstruo marino a la procesión del Corpus

La Coca de Redondela y la reinvención del leviatán gallego Reuters

mónica arrizabalaga

«Un animal extraño y monstruoso , con cuerpo de dragón terminado en una enorme cola como de gran serpiente, con enormes alas semejantes a las de un murciélago colosal, fuertes garras en sus cuatro fornidas patas y una cabeza en la cual relucían como ascuas unos ojos terribles, abriéndose en la parte inferior una boca de mandíbulas enormes armadas de fuertes y aguzados dientes, surgió de las embravecidas olas del mar» y avanzó por tierra firme hasta Redondela , donde «devoró a dos muchachas sin que nadie pudiera impedirlo» antes de volver a zambullirse y desaparecer.

La Coca irrumpió en esta villa situada en la ría de Vigo allá por el siglo XIV, según narró Leandro Carré Alvarellos en «Las leyendas tradicionales gallegas» (Espasa Calpe) y «repitió su incursión una y otra vez, llevándose siempre, como si previamente las eligiera, a las chicas más hermosas de la villa».

Cuentan que Xan Carallás navegaba por la ensenada cuando escuchó los quejidos de las muchachas, cautivas en la isla de San Simón y corrió hasta Redondela para formar un ejército con los hombres más valerosos, que armado con espadas dio muerte a la bestia y liberó a las jóvenes, llevándolas de vuelta al pueblo junto a los restos del monstruo marino.

Eran las fiestas del Corpus Christi y desde entonces dicen que tanto la Coca como las chicas y sus salvadores se integraron en la procesión, con el baile de «las penlas» (unas niñas vestidas de blanco y con alas que bailan sobre los hombros de unas mujeres llamadas "burras") y «la Danza de las Espadas» de los victoriosos marineros.

Una leyenda reciente

Con ligeras variaciones se cuenta hoy esta leyenda de la Coca de Redondela que, lejos de remontarse a la Edad Media, surgió hace apenas medio siglo. « No se conoce antes de la Guerra Civil », asegura José Martínez Crespo, autor del libro «Corpus Christi en Redondela».

«A la gente le gusta y explica de manera fácil de dónde viene la Coca, el baile de las penlas o la danza de las espadas», añade este historiador, resignado ante el empuje de esta reciente leyenda, que poco tiene que ver con el origen histórico de los elementos característicos de la fiesta del Corpus Christi en Redondela.

La Coca , explica, «no tiene sentido sin el Corpus» . Del latín tardío Cocatrix (cocodrilo), fue el nombre que recibió en Galicia el dragón que en numerosas localidades acompañaba a la procesión. Así lo contaba el Padre Sarmiento en 1760: «En Galicia, y en especial en Pontevedra, no se llama Tarasca sino Coca y este es nombre más apropiado para lo que representa en la procesión del Corpus (...) La cabeza de la Coca de Pontevedra no tanto es de serpiente como de Cocatrix, el cocodrilo y, por consiguiente, el Leviathán que Cristo venció».

Martínez Crespo apunta que la Coca es un trasunto de la «tarasca» que dio nombre a la ciudad francesa de Tarascón , un monstruo entre serpiente, murciélago y cocodrilo que causaba estragos en la desembocadura del Ródano hasta que pudo ser abatido gracias a Santa Marta, según la leyenda. Las tarascas pronto acompañaron a las procesiones del Corpus en una tradición que aún hoy se mantiene en ciudades como Toledo, Granada o Tudela. Eran el símbolo del mal, del Leviatán bíblico sobre el que triunfa el bien. Según Julio Caro Baroja, la bestia representaba al monstruo del Apocalipsis al que vencerán los ejércitos celestiales, la herejía derrotada por la fe.

En Redondela, un guerrero armado a caballo, en representación de San Jorge, descubría a la Coca entre la multitud y luchaba contra ella hasta que ésta, vencida y maltrecha, desaparecía de nuevo entre la gente hasta el siguiente año.

Todos los estamentos sociales participaban en el cortejo eucarístico y los gremios realizaban diferentes espectáculos. Los marineros, la Danza de Espadas, y las panaderas, el Baile de las Penlas. Era «una fiesta cívico-religiosa, no exenta de ciertos elementos de origen pagano», apunta Martínez Crespo.

Los primeros datos que se tienen sobre la celebración de esta festividad en Redondela son del s. XVI, pero «las penlas son anteriores, tendrían su origen en la fiesta de la primavera y que acabó cristianizándose en la del Corpus», afirma Martínez Crespo.

¿Por qué bailaban las niñas sobre los hombros de las «burras»? «No se sabe», admite el historiador. Ese misterio llevó a buscar una interpretación a este baile que se integra en la danza de las espadas. Así nació en el siglo pasado la leyenda, que vuelve a paganizar a las penlas y reinventa un origen para esta fiesta que vivió sus años dorados a finales del siglo XIX y principios del XX. «La Coca se fue convirtiendo en una figura cada vez más curiosa y extraña para el común de las gentes, llegando a adquirir una excepcional popularidad, hasta tal punto que acabaría por dar su nombre, en Redondela, a la propia celebración del Corpus», relata el historiador.

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