La relación que el presidente tuvo con McNear fue sobre todo epistolar. Se conocieron en Los Ángeles, antes de que Obama se fuera a estudiar a Columbia en 1982. A Genieve Cook la conoció en una fiesta de navidad en 1983, y estaría saliendo con ella durante hasta 1985.
McNear recuerda que Obama estaba « obsesionado con el concepto de elección », y reflexionaba cosas como: «¿Tenía opciones reales en su vida? ¿Se tiene libre albedrío?»
Obama se quejaba de estar « atrapado sin una clase , una estructura o tradición» que le apoye, y envidiaba la vida bien definida de sus amigos pakistaníes.
Sobre el que se hacía llamar por entonces Barry, Cook recuerda que aunque la pasión sexual era evidente , en otros aspectos de la relación con Obama había complicaciones. Sobre el fin de su noviazgo, Cook dice en el libro que cree que esperaba que el tiempo cambiase las cosas y él se enamorase de ella.
En el diario de Genieve Cook se puede comprobrar el trabajo que le costaba a la joven comprender al veinteañero Obama: «¿Cómo es tan viejo si solo tiene 22 años?» . También reconocía que a pesar de sus ironías y su burlona sonrisa encontraba su actitud un tanto amenazante.
Cook describe al presidente como un joven con una camiseta de chicas con grandes pechos y «marcado por los olores del sudor, por haber estado corriendo, desodorante, tabaco, pasas, dormir...»
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