Los argelinos confirman su divorcio con las urnas

No ha habido incidentes de importancia, señaló el jefe de la misión de observadores de la Unión Europea , el español José Ignacio Salafranca, que por primera vez recibien autorización para presenciar un proceso electoral en el país magrebí.

Como hace cinco años, cuando las participación rebasó por poco un tercio, todo apunta a que en las legislativas de este jueves se va a repetir el «voto de la desgana» , es decir, la ausencia masiva de ciudadanos en las urnas. Así empieza a confirmarlo esos primeros datos parciales de participación.

Es una manera de expresar la desconfianza en las reformas democráticas que el jefe del Estado, que votó esta mañana en Argel junto a dos de sus sobrinos, trata de vender a un pueblo aquejado de un incurable ataque de incredulidad y que, además, ve cómo el reparto de las riquezas, especialmente las de los hidrocarburos, ni les rozan.

La Primavera Árabe pasó de puntillas por Marruecos y Argelia . Las revoluciones se quedaron en intento y los regímenes de ambos países amagaron con reformas, es decir cambios de fachada, para evitar verse salpicados por las revueltas. La realidad es que el tradicional ritmo de las cosas no ha cambiado mucho, ni siquiera con la llegada de los islamistas al poder en el reino alauí.

Los argelinos acuden hoy a las urnas para elegir a 462 diputados con la seguridad de que no habrá revolución, pero sí con la duda de si los barbudos se alzarán con la victoria como ha ocurrido en el país vecino, en Túnez y en Egipto . Los pronósticos los sitúan bien en la carrera parlamentaria. Y ellos mismos se ven como ganadores.