Las hormigas granjeras fueron los primeros pastores de la historia
Muchas especies de estos insectos han convertido a los pulgones en sus rebaños, de los que obtienen un líquido viscoso rico en azúcares
Fue en el Fértil Creciente , hace ahora unos 12.000 años, cuando el Homo sapiens inventó la ganadería, la compañera inseparable de la agricultura, y lo hizo en un tiempo que ha dado en llamarse la gran revolución del Neolítico. Fue un gran ... paso para la especie humana ya que supuso un cambio radical del estilo de vida y el preámbulo de las primeras civilizaciones. Sin embargo, nuestros antepasados no fueron los primeros. Hacía ya más de cien millones de años que las hormigas se habían convertido en las primeras granjeras, ganaderas y pastoras.
Estos animales, en una relación de cooperativismo, se asociaron con los pulgones o áfidos ( Brevicoryne brassiccae ) con un único objetivo: 'ordeñarlos'. Mediante sus antenas son capaces de estimular a las improvisadas 'reses' para conseguir la melaza, su tesoro gastronómico.
Etimológicamente áfido –el nombre de los pulgones- procede del griego 'apheides' que significa copioso, abundante, que no se escatima o que se prodiga, debido a la capacidad que tienen estos pequeños insectos de reproducirse de forma desmedida.
La melaza es la ambrosía de las hormigas
Los pulgones pertenecen al grupo de los fluidófagos , es decir, los animales que se alimentan de la savia de las plantas. Lo consiguen realizando perforaciones en el tallo de los vegetales con la ayuda de su aparato picador. De esta forma, los pulgones obtienen gran cantidad de nitrógeno y carbono, y el excedente lo excretan en forma de un líquido viscoso rico en hidratos de carbono, la melaza.
Una hoja que amarillea, se arruga o tiene un aspecto brillante y pegajoso, y en la que además es posible ver hormigas deambulando por los tallos, es un claro indicador de que allí hay un insecto que está excretando melaza.
Las hormigas, a cambio de este líquido rico en azúcares, aseguran, al igual que los ganaderos con sus reses, el bienestar de los pulgones. Evitan, por ejemplo, que sean atacados por su principal enemigo, las mariquitas ( Coccinellidae ).
Debido a que estos coleópteros son voraces consumidores de pulgones, si conseguimos potenciar el número de sus colonias en parques y jardines, les estaremos otorgando un estatus de controladores biológicos de plagas.
Además, las hormigas limpian los cuerpos de los pulgones, retiran los exoesqueletos secos de sus mudas y trasladan a los recién nacidos a otras partes de la planta que todavía no han sido parasitadas.
Atracción fatal entre pulgones y hormigas
La relación de beneficio mutuo entre pulgones y hormigas se conoce como mutualismo o cooperativismo, aunque en algunas ocasiones este romanticismo biológico desaparece y la balanza se desequilibra desfavorablemente hacia el lado de las hormigas.
Hay un tipo de pulgón, Paracletus cimiciformis , que tiene dos formas alternativas en su ciclo vital (morfos). Una de ellas es verde y de aspecto abombado, que mantiene una relación mutualista convencional con las hormigas, pero la otra, el morfo alternativo, es de color blanco y de forma aplanada, y puede ser confundida por las hormigas con sus propias larvas, por lo que en ocasiones comenten el error de depositar a estos pulgones en las cámaras de crías.
Cuando los pulgones están al amparo de la oscuridad clavan sus afilados estiletes a las larvas de las confiadas hormigas y succionan su hemolinfa, la sangre de los artrópodo-.
De esta forma, en los Paracletus cimiciformis conviven el corporativismo y el mutualismo agresivo, se podría decir que estos pulgones son el doctor Jekyll y Mr. Hyde de los invertebrados.
Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.