Una masacre prehistórica sin culpable ni explicación
Más de 40 hombres, mujeres y niños fueron asesinados a golpes hace 6.200 años en Potočani, Croacia, en lo que parece una matanza indiscriminada
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Iniciar sesiónLas matanzas indiscriminadas no solo han ocurrido en la historia moderna. Se remontan a nuestros primeros pasos como sociedades estables, según revela el hallazgo llevado a cabo por un equipo internacional de investigadores en la localidad de Potočani, en Croacia. Los científicos han encontrado los ... restos de una masacre de hombres, mujeres y niños ocurrida en la prehistoria, hace 6.200 años. Todos fueron arrojados a una fosa común , algunos de ellos con golpes en el cráneo que revelan con claridad que fueron víctimas de la violencia. Pocos de ellos eran parientes entre sí y no parece que murieran en una batalla, por lo que las causas del crimen masivo se desconocen. ¿Quién los mató y por qué?
Los restos fueron descubiertos casualmente durante el verano de 2007, cuando uno de los habitantes del pueblo de Potočani estaba construyendo un garaje. Lluvias torrenciales causaron la erosión del suelo y dejaron al descubierto un foso de dos metros de diámetro y uno de profundidad. Dentro, los arqueólogos encontraron los esqueletos de 41 individuos, la mitad hombres y la mitad mujeres, con edades comprendidas desde los 2 a los 50 años. Tenían señales evidentes de haber sido asesinados.
«Dado que este es uno de los pocos sitios de masacre prehistóricos conocidos en Europa, queríamos obtener la mayor cantidad de información posible de estos esqueletos», explica Mario Novack, del Centro de Bioantropología Aplicada en Zagreb. Novack se puso en contacto con sus colegas en la Universidade Harvard para realizar el análisis de ADN antiguo, quienes pudieron recuperar datos genómicos de 38 de los individuos . Los análisis confirmaron su sexo y mostraron las relaciones entre ellos.
Sin parentesco
«Lo más interesante que nos dice el ADN es que la mayoría de estos individuos no estaban emparentados entre sí. Solo once eran parientes en tercer grado (primos) o más cercanos», explica Iñigo Olalde, del Instituto de Biología Evolutiva en Barcelona. De las cuatro familias encontradas, una estaba formada por un padre, sus dos hijas y un sobrino; otra por un padre y un hijo; otra por dos hermanas y un primo, y la última por una mujer y su sobrino. El resto no tenían relación de parentesco. A pesar de ello, la evidencia genética muestra que todos los individuos encontrados en la tumba compartían una ascendencia homogénea (predominantemente del Neolítico de Anatolia con un 9% de ascendencia de cazadores-recolectores de Europa occidental), lo que indica que pertenecían a una población local grande y estable.
Hasta la fecha, el análisis antropológico y genómico de las primeras masacres ha revelado casos en los que las víctimas fueron asesinadas en batallas, conflictos dentro y fuera del grupo -como ataques contra familias específicas o durante períodos de contacto entre grupos locales y migrantes recientes- o rituales religiosos. La masacre de Potočani, sin embargo, parece haber sido cometida de forma indiscriminada .
«Había hombres, mujeres y niños, por lo que no pudo ser en el campo de batalla. No todos eran parientes, así que tampoco se trataba del ataque a una familia específica. Además, en aquella época la población era bastante homogénea, por lo que es poco probable que la masacre estuviera relacionada con la llegada de un nuevo grupo lejano no relacionado genéticamente», explica Olalde. La falta de ajuar y la posición de los cuerpos también parecen descartar un enterramiento ritual.
Arrodillados y con las manos atadas
Lo que sí se ve con claridad es la violencia. Los esqueletos mostraban señales evidentes de haber sido golpeados en el cráneo. «Todas estas lesiones -traumatismos contundentes, cortes y heridas penetrantes- fueron infligidas con diferentes tipos de armas (hachas o martillos de piedra o metal, palos de madera, etc.). Algunos cráneos tenían solo una lesión mientras que otros mostraban hasta cuatro y en esos casos podemos hablar de ensañamiento », apunta Novak. «Según la posición y apariencia de estas lesiones, lo más probable es que las víctimas tuvieran las manos atadas y estuvieran arrodilladas o acostadas», añade.
Olalde detalla que todos los traumas están en la parte posterior o derecha del cráneo, «lo que apunta a que fueron ejecuciones en vez de una pelea, ya que durante una lucha cara a cara lo más probable es que los golpes se produzcan en la parte frontal del cráneo o en la parte izquierda (lo más probable es que el atacante sea diestro). En cambio, si es una ejecución y el golpe se produce desde atrás, los traumas aparecerán en la parte posterior o en la parte derecha del cráneo si el atacante es diestro».
Lucha por los recursos
No hay forma de saber con certeza quién cometió estos crímenes ni los motivos que lo empujaron. «Algunos proponen cambios climáticos que provocaron sequías, al mismo tiempo que se produjo un aumento de la población que llevó a una lucha por los recursos. Pero no podemos decirlo con certeza», reconoce Novak. Un estudio anterior que trataba de reconstruir la dieta de estas personas a través del análisis de isótopos estables de nitrógeno y carbono de sus huesos indicaba que su dieta se basaba principalmente en proteínas animales: carne y leche, con alguna proporción de cereales. En el nuevo trabajo, los investigadores registraron numerosos signos de desnutrición y anemia en los esqueletos, lo que sugiere que más de la mitad de estos individuos se vieron afectados por algún tipo de estrés fisiológico durante su infancia.
Olalde cree posible que un grupo cercano llegara al poblado y llevara a cabo algún tipo de represalia, pero admite que estas afirmaciones entran en el terreno de la especulación. «Lo que está claro es que no era una batalla, no era un ritual, no era el ataque a una familia ni pudo ser cometido por una población llegada de muy lejos», resume.
Aunque las causas sigan siendo un misterio, los resultados muestran que las matanzas indiscriminadas a gran escala no solo se limitan a los períodos modernos e históricos, sino que también se produjeron en las primeras sociedades. Y genera nuevas preguntas. Nuevos estudios arqueológicos y genéticos de los lugares de antiguas masacres serán necesarios para determinar con qué frecuencia ocurrió este tipo de violencia en el pasado.
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