Más grande y alargado: el megalodón no era como creíamos
Un nuevo estudio concluye que el enorme tiburón prehistórico no se parecía al actual tiburón blanco, sino al más esbelto tiburón limón, que ofrece una menor resistencia al agua
El megalodón vuelve de las profundidades

Hace alrededor de 15 millones de años, una gigantesca y letal criatura dominaba los mares de todo el mundo. Con una elegancia aterradora, el megalodón surcaba las corrientes oceánicas haciendo gala de una potencia descomunal. Su cuerpo, una masa de músculos y cartílago perfectamente ... afinados e impulsados por una cola poderosa, se movían con una fluidez inquietante. Sus mandíbulas, obra maestra de la ingeniería evolutiva, se abrían y cerraban con una fuerza capaz de triturar los huesos más duros. Sus dientes, como sierras del tamaño de manos humanas, desgarraban sin piedad la carne de sus víctimas: ballenas primigenias, delfines ancestrales, e incluso otros tiburones de menor tamaño.
Ahora, un nuevo e impactante estudio científico acaba de cambiar mucho de lo que creíamos saber sobre el aspecto del gigantesco tiburón prehistórico. Bajo la dirección del paleobiólogo Kenshu Shimada, de la Universidad DePaul, en Chicago, un equipo de 28 expertos en anatomía de tiburones, fósiles y vertebrados de Australia, Brasil, Francia, Italia, Austria, Japón, México, Reino Unido y Estados Unidos ha proporcionado nuevos datos sobre el tamaño, el aspecto y la biología del colosal depredador. Datos que además han ayudado a explicar por qué algunos vertebrados acuáticos llegan a convertirse en gigantes y otros no. Los resultados del estudio se acaban de publicar en 'Palaeontologia Electronica'.
Llamado formalmente Otodus megalodón, este extraordinario animal es conocido principalmente por sus dientes, además de por algunas colecciones de vértebras y escamas aisladas, sin esqueletos completos en el registro fósil. Actualmente, aunque mucho más pequeño, el tiburón blanco (carcharodon carcharias) también posee dientes aserrados, lo que nos ha llevado a asumir, tanto en estudios científicos como en las películas de ciencia ficción, que el megalodón prehistórico fue una especie de versión gigantesca del gran tiburón blanco de hoy.
Una imagen diferente
Sin embargo, el nuevo análisis de una bien conocida columna vertebral casi completa de cerca de 11 metros hallada en Bélgica, la 'porción troncal' de un megalodón, ha conseguido aportar una valiosa serie de datos inéditos. Datos que llegan a la conclusión de que megalodón no era exactamente como se pensaba. Shimada y sus colegas partieron de una pregunta muy concreta: ¿Cómo de grandes eran las partes no conservadas del propietario de esa columna vertebral, especialmente la cabeza y la cola?
Para resolver la cuestión, el equipo estudió a fondo las proporciones entre cabeza, tronco y cola de 145 especies modernas y otras 20 especies extintas de tiburones. Y, suponiendo que el plan corporal del megalodón era consistente con el de la mayoría de los demás tiburones, los investigadores determinaron que su cabeza y su cola debieron representar, respectivamente, el 16,6% y el 32,6% de la longitud total de su cuerpo.
Es decir, y dado que el 'tronco' de Bélgica mide 11 metros, su cabeza y cola debieron medir aproximadamente 1,8 metros y 3,6 metros de largo, por lo que el individuo en cuestión debió tener una longitud total de 16,4 metros. Lo cual no significa que no hayan existido megalodones bastante más grandes.
La mayor vértebra del espécimen belga, en efecto, 'sólo' tiene 15,5 centímetros de diámetro, pero otras halladas en Dinamarca y que se cree que también son de megalodón miden 23 centímetros de ancho, lo cual indica que ese individuo en concreto podría haber medido 24,3 metros de largo. Y eso suponiendo que las vértebras estudiadas fueran las más grandes del cuerpo del animal. «24,3 metros de longitud -asegura Shimada- es actualmente la estimación razonable más grande posible para un megalodon que puede justificarse en función de la ciencia y el registro fósil actual».
Forma más alargada
Pero las sorpresas del estudio no terminan aquí. Basándose en las proporciones observadas, los investigadores determinaron que la forma del cuerpo del megalodón probablemente no se parecía a la del tiburón blanco actual, sino más bien a la del tiburón limón actual (Negaprion brevirostris) cuyo cuerpo es mucho más delgado. Una diferencia crucial, ya que los tiburones gigantes modernos, como el tiburón ballena (Rhincodon typus) y el tiburón peregrino (Cetorhinus maximus), así como otros vertebrados acuáticos gigantes como las ballenas o los cachalotes, tienen cuerpos esbeltos por razones de eficiencia hidrodinámica.
«Un cuerpo grande y robusto -explica Shimada- es hidrodinámicamente ineficiente para nadar. El tiburón blanco, con su cuerpo robusto que se vuelve aún más robusto a medida que crece, puede llegar a ser grande, pero no gigante.» Según el estudio, de hecho, y debido a esas limitaciones hidrodinámicas, el cuerpo de un tiburón blanco no puede superar los siete metros. Muy lejos, por tanto, del megalodón, que por esa misma razón no pudo ser simplemente una versión gigantesca del gran tiburón blanco de nuestros días. De este modo, y sin haberlo pretendido, el equipo desveló así el misterio de por qué ciertos vertebrados acuáticos logran alcanzar tamaños gigantescos, mientras que otros no pueden.
Crías de tres metros
El nuevo estudio, además, ha aportado otros interesantes aspectos de la biología del extinto depredador marino. Por ejemplo, el megalodon de 24,3 metros de largo de Dinamarca habría pesado alrededor de 94 toneladas, y su velocidad de crucero estimada habría estado entre los 2,1 y los 3,5 km/h, lo que no es más rápido que el moderno tiburón blanco.
Por su parte, los patrones de crecimiento estudiados en el espécimen vertebral de Bélgica sugieren que megalodon podía parir crías vivas de entre 3,6 y 3,9 metros de largo. Por último, los patrones de crecimiento estudiados respaldan la idea de que el surgimiento del gran tiburón blanco, hace alrededor de 5 millones de años, probablemente jugó un papel en la desaparición final de megalodon debido a la competencia.
MÁS INFORMACIÓN
«Muchas de nuestras interpretaciones -concluye Shimada- siguen siendo tentativas, pero están basadas en datos y servirán como puntos de referencia razonables para futuros estudios sobre la biología de megalodón». El investigador espera que algún día se descubra un esqueleto completo que permita poner a prueba sus interpretaciones.
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