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Miguel Poveda se quita la espina

El año pasado llegó con la voz «rozá», como dice el argot flamenco, y anoche se cobró revancha con una actuación memorable

Miguel Poveda se quita la espina josé maría rodríguez

patricio peñalver

Llegar con la voz «rozá», en el argot flamenco antiguo que ya casi no se estila, es más o menos como llegar con la voz rota. Eso fue lo que le pasó a Miguel Poveda el pasado año, en el que quería celebrar los 20 años de su gran éxito de 1993, de su «Lámpara Minera». Y sí ya entonces tuvo una excelente actuación, la de pasada noche del viernes fue memorable. ¿Se puede cantar mejor? Se lo tendremos que preguntar al oráculo.

No sé si antes, hace ya más de 20 años, escribí en la noche histórica de 1993 que Miguel Poveda llegó, vio y triunfo, utilizando el veni, vidi, vici de Julio César, o lo soñé.

Llegó, pues, Miguel Poveda con la espina que tenía clavada y nada más salir al escenario bromeo simulando con la voz que estaba afónico, el cantaor venía con guasa gaditana y dijo que tenía: «bronquitis cero». Y comenzó el recital de cante puro y duro.

Con la precisa guitarra de Juan Góméz «Chicuelo», se arrancó cantando por mineras y levanticas, dejando su dominio de los tercios y los medios tonos de estos cantes tan recios y dulces, de los que se han convertido en su mejor embajador.

De pronto, de Levante se fue a la bahía de Cádiz , cantando con mucha alegría una serie de cantiñas y bulería gaditana, con el compás jerezano las palmas de Carlos Grilo y de Miguel Ángel Soto «Londro» y la percusión de Paquito González, que fueron muy aplaudidas y que ya empezaba al elevar el tono de la hermosa noche flamenca que se iba a vivir.

En ese recorrido por la geografía de los cantes, ahora se iba por malagueñas y una serie de abandolaos, con un ayeo que rozaba la perfección, alargando los tercios al límite. El cantaor no tenía prisa, había llegado para quedarse en la memoria de los circunstantes.

Y ahora de Málaga se paseaba por Triana, con una declaración de intenciones: «voy a hacer estos cantes que son los que más me gustan». Y recordando a muchos de los trianeros que se han ido o que no llegaron a la fama, homenajeó al Titi y a Rafael Pareja, con su aquella letra ya clásica de: «Inmediato / en aquel posito inmediato / donde bebian mi paloma / a di corro y me asiento un rato / por ver la agua que toman» que cantaba magistralmente el gran Morente. Y en esas que Miguel se levantó y micrófono en mano y empezó a armar la marimorena, de un lado a otro del escenario, cantando y bailando por tangos con movimientos lascivos echándose mano a la cosa, en la guasa del baile gitano y trianero. Y el público disfrutaba.

Después llegaron las bulerías de Manuel Molina, cuando actuaba con Lole, recordando aquellas poemas en formas de canciones que fueron la banda sonora de mucha gente: «El sol / Joven y fuerte / Ha vencido / A la luna / Que se aleja / Impotente / Del campo de batalla» y alguna gente se movía al compás tarareaba por lo bajini: «De lo que pasa en el mundo / por Dios que no entiendo “na” /el cardo siempre gritando / y la flor siempre “callá”».

A continuación tras un solo de guitarra por bulerías de Chicuelo, con el grupo. Poveda solo en el escenario se dejó unos solemnes martinetes, hasta llegar a un momento muy emotivo cuando dijo que le iba a cantar a una persona de la tierra, concretamente de la pedanía lorquina La Paca, y ése nada más ni menos, era su padre «que no cabía de gozo cuando llegué a recoger en este pasillo hasta cuatro premios, aquel 14 de agosto de 1993». Y le cantó por soleá, y se quiso acompañar por la guitarra de su palmero Carlos Grilo, que también le da estupendamente a la guitarra. También tuvo palabras para su madre que «en La Unión se siente como en casa y esta noche me acompaña de nuevo».

Un aplauso de cinco minutos premios el esfuerzo y el arte del cantaorLlegaban las bulerías de fin fiesta, pero el respetable quería más, yo creo que hasta el Embajador de China en España, Zhu Bangzao , que también disfruto de lo lindo. Y el público puesto en pie le daba un aplauso de más cinco minutos. Y llegaba el primer bis de fandangos. Miguel se sorprendía de que durante la actuación de dos horas y quince minutos no le hubieran pedido que cantara copla, y dejaba una propina de «Los Tres puñales» de Marifé de Triana. Ya le dejó dicho Marifé: «Miguel, tu eres de otro planeta, y has venido a la Tierra a traernos felicidad». Y más felicidad flamenca no se le pudo pedir a la gran noche. Poveda se despedía, por la puerta grande, «Viva Paco de Lucía , viva el Cante de las Minas y vivan ustedes».

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