«Follies», sueños bajo los focos
Mario Gas presenta en el teatro Español por primera vez en nuestro país el musical de Stephen Sondheim
JULIO BRAVO
Un viejo teatro neoyorquino, antiguo templo de las variedades y ahora en vísperas de su demolición para convertirse en un párking. Su antiguo empresario, Dimitri Weissman, creador de una serie de revistas conocidas como «follies» (un inequívoco guiño a Florenz Ziegfield) quiere que el ... teatro viva una última noche de gloria y reúne en una fiesta a los artistas que pasaron en algún momento por su escenario.
Éste es el punto de arranque de «Follies», un musical escrito por Stephen Sondheim (música y letras) y James Goldman (libro), estrenado en 1971 en Nueva York y que el teatro Español presenta desde el pasado día 10, y que se ha convertido en el máximo acontecimiento escénico en la capital en este año 2012. Dirigido por Mario Gas, cuenta con la dirección musical de Pep Pladellorens (durante mucho tiempo mano derecha del desaparecido Manuel Gas, imprescindible en los montajes de su hermano Mario); en el reparto, nombres como los de Vicky Peña, Carlos Hipólito, Muntsa Ríus, Pep Molina, Massiel, Asunción Balaguer, Teresa Vallicrosa, Mónica López, Linda Mirabal, Marta Capel, Diego Rodríguez, Julia Möller, Ángel Ruiz, Joana Estebanell, Mamen García, Lorenzo Valverde y Josep Ruiz . El propio Mario Gas se sube a escena (camuflado bajo el seudónimo de Gonzalo de Salvador) para encarnar al empresario Weisman.
La ficha artística se completa con una decena de intérpretes más y una orquesta de más de una veintena de músi cos. La versión del texto es de Roser Batalla y Roger Peña; la escenografía la firman Juan Sanz y Miguel Ángel Coso; el vestuario es de Antonio Belart, la iluminación de Paco Ariza, el diseño de sonido de Roc Mateu, las proyecciones de Álvaro Luna, y las coreografías de Aixa Guerra y Lluís Méndez (claqué).
En el momento del estreno de «Follies», Stephen Sondheim era ya un reconocido autor en Broadway, donde comenzó como letrista («West Side Story», «Gypsy»); su primera obra como autor de la música y de las letras fue «A funny thing happened on the way to the Forum» (conocida en España como «Golfus de Roma»), que obtuvo en 1963 el Tony al mejor musical; siguieron después «Anyone can whistle» (1964) y «Company» (1970). El proceso de producción de «Follies» duró más de cuatro años, y vio la luz de la mano de uno de los grandes directores y productores de aquel momento: Harold Prince , que dijo, a propósito de la obra, que «examina el comportamiento obsesivo, la neurosis y la autoindulgencia del modo más microscópico que yo conozco».
«Un compositor eximio»
Mario Gas es un devoto confeso de Stephen Sondheim, un autor del que ya ha montado «Golfus de Roma», «Sweeney Todd» y «A little night music». «Sondheim –dice el director del Español– es un compositor eximio, de una poderosa creatividad; un genio que posee un lenguaje singular y una manera particular de enfocar el hecho teatral ; siempre está atento a la emoción, a la reflexión, sus textos y sus músicas son indisolubles, unos y otras expresan los mismos sentimientos. Es, sin duda, el gran renovador del género porque, frente a otros títulos más “evasivos”, sus obras se apoyan en conflictos dramáticos interesantes. Es teatro con música».
Aunque «Follies» es una obra coral, con cerca de una treintena de personajes, la obra se centra en la historia de dos parejas: Phyllis Rogers y Benjamin Stone, por un lado, y Sally Durant y Buddy Plummer, por otro. Ellas fueron coristas de las «follies» de Weisman y ellos dos jóvenes que las esperaban a la salida del teatro. «La obra muestra la evolución de esos cuatro personajes, adónde han ido a parar sus sueños, cómo ha influido en ellos el paso del tiempo, sus frustraciones... “Follies” es una reflexión sobre las relaciones humanas y cómo nos aplasta el tiempo».
Sondheim entrelaza pasado y presente, sueño y realidad, en la vida de estas dos parejas; y también en la de otros personajes y en el propio teatro. Las huellas son evidentes de una manera u otra en los artistas que pasaron por el viejo teatro : Carlotta Campion (Massiel), que entona un significativo «Estoy aquí» («I’m still here», una de las más significativas canciones del musical; Hattie Walker (Asunción Balaguer), también intérprete de uno de los temas más recordados del musical, «Soy corista» («Broadway Baby»); Heidi Schiller (Linda Mirabal), Stella Deems (Teresa Vallicrosa), Solange LaFitte (Mónica López), el matrimonio Emily y Theodor Whitman (Mamen García y Lorenzo Valverde), y el maestro de ceremonias, Roscoe (Josep Ruiz).
Profesión frágil
No es «Follies», asegura Mario Gas, una obra «nostálgica», sino una «mirada lúcida, tierna, triste y emocionante sobre las relaciones humanas». Los actores, «una profesión muy frágil» según palabras del director de escena, reciben en esta obra un homenaje sentido y cariñoso por parte de Sondheim. El autor, dice Gas, «muestra su amor por una época que se terminó, por una profesión efímera; pero no lo hace con nostalgia, no es un “cualquier tiempo pasado fue mejor”; la obra va más allá en este sentido, porque su homenaje mira al presente y al futuro, lleno de ternura, emoción y lucidez».
«Follies», insiste Gas, «es magnífico teatro con música extraordinaria». No cree que el musical sea un género menor, sino que hay musicales mejores o peores, igual que sucede con el teatro de texto, la ópera o la opereta; «todo es teatro, y cuando una historia es buena no importa el género. En el musical, las canciones son una manera de expresar lo que el personaje quiere decir; otra cosa es la calidad y la intención».
Seres humanos en conflicto
En «Follies», continúa, «hay un texto muy bien dibujado, con seres humanos en conflicto; es una obra sensible, lúcida y glamourosa. Y yo he contado con una compañía excepcional, que han trabajado con un gran cariño y un gran amor». J ustifica Mario Gas a presencia de un título así en un espacio público en que es, insiste, «muy buen teatro; tenemos la obligación de emprender proyectos de calidad que por la longitud de sus repartos o por su envergadura no pueden asumir las empresas privadas. Conviene además que nos enfanguemos en todos los estilos. Y un teatro público debe atender, sobre todo, a la rentabilidad de sus propuestas, y aquí hemos hecho un trabajo estricto y necesario».
Mario Gas no ha variado ni el lugar, Nueva York, ni la época, 1971, en que se estrenó «Follies». «Todo tiene sentido así, y probablemente dejaría de tenerlo si lo variáramos y lo trajéramos, por ejemplo, a nuestros días. Los personajes viajan en la memoria a los años treinta, cuarenta... Y la música de Sondheim refleja ese viaje de la realidad a la ensoñación» .
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