Observan, por primera vez, un disco formador de planetas en una estrella de otra galaxia
Los investigadores lograron detectar el disco de acreción alrededor de una joven estrella masiva en la Gran Nube de Magallanes, a 163.000 años luz de la Tierra
La Pequeña Nube de Magallanes se muere, y los astrónomos la están observando
En la ilustración, el sistema HH 1177, el primer disco de acreción observado fuera de la Vía Láctea, en la cercana Nube de Magallanes, a 163.000 años luz de distancia
Hace alrededor de 5.000 millones de años, mientras el Sol aún terminaba de formarse, el material sobrante (principalmente polvo y gas) formó un anillo que giraba a su alrededor. Fue allí donde, algo más tarde, se formaron los planetas y las lunas de nuestro ... Sistema Solar. Llamados discos 'protoplanetarios' o 'de acreción', esos anillos de materiales 'sobrantes' constituyen una importante etapa en la formación de los sistemas planetarios y son habituales alrededor de las estrellas más jóvenes. Los astrónomos los buscan con avidez en los 'semilleros estelares' de nuestra galaxia, y los estudian a fondo para aprender de ellos cuál es la 'receta' para construir planetas como el nuestro.
Ahora, y por primera vez, un equipo internacional de investigadores, dirigido por científicos de la universidad británica de Durham, ha conseguido detectar uno de esos discos alrededor de una estrella en formación en otra galaxia, un satélite de nuestra Vía Láctea llamado Gran Nube de Magallanes.
El anillo, que se encuentra a 163.000 años luz de la Tierra, gira alrededor de una joven estrella muy masiva ubicada en el 'semillero estelar' N180 y es el disco protoplanetario más distante observado hasta ahora. La detección se realizó utilizando el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) en Chile, del que es socio el Observatorio Europeo Austral (ESO). El hallazgo se ha publicado este miércoles en 'Nature'.
Un momento especial
«Cuando vi por primera vez evidencia de una estructura giratoria en los datos de ALMA -recuerda Anna McLeod, autora principal del estudio- no podía creer que hubiéramos detectado el primer disco de acreción extragaláctico. Fue un momento especial. Sabemos que esos discos son vitales para la formación de estrellas y planetas en nuestra propia galaxia, y ahora, por primera vez, estamos viendo evidencia directa de uno de ellos en otra galaxia».
Lo primero que vieron los investigadores fue el 'fogonazo' de una estrella en formación (el sistema fue llamado HH 1177) en lo más profundo de la nebulosa N 180, en la Gran Nube de Magallanes. «Descubrimos un chorro lanzado desde esta joven estrella masiva -explica McLeod- , y su presencia es una señal de la continua acreción del disco». Sin embargo, para confirmar que ese disco estaba realmente presente, el equipo necesitaba medir si el gas, efectivamente, se estaba moviendo alrededor de la estrella.
A medida que la materia es atraída hacia una estrella en crecimiento, no cae directamente sobre ella sino que se aplana, formando un disco que gira alrededor de ella. La parte interior del disco, más cerca del centro, gira más rápido que la exterior, y esta diferencia de velocidad es la prueba irrefutable de la presencia de un disco de acreción.
«La frecuencia de la luz cambia dependiendo de lo rápido que se acerque o se aleje de nosotros el gas que la emite -explica Jonathan Henshaw, coautor del estudio- Este exactamente el mismo fenómeno (llamado efecto Doppler) que ocurre cuando el tono de la sirena de una ambulancia cambia mientras pasa a nuestro lado y su frecuencia de sonido va de mayor a menor».
De ese modo, midiendo al detalle las diferentes frecuencias con los instrumentos de ALMA, los autores consiguieron distinguir el característico giro de un disco de acreción, el primero detectado fuera de nuestra propia galaxia.
'Vive rápido, muere joven...'
'Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver', dijo Bogart en su película 'Llamad a cualquier puerta'. Y las estrellas muy masivas, como es el caso de HH 1177, cuya masa es unas 15 veces la de nuestro Sol, parecen seguir al pie de la letra estas indicaciones. De hecho, se forman mucho más rápidamente y viven vidas mucho más cortas que las estrellas de baja masa como nuestro Sol, mucho más estables y longevas.
Sin embargo, se da la circunstancia de que aquí, en nuestra galaxia, estas estrellas masivas son muy difíciles de observar, ya que a menudo quedan ocultas por la enorme cantidad del material polvoriento del que se forman, que forma a su alrededor una suerte de capullo impenetrable. Razón por la que no es posible observar los discos a su alrededor.
Sin embargo, en la Gran Nube de Magallanes, el material del que nacen nuevas estrellas es muy diferente del de la Vía Láctea, y contiene mucho menos polvo. Gracias a eso, HH 1177 no está envuelto por un denso capullo natal, sino que permite a los astrónomos una visión sin obstáculos, aunque lejana, de la formación de estrellas y planetas.
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«Estamos en una era -concluye Mc Leod- de rápidos avances tecnológicos en lo que respecta a las instalaciones astronómicas. Poder estudiar cómo se forman las estrellas a distancias tan increíbles y en una galaxia diferente es algo realmente emocionante».