Arenque, el pez humilde que cambió la historia de la alimentación
Nutricionistas y chefs redescubren en él lo que nunca dejó de tener: un equilibrio casi perfecto entre sabor, sostenibilidad y salud
Soledad Barbacil
Hay peces que se ganan el prestigio por su rareza, y otros que lo hacen por su constancia. El arenque pertenece a este último grupo: modesto, abundante, nutritivo y capaz de alimentar a medio mundo durante siglos. Su silueta plateada ha surcado las aguas del ... Atlántico Norte y del mar del Norte desde tiempos remotos, y su influencia va mucho más allá de la mesa. El arenque fue motor de economías, razón de guerras y, sobre todo, un alimento esencial que permitió sobrevivir a pueblos enteros en épocas de escasez.
Un pez con historia
Antes de que existieran los congeladores o las rutas comerciales globales, el arenque era sinónimo de supervivencia. Su abundancia en los mares del norte de Europa y su facilidad para ser salado, ahumado o encurtido lo convirtieron en un producto básico durante la Edad Media. Noruegos, holandeses, daneses y británicos levantaron sus flotas sobre este pez, que también fue moneda de cambio y fuente de impuestos.
Los cronistas del siglo XV ya hablaban de «la fiebre del arenque», comparable en su época a la del oro. Las ciudades portuarias florecieron gracias a su comercio, y su presencia en la dieta europea se consolidó como un símbolo de la cocina popular. En España, aunque menos conocido que la sardina o el boquerón, el arenque salado formó parte del recetario tradicional de cuaresma y de las mesas humildes del interior, donde llegaba en barriles y se conservaba durante meses.
De alimento popular a pescado de culto
Con el tiempo, el arenque fue desplazado por especies más valoradas en el mercado, pero nunca desapareció. En los países nórdicos —Suecia, Noruega, Islandia o Finlandia— sigue siendo un ingrediente cotidiano, presente en ensaladas, sopas y celebraciones tradicionales. Su versión más célebre, el arenque marinado o sill, se sirve acompañado de patatas cocidas y crema agria, y forma parte inseparable de la identidad gastronómica escandinava.
Hoy, el arenque experimenta un renacimiento discreto gracias a la revalorización del pescado azul y de los alimentos ricos en omega 3. Nutricionistas y chefs redescubren en él lo que nunca dejó de tener: un equilibrio casi perfecto entre sabor, sostenibilidad y salud.
El valor nutricional del arenque
Bajo su carne firme y brillante se esconde una fuente excepcional de ácidos grasos omega 3, esas grasas saludables que el cuerpo humano no puede producir por sí mismo. El arenque contiene hasta dos gramos de omega 3 por cada 100 gramos de producto, una cifra comparable —e incluso superior— a la del salmón. Estos ácidos grasos son esenciales para la salud cardiovascular, ayudan a regular los niveles de colesterol y triglicéridos y poseen un efecto antiinflamatorio demostrado.
Además, el arenque aporta proteínas de alto valor biológico, con todos los aminoácidos esenciales, y una cantidad apreciable de vitamina D, crucial para la salud ósea y el sistema inmunitario. También es rico en vitamina B12, selenio, fósforo y hierro, minerales necesarios para el buen funcionamiento del metabolismo.
A diferencia de otros pescados grasos, el arenque suele contener niveles bajos de mercurio debido a su tamaño pequeño y su corta vida, lo que lo convierte en una opción segura y recomendable incluso para niños y embarazadas.
Entre el mar y la ciencia
El interés científico por el arenque ha crecido en los últimos años. Diversos estudios lo sitúan entre los alimentos más completos del grupo de los pescados azules, con un perfil graso ideal para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y mejorar la función cognitiva. Sus lípidos actúan sobre la membrana neuronal, favoreciendo la transmisión de señales en el cerebro y protegiendo frente al deterioro cognitivo asociado al envejecimiento.
La presencia de antioxidantes naturales como la astaxantina, un pigmento que le otorga tonalidades rosadas o doradas, también ha despertado interés en el campo de la nutrición preventiva. Este carotenoide, presente en el plancton que el arenque consume, actúa como barrera frente al estrés oxidativo celular.
Un sabor con carácter
Aunque su nombre evoca a menudo la idea de salazón o pescado fuerte, el arenque fresco tiene una carne delicada, sabrosa y de textura firme. En la cocina mediterránea puede prepararse a la plancha, al horno o en escabeche, manteniendo su perfil saludable y su riqueza de sabor.
Las versiones ahumadas o marinadas, populares en el norte de Europa, conservan buena parte de sus nutrientes, aunque con un contenido mayor de sal. En los últimos años, los chefs españoles han comenzado a reinterpretar el arenque en clave moderna: sobre tostadas con aguacate, en tartar, en croquetas o como ingrediente de arroces marineros. Es una forma de reconciliar tradición y contemporaneidad, devolviendo prestigio a un producto que nunca dejó de ser valioso.
El arenque y la sostenibilidad
En tiempos de crisis climática y sobrepesca, el arenque representa un ejemplo de equilibrio ecológico. Su pesca, regulada y gestionada con criterios científicos en la mayoría de los caladeros del Atlántico norte, ha sido considerada una de las más sostenibles del mundo. Es un pez abundante, de rápido crecimiento y con bajo impacto ambiental, lo que refuerza su papel como alternativa responsable a especies más presionadas, como el atún o el salmón de cultivo.
En España, algunos proyectos pesqueros y gastronómicos comienzan a apostar por su consumo responsable, promoviendo el arenque como un pescado azul de proximidad con gran potencial culinario y ecológico. Su bajo coste y su versatilidad lo convierten, además, en un aliado contra la inseguridad alimentaria.
Entre el pasado y el futuro
El arenque no es solo un alimento; es un testigo del tiempo. Su historia resume la evolución de la relación entre el ser humano y el mar: del sustento a la industria, de la necesidad a la conciencia.
Hoy, en una era de redescubrimiento gastronómico, el arenque se presenta como un símbolo de sobriedad inteligente: un pescado humilde que ofrece lo que muchos alimentos de moda prometen, pero sin artificio. Es nutritivo, accesible y respetuoso con el medio ambiente.
Quizá por eso, en los mercados del norte y en algunos puertos del sur, vuelve a ocupar el lugar que le corresponde. En cada filete de arenque se concentra una historia de resistencia, una lección de nutrición natural y un recordatorio de que, a veces, el lujo está en la sencillez.
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