El paso cercano de una estrella alienígena tuvo la culpa de las anomalías de nuestro Sistema Solar

Según los investigadores, el 'encuentro' fue increíblemente cercano, ya que la estrella 'descarriada' se aproximó a apenas 110 Unidades Astronómicas de nosotros, una distancia que, aunque parezca muy grande, no lo es en términos astronómicos. Una Unidad Astronómica (UA) es la separación media entre el Sol y la Tierra, alrededor de 150 millones de km, lo que significa que la estrella errante pasó a 'solo' 110 veces esa distancia. En comparación, basta con decir que la sonda Voyager 1, que actualmente está en la frontera externa del Sistema Solar, se encuentra bastante más lejos, a unas 164 Unidades Astronómicas de nosotros.

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Patricia Biosca

Agujeros negros, cuásares, exoplanetas e incluso diminutas partículas remanentes de la explosión de estrellas hace miles de millones de años. Su rastro es captado por los radiotelescopios del Observatorio de Yebes, un complejo situado en la provincia de Guadalajara pero que es referente a nivel mundial

Teniendo en cuenta, además, que la estrella más cercana al Sol, Próxima Centauri, está a más de cuatro años luz de distancia (la Voyager 1 está apenas a unas 23 horas luz), se podría decir que el visitante 'nos pasó rozando', y que por tanto tuvo que causar perturbaciones en nuestro sistema, como por ejemplo las órbitas caóticas que siguen algunos de los cuerpos que se encuentran más allá de Neptuno.

Cuando pensamos en el Sistema Solar, normalmente asumimos que se termina en el planeta más externo conocido, Neptuno. «Sin embargo -dice Susanne Pfalzner, autora principal de ambos estudios-, se sabe que varios miles de cuerpos celestes se mueven más allá de la órbita de Neptuno. Incluso se sospecha que existen decenas de miles de objetos con un diámetro de más de 100 kilómetros. »Sorprendentemente -prosigue la astrofísica-, muchos de estos objetos, llamados transneptunianos, se mueven en órbitas excéntricas, inclinadas con respecto al plano orbital común de los planetas del Sistema Solar«.

Junto a sus colegas, Pfalzner utilizó más de 3.000 simulaciones informáticas para investigar una posible causa de esas órbitas inusuales. Y una de las hipótesis fue, precisamente, que el paso cercano de otra estrella podría ser el 'culpable' de las extrañas órbitas de los objetos transneptunianos.

La respuesta fue un rotundo 'sí'. Pero no solo eso. A partir del paso de la estrella, explica Pfalzner, «se pueden deducir incluso las órbitas de objetos muy distantes, como la del planeta enano Sedna, descubierto en 2003 en los confines del Sistema Solar. Y también las de objetos que se mueven en órbitas casi perpendiculares a las órbitas planetarias». Según el estudio, un sobrevuelo de este tipo puede incluso explicar las órbitas de 2008 KV42 y 2011 KT19, los dos cuerpos celestes que se mueven en dirección opuesta a la que siguen los planetas.

«La mejor coincidencia con el actual Sistema Solar exterior que hemos encontrado -dice por su parte Amith Govind, coautora de ambos artículos- es el paso de una estrella ligeramente más ligera que nuestro Sol, alrededor de 0,8 masas solares. Esta estrella pasó junto al Sol a unos 16.500 millones de kilómetros, aproximadamente 110 veces la distancia entre la Tierra y el Sol y algo menos de cuatro veces la distancia a la que se encuentra el planeta más externo, Neptuno».

Más sorprendente, si cabe, fue el hecho de que el sobrevuelo de una estrella alienígena hace miles de millones de años también podía explicar toda una serie de fenómenos más cercanos. Pfalzner y sus colegas, por ejemplo, descubrieron en sus simulaciones que algunos objetos transneptunianos fueron 'lanzados' por la estrella hacia los planetas gigantes Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

«Algunos de estos objetos -afirma Simon Portegies Zwart, de la Universidad de Leiden y coautor del artículo de 'Nature Astronomy'- podrían haber sido captados como lunas por los planetas gigantes. Lo cual explicaría por qué los planetas exteriores de nuestro Sistema Solar tienen dos tipos diferentes de lunas».

De hecho, y a diferencia de las lunas 'regulares', que orbitan cerca del planeta en trayectorias circulares, las lunas 'irregulares' orbitan el planeta a más lejos y en órbitas inclinadas y alargadas. Algo para lo que hasta ahora no había una explicación.

«La belleza de este modelo -concluye Pfalzner- reside en su sencillez. Y a que responde a varias preguntas abiertas sobre nuestro Sistema Solar con una sola causa».