¿Por qué si nuestro cuerpo está a 36 grados tenemos calor a 30?
ciencia cotidiana
La clave hay que buscarla en el metabolismo celular y en los mecanismos termorreguladores
¿Se puede sudar dentro del agua?

Una pareja pasa calor en su casa, en una imagen de archivo
La termorregulación consiste, básicamente, en activar diferentes procesos centrales y periféricos para mantener la homeostasis corporal y las funciones vitales constantes. Estos procesos están tutelados por el hipotálamo, el cual, a través de la retroalimentación, permite aumentar o disminuir la temperatura.
Gracias a este complejo sistema nuestra temperatura oscila entre los 36º C y los 37,5º C, la razón de esta horquilla no es otra que es el intervalo en el cual es más eficiente, existe un menor gasto energético y se impide que seamos infectados por virus, bacterias y hongos.
El límite se encuentra en 43º C
La temperatura de confort para nuestro organismo se encuentra entre los 15 y 30º C, por debajo y por encima de esta temperatura ambiental el cuerpo humano activa los mecanismos termorreguladores.
Los seres humanos soportamos mejor las temperaturas bajas que las altas, debido a que las funciones celulares se enlentecen y es posible que se puedan recuperar cuando la temperatura regrese a valores normales. Sin embargo, a partir de los 43º C las proteínas se desnaturalizan, pierden su funcionalidad de forma irreversible y, además, mueren.
Por ese motivo, el límite de los 43º C marca la frontera de la vida y la muerte.
A pesar de todo, desde la Organización Mundial de la Salud se alerta que una temperatura ambiental de 40º C puede poner en riesgo nuestra salud o si se alcanzan los 35º C con altos niveles de humedad.
Mecanismos termorreguladores eficaces
Si tenemos frío nuestros vasos sanguíneos reducen el flujo de sangre (vasoconstricción) para conservar el calor y los músculos se contraen –tiritona- para generarlo. Por el contrario, si la temperatura es superior a 30º C se produce una vasodilatación para que se pueda expulsar el exceso de calor en forma de sudoración.
La primera consecuencia de la vasodilatación, dado que nuestra sangre es roja y se concentra en la periferia de nuestro organismo, es que la piel se vuelve sonrosada y la segunda derivada es que el corazón se acelera para bombear sangre a la red de capilares.
Ahora bien, ¿cómo es posible que se activen los mecanismos termorreguladores a una temperatura ambiental inferior a nuestra temperatura corporal? La respuesta hay que buscarla en el metabolismo celular.
Las células de nuestro cuerpo oxidan nutrientes y producen un «exceso de calor» que mantiene nuestra temperatura corporal, la plétora de calor es eliminada a través de radiación, convección, conducción y evaporación.
El calor que se genera en las partes más internas se transporta por el riego sanguíneo hasta la superficie de la piel y, desde allí, se disipa por radiación; si lo hace por contacto directo con otras superficies más frías hablamos de conducción; si es debido al intercambio con el aire circundante decimos que existe convección y, por último, si es a través del sudor lo denominamos evaporación.
Debido a que la temperatura corporal debe mantenerse constante, la energía emitida por radiación también debe ser constante, sin embargo, cuando la temperatura ambiental es similar a la nuestra ya no puede disiparse de una forma eficaz. Como la temperatura no puede ser regulada ni por radiación ni por convección, se recurre a la sudoración.
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Y es que la piel humedecida por el sudor conduce mejor el calor y, además, se enfría cuando las gotas se evaporan. Esto explica que cuanto más próxima sea la temperatura exterior a la de nuestro cuerpo más complicado será expulsar el calor generado y, por tanto, mayor será la sensación subjetiva de calor.
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