La única lenteja ultrarresistente al cambio climático crece salvaje en Sierra Nevada

La última iniciativa que marca un hito en esta carrera es el hallazgo de una legumbre ultrarresistente al cambio climático, gracias a la aplicación de la inteligencia artificial. Una vez localizada, en un futuro podría servir para hibridarla con las especialidades comerciales más vulnerables y convertir a éstas últimas en especies superdotadas contra el clima adverso.

La investigación que ahora da sus frutos se ha centrado en las lentejas -fuente de proteína vegetal básica- y ha contado con la aportación de ecólogos, ingenieros, biólogos y científicos de datos, que han trabajo durante cuatro años para dar con la especie más fuerte a un hongo que enferma a la planta hasta destruir los cultivos de forma masiva.

«Las plantaciones serán más sensibles a la roya -nombre de la enfermedad provocada por este hongo- debido al cambio climático. Por las características de España en cuanto a suelo y clima, la lenteja que cultivamos aquí tolera bien la escasez de agua, pero el cambio climático, más acuciado en España, provocará un incremento de las precipitaciones y de la humedad en algunas zonas del país que, a su vez, facilitarán la aparición de la roya. Y nuestras legumbres no están adaptadas a esas condiciones», coordinador de este estudio y director académico en el Centro Universitario U-tad, Javier Algarra.

Las áreas geográficas más vulnerables a estos cambios también han sido identificadas por el modelo matemático desarrollado para realizar predicciones a medio plazo. Si la precisión de este último no falla, Aragón, el sureste peninsular y Andalucía Oriental serán las zonas más sensibles en el año 2040. Para entonces, añaden los investigadores en sus conclusiones, la producción de esta legumbre, el trigo, las patatas o los cereales podría caer hasta un 70% en el peor de los escenarios.

Con este panorama, la búsqueda de una especie resistente a esos escenarios centró el trabajo de investigación. «Hacer el trabajo a pie de campo con métodos tradicionales habría sido inabarcable, pero gracias a la inteligencia artificial y al procesamiento de datos ha podido ser identificada», puntualiza Algarra. «Gracias al avance de la tecnología, podemos desarrollar métodos secuenciales que permiten mejorar la calidad de las predicciones con menos datos», defiende.

A pesar de la ventaja tecnológica con la que se ha contado, el trabajo no ha estado exento de su parte laboriosa y artesanal. Por el laboratorio del Instituto de Alimentación Sostenible del CSIC, ubicado en Córdoba, han pasado lentejas de poblaciones ubicadas en más de 400 sitios. Finalmente, unas 300 han sido sometidas a un proceso de infección, y posterior análisis, para valorar su resistencia a la citada enfermedad.

Recopilados los datos, el modelo matemático ha concluido que la 'súperlenteja' crece salvaje en la cumbre de Sierra Nevada, dentro de los límites del Parque Nacional. «En apariencia es un hierbajo más, pero de altísimo valor. Nuestro planteamiento, una vez localizada, es que lo más interesante es que tomen medidas de conservación 'in situ' para dejarlas crecer en su entorno y saber que, en cuanto las necesitemos, van a estar ahí para poder mezclarlas y mejorar la resistencia del cultivo de otras comerciales», explica el citado investigador.

La conservación de estos 'parientes silvestres', verdadero objetivo final del trabajo científico, forma parte de la política de la Unión Europea para combatir las consecuencias del cambio climático en la agricultura. Y, aunque la tenga y se hace con vistas a un futuro que imponga adaptar los cultivos, «la aplicación práctica no es realmente lo que se buscaba», reconoce Algarra.

Gracias al modelo matemático en el que también han colaborado investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid y de la Universidad Rey Juan Carlos, se han podido identificar otras 16 familias de legumbres con buena resistencia que crecen en zonas del Mediterráeno más cercanas al litoral y las islas, y que podrían tener la misma aplicación en un futuro. Lo interesante, tal y como insisten desde el centro U-tad, es el impulso de políticas de protección especial para estas especies que, como concluye Algarra, «no se pueden perder bajo ningún concepto».