El «estajanovismo» vuelve a Ferraz

Muy mal ha tenido que verlo para arriesgarse a un tercer revés que al final no ha sido. Lo más sintomático de su discurso en los jardines fue el argumento: «Quiero mucho a Chacón, pero esto no va de afectos»; así como que Alfonso Guerra respondiera tajante el pasado viernes: «Con Rubalcaba», al ser preguntado por los periodistas a la entrada del 38 Congreso: ¿Con quien va? Ambos, así como Chaves, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, José Bono, Patxi López y buena parte del «aparato» veían con máxima preocupación la degradación de la sigla y, sobre todo, las perspectivas de futuro si Rubalcaba no frena el deterioro.

Una persona del entorno del ya secretario general reprochaba hace semanas en voz baja a Chacón y los suyos que insistieran tanto en defender la alegría. «Pero ¿de qué alegría hablan —se preguntaba esta fuente— si tenemos un país con cinco millones de parados y nosotros vamos a tener que hacer un ERE del 40% en el PSOE y sus fundaciones?». Desde el primer momento, ella se erigió en heredera de aquel movimiento «Nueva Vía», el grupo que aupó a Zapatero al poder en el año 2000, muchos de cuyos componentes han seguido manteniendo ese aire adolescente de grupo de amigos universitarios muchos años después de llegar al poder. Y el domingo, en la última cena de Zapatero con la Ejecutiva, reprodujeron ese tic.

La publicación en Twitter de una fotografía con Juan Fernando López Aguilar tocando la guitarra transmitió una imagen de irrealidad para otros sectores del partido que, a buen seguro, se acabará con la entrada de Rubalcaba en la planta quinta de Ferraz.

No lo va a tener fácil. Empezando por suturar el enorme enfrentamiento interno, incluso en lo personal, que ha dejado el 38 Congreso, y siguiendo por el ERE que tendrá que acometer tras la reducción de ingresos socialistas —en torno a los dos millones de euros mensuales— debido a la pérdida de subvenciones institucionales.

Anoche, este experto en «travesías del desierto» políticas —ya hizo una entre 1996 y 2000— intentaba poner las pilas a los suyos: «Yo soy estajanovista». «El lunes, Pepe (Griñán), ni te cuento, trabajar, trabajar y trabajar para ganar Andalucía, que no se me ha olvidado, y también en Asturias», le ha dicho además al secretario general asturiano, Javier Fernández.

Ha convencido a una mayoría de los 956 delegados con un discurso en el que no habló tanto de resistencia al PP, que fue el eje de la intervención de Chacón, como de «responsabilidad» en una oposición útil que haga que los ciudadanos vuelvan a confiar en el PSOE. Y dijo, insistiendo en la idea de que está de paso, que le gustaría ser recordado cuando se vaya como González y Zapatero: «Lo importante no es llegar sino saber salir». «No creo que sea el momento de los liderazgos personales —había dejado dicho por la mañana—. Nunca he creído en salvadores y ahora menos que nunca». El tiempo dirá si es cierto que no habrá «rubalcabismo» durante su período al frente del partido. Y aunque dejó dicho también que con él no habrá ejercicios de «radicalismo verbal» en el PSOE, lo cierto es que al minuto siguiente sorprendió afirmando que si el Ejecutivo de Mariano Rajoy —el presidente del Gobierno le telefoneó anoche para felicitarle— sigue con contrarreformas como el cambio anunciado en la ley del aborto o la supresión de Educación para la Ciudadanía, «el PSOE se planteará el acuerdo con la Santa Sede». En un duro discurso en lo orgánico, advirtió que«no soy sectario, odio el sectarismo. No soy sectario ni con quienes son sectarios conmigo».

Por eso, con él de secretario general en los próximos cuatro años no va a haber «salvoconductos en la vida interna del partido. Habrá que ver si la negociación de la conformación de la Ejecutiva Federal no deja más heridos de los que ha dejado ya la batalla por la Secretaría General.