El parque automovilístico se hace mayor
La crisis y el desplome de las ventas ha disparado la proporción de vehículos de más de diez años a niveles históricos
LUIS M. ONTOSO
En el sector del automóvil, el 2011 era considerado el inicio de una etapa, una especie de «año cero» en el desarrollo del coche eléctrico. Las grandes marcas anunciaban sus nuevos modelos dirigidos al mercado generalista, el Ministerio de Industria aprobaba un plan de ayudas, ... que finalizará en noviembre, de 72 millones de euros e, incluso, ya se podían ver en las calles de las principales ciudades —esforzándose mucho, eso sí— los primeros puestos de recarga. Atrás quedaba un ejercicio de 2010 repleto de buenas palabras y promesas incumplidas.
Sin embargo, el desplome de las matriculaciones, que en septiembre registraron el nivel más bajo de los últimos quince años al situarse en 55.572 turismos, ha echado por tierra todo atisbo de optimismo. Y no solo eso. La crisis, en una de sus implacables y contradictorias respuestas con las que suele zarandear alegremente las previsiones institucionales y corporativas, ha generado la situación inversa: la renovación del parque automovilístico se ha estancado , hasta el punto de que corre el riesgo de convertirse en el más envejecido de la historia de España.
No solo se aplaza la entrada del coche eléctrico, sino que, además, el parque español parece atrapado en un deterioro brusco y prematuro. La patronal de los fabricantes de automóviles (Anfac) y de los vendedores (Ganvam) advierten de que el año que viene la proporción de los turismos de diez años podría superar el 42% del total, un porcentaje hasta ahora desconocido.
Antes de la ya bautizada como Gran Recesión, España se encontraba cerca de la media de la edad de los vehículos en Europa, entre los seis y siete años. Fue a partir de 2007 cuando la brecha comenzó a aumentar de manera significativa. En poco más de cuatro ejercicios, el número de turismos con más de diez años pasó de los siete a los nueve millones. Y las previsiones son aún más alarmantes . El sector teme que en 2012 este tipo de automóviles representarán el 42% de todos los coches en circulación.
«La crisis ha agudizado el envejecimiento del parque y no veo ningún síntoma de mejora. A este ritmo, el año que viene se incorporarán un millón de vehículos de más de diez años», lamenta Juan Antonio Sánchez Torres, presidente de Ganvam.
La enfermedad tiene una fase de desarrollo conocida, pero, de momento, no se le conoce remedio. El parque envejece a un ritmo anual del 21%, si bien en algunas regiones, sobre todo del sur y el levante, supera el 25%. En el caso de Murcia, por ejemplo, el deterioro se cifra en un 26,5%. «Incluso, hemos adelantado a Grecia en antigüedad de vehículos», señala Sánchez Torres.
Anfac y Ganvam coinciden en sus reclamaciones. Ahogada la demanda por la escasez de crédito, el único camino para atajar el problema pasa por adoptar «necesarias políticas de renovación», unas medidas supeditadas a un contexto económico poco propicio para pedir ayudas públicas. Las organizaciones echan cuentas y piden responsabilidades. Aseguran que los 72 millones destinados al despegue del coche eléctrico habrían resultado suficientes para sufragar la venta de unos 140.000 turismos bajo un plan de ayudas directas a la compra, como el extinto —y añorado por el sector— Plan 2000E.
Las consecuencias de ese parque achacoso trasciende el sombrío panorama económico, dada su clara influencia sobre la seguridad vial y la contaminación medioambiental. «Los vehículos de más de diez años carecen del equipo de seguridad tanto activa como pasiva, adecuado tanto para los propios ocupantes del vehículo como para el resto de usuarios de la vía, como un sistema de frenado poco eficiente, carencia de sistemas de control de la estabilidad...», explica Ana Galán, vicepresidenta de la plataforma «Stop Accidentes».
Entre esas mejoras técnicas también se incluye un menor consumo energético. «Su influencia es determinante. Un vehículo nuevo consume un 20% menos que uno viejo», subraya Arancha Mur, directora económica de Anfac. «Para este tipo de problemas estructurales se necesitan remedios con una continuidad, no coyunturales», concluye.
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