Desaprender para aprender: los expertos no viven bonito, los exploradores, sí

María aprendió ya de muy pequeña que lo mejor que podía hacer era conseguir un puesto fijo de funcionaria. Ya lleva algunos años trabajando en la administración pública. Cada día cuando entra a trabajar piensa viendo las caras de sus compañeros que quizás eso de tener trabajo para toda la vida no es ni tan importante ni da tanta felicidad. Acto seguido recuerda el mensaje que tantas veces le dijo su padre: si no eres funcionaria, no eres nadie.

Podría seguir y seguir citando ejemplos de personas que han incorporado algunos aprendizajes que les están condicionando la vida. Heredamos ideas de nuestros padres, sacamos conclusiones precipitadas y, a menudo, establecemos asociaciones erróneas entre situaciones que se dan aparentemente juntas pero sin relación entre ellas.

Siempre estamos aprendiendo, o por lo menos deberíamos estar aprendiendo. Tenemos un cerebro muy plástico que crece -y disfruta- con cada aprendizaje que realizamos. Pero, a pesar de que siempre estamos aprendiendo, no todo lo que aprendemos nos ayuda a tener una vida bonita.

Aprendemos por imitación , por inspiración y por deducción . Aprendemos de muchas maneras, pero no todo lo que aprendemos nos resulta de utilidad. A veces aprendemos bajo presión, a veces aprendemos de la persona errónea y a menudo aprendemos lo que podemos.

Pero de todo lo que aprendemos a lo largo de la vida, hay un aprendizaje que deberíamos desaprender : el de ser experto. En algún momento de nuestra vida, como explico en 'Piensa Bonito', incorporamos un aprendizaje en forma de «soy más listo que la mayoría de la gente» y ese erróneo aprendizaje provocará que el resto de nuestros análisis estén contaminados.

En un momento de nuestra vida necesitamos sentirnos seguros y autónomos y para poder ganar seguridad muchas personas incorporan una falsa seguridad que les convierte en «expertos» en todo. Como una especie de tertuliano somos capaces de hablar de todo, formarnos una opinión de cualquier tema y compartirla con una vehemencia digna de quien se considera superior. Como expertos basamos nuestros análisis en deducciones e inducciones que creamos a partir de informaciones parciales y limitadas , por lo que la probabilidad de errar en nuestros razonamientos es muy elevada.

A veces creemos que no podemos y, cómo no, no podremos. A veces creemos que no somos dignos de ser amados y nos apartamos de toda muestra de afecto. A veces creemos que hemos venido aquí a sufrir y nos abandonamos al sufrimiento.

Pero no te preocupes, tengo una solución para ti. Te propongo que dejes de pensar, de actuar, sentir y pensar como un experto y que empieces a adoptar la actitud de un explorador . En mi libro 'Wabi Sabi' , aprender a aceptar la imperfección desarrollo más este concepto.

Un explorador es una persona que tiene una actitud receptiva , que tiene ganas de descubrir y de descubrirse y que analiza con detalle cada elemento significativo de lo que percibe, piensa, siente o hace.

El explorador busca, explora e investiga. El explorador tiene la suficiente humildad como para aceptar que le quedan muchas cosas por descubrir, experimentar y aprender. El explorador, en definitiva, disfruta más intensamente de la vida, percibe más oportunidades e incorpora más conocimiento y de más calidad.

Querido lector, te animo a que dejes de ser un experto para que pases a ser un explorador. Si me aceptas un consejo, lo mejor que puedes hacer es desprenderte y desaprender todo aquello que te limita y aprender a pensar bonito , a explorar y a disfrutar de una vida más intensa y acorde a tus prioridades.