El «abogado del diablo» en Camboya
Tras defender a grandes criminales, el polémico abogado francés Jacques Vergès recala en el juicio al Jemer Rojo
PABLO M. DÍEZ
Pocos se atreverían, al menos sin sentir náuseas, a defender a sus «ilustres» clientes, que van desde el terrorista Carlos «El Chacal» hasta el nazi Klaus Barbie, pasando por el ex viceprimer ministro iraquí Tarek Aziz y el jemer rojo Khieu Samphan, juzgado estos días en Camboya ... por el exterminio de dos millones de personas bajo el siniestro régimen de Pol Pot (1975-79). Pero el francés Jacques Vergès, más conocido como el «abogado del diablo» , se ha especializado en las causas más perdidas hasta el punto de ofrecer sus servicios al genocida serbio Slobodan Milosevic, que prefirió representarse a sí mismo en el Tribunal de La Haya, o a Sadam Husein, quien optó por otro letrado.
Nacido el 5 de marzo de 1925 en la antigua Siam (hoy Tailandia), Vergès se crió en la isla francesa de Reunión y se unió a la Resistencia contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial antes de abrazar el comunismo en la Universidad de París. Durante esos años entabló amistad con el «Hermano Número 1» Pol Pot, quien ideó en la Sorbona la desquiciada utopía agraria que luego llevó a Camboya, literalmente, al «Año Cero».
A finales de los 50, Vergès se hizo famoso por defender a los guerrilleros que luchaban por la independencia de Argelia, acusados de terrorismo en Francia. Entre ellos figura la condenada a muerte Djamila Bouhired, con quien se casó tras su indulto en 1962, tuvo dos hijos y por la que se convirtió al islam.
Cínico y novelesco
Gracias a su brillante elocuencia y su habilidad jurídica, le daba la vuelta a los procesos contra sus defendidos y acababa acusando a los fiscales de los mismos delitos que se imputaban a los acusados.
Como si fuera el protagonista de una película de espías, desapareció sin dejar rastro entre 1970 y 1978, ocho años en los que se especula que pudo haberse unido a algún grupo clandestino para la liberación de Palestina o incluso vivido en la Camboya de los Jemeres Rojos.
Algo que él niega pese a haberse esforzado por defender a su amigo Khieu Samphan, presidente de la entonces República Democrática de Kampuchea . Polémico, cínico y exhibicionista, ha llegado a decir en el juicio que las atrocidades atribuidas al Jemer «sonaban a novela de Alejandro Dumas».
Claro que también aseguró una vez, cuando le preguntaron si sería capaz de defender a Hitler, que representaría incluso a Bush… «siempre y cuando se declarara culpable». El diablo ya lo ha fichado para el Juicio Final.
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