«Follies», memorias de un escenario
Mario Gas dirige en el Teatro Español uno de los grandes musicales de Stephen Sondheim
JULIO BRAVO
«Una mirada lúcida, tierna, triste y emocionante sobre las relaciones humanas; un homenaje despojado de nostalgia a una profesión tan frágil como es la del mundo del espectáculo ». Eso es, según Mario Gas, «Follies», el musical de Stephen Sondheim que ocupa desde ... hoy el escenario del Español. Es una de las más ambiciosas producciones de este teatro en los últimos años, y ha creado una notable expectación. Cuenta con dirección musical de Pep Pladellorens —durante muchos años la mano derecha del desaparecido Manuel Gas, cuyo nombre lleva la orquesta del espectáculo— y un reparto donde figuran artistas como Vicky Peña, Carlos Hipólito, Muntsa Rius, Pep Molina, Massiel, Asunción Balaguer, Linda Mirabal, Teresa Vallicrosa, Mónica López, Marta Capel, Julia Möller, Diego Rodríguez o Ángel Ruiz.
«”Follies” es —dice rotundo Mario Gas— teatro; teatro con música que, en este caso, ha escrito un compositor eximio que está además siempre atento a su alrededor; no es un musical solo de entertainment; quiere proporcionar un placer al público, claro, pero busca la emoción, la reflexión y la observación de lo que les sucede a los seres humanos en la sociedad que les rodea. En este caso, Sondheim habla también sobre el paso del tiempo y cómo erosiona las creencias, las vivencias».
Incide Carlos Hipólito en el carácter teatral del género. «Cuando se hace verso, los personajes piensan en verso y por ello lo utilizan para expresarse. En el musical, piensan cantando, no se ponen a cantar , y la música es su manera de expresar sus emociones ». «Y como letrista de sus propias canciones —añade Vicky Peña—, la música y las palabras están contando lo mismo; esa es una de las grandes cualidades de Sondheim».
«Follies», situada en el Nueva York de comienzos de los setenta (y ahí lo ha dejado Mario Gas) cuenta la historia de un viejo teatro que fue en el pasado un templo de las variedades, y que tras pasar por distintos estados —incluso cine porno— va a venderse para convertirse en un aparcamiento. El viejo empresario del teatro, Dimitri Weissman (Lorenzo Valverde), reúne allí a los artistas supervivientes de los años de esplendor de aquel lugar. Sondheim juega entonces con el presente y el pasado a partir sobre todo de la historia de dos parejas, los Stone y los Plummer .
«Follies», sigue Mario Gas, «es una espléndida función de teatro: por la música, por el libreto, por los personajes que pinta, por esa especie de homenaje a un tiempo pasado que no se queda en la nostalgia, por la fragilidad de unos personajes que pertenecen a una profesión que es también frágil... Cuenta la evolución de esos personajes cuando ya no están en ese lugar que es el escenario, donde los aplausos parece que llenan una vida, y solo llenan unos minutos... Y, sobre todo el conflicto de las dos parejas protagonistas y cómo ha pasado el tiempo por ellos, en qué se han convertido sus ilusiones, cuáles son sus frustraciones , qué ha ocurrido con ellos al dejar de ser lo que querían ser... Es teatro musical brillante, coherente y muy potente».
El pulso del espectáculo, añade Mario Gas, lo da la música . «Para mí, el teatro de texto ya es una partitura donde están metidos los ritmos, los tempi, las emociones, las racionalidades; más aún en los espectáculos donde lo sustantivo está en la música. El punto de partida es la partitura, las emociones que expresa, y la historia que cuenta; el paso siguiente es amalgamar las dos. La música, cuando es buena, no es únicamente brillante sino que es una expresión de lo que quiere contar el autor. Y eso en Sondheim es muy claro. “Follies” tiene dos tipos de música: una llamémosla contemporánea, que es la que cantan los personajes cuando están en los años setenta, y otra al revisitar ese mundo de la revista , que abarca casi treinta años, donde de una manera absolutamente genial, personal y con partituras nuevas, exhibe melodías que crees que has oído mil veces. Sondheim muestra así su respeto y su amor por la tradición, pero al tiempo de renovación, de búsqueda, de viaje hacia adelante; no solo como excelente letrista, sino también como compositor».
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