CORAZÓN DE LEÓN
CÉSAR Y MESSI
VICENTE ángel pérez
Sólo el fútbol puede oxigenar el alto y el descanso en el camino politiquero que agota a los peregrinos del solar patrio ¿Qué sería de este páramo sin el «buenos días nos dé Dios», «vaya tiempo que tenemos», y la tertulia en la barra del ... bar respecto a las pasiones futbolísticas del personal? Ahora está de penosa moda hablar de la crisis económica, de los políticos ineptos o del invierno que se avecina, pero lo que sigue primando, y privando, es el fútbol. Pues bien, hoy toca la canción de antaño: «¿Por qué, por qué, los domingos por el fútbol me abandonas?», que en 1963, cuando sólo había fútbol los domingos, cantaban Gelu en España y Rita Pavone en Italia Y sí, este primer domingo de octubre toca hablar del «tiki-taka» y de «así pasen sesenta años»; o sea, de la «pulga» y del «pelucas»; véase, de Messi y de César; o sea, del argentino y del leonés.
Ahora los futbolistas son jóvenes, guapos y con dinero (¿qué más quieres, Baldomero?), pero a mediados del siglo pasado los había calvos que no precisaban de la cresta en el pelo para acariciar el balón; era el caso, por ejemplo de Alfredo di Stéfano, Bobby Charlton o César Rodríguez, conocido como el «pelucas» y ahora revivido en la memoria futbolística por mor del melenudo Lionel Messi, este argentino, joven y con dinero, que lleva marcados 194 goles con la camiseta blaugrana, tantos como aquel Kubala ya mítico. Resulta que el personal se ha enterado ahora de que un tal César es, con 225 goles, el mayor goleador de las historia del Fútbol Club Barcelona. Dicen los videntes cronistas deportivos que el argentino pronto asaltará el trono de César, aunque obvien, u olviden, que en la época del leonés sólo competían 14 equipos en la Liga, y no 20 como en la actual; o que por entonces no existía la maratoniana Champions, ni siquiera la Copa de Europa; o sea, que el gran calvo tuvo que forjar su leyenda en cinco Ligas, tres Copas de España y dos Copas Latinas.
El fútbol leonés anda de capa caída, con la Cultural en los infierno de la Tercera, peleándose con el Atlético Astorga o el Bembibre, y con la Ponferradina recién descendida de la nube de la Segunda División. No mejor le pinta al de la comunidad de Castilla y León, cuyos aficionados tienen que echar mano de los recuerdos para disfrutar tiempos gloriosos con el Numancia, el Valladolid, el Salamanca o el Burgos midiéndose con los mejores de la Primera. Ahora, el recuerdo, vía Messi, del leonés César (a cuya memoria atribuye Zapatero sus preferencias culés) ha recuperado también a Marianín, el «jabalí del Bierzo» de los años setenta y a Felipe Miñambres, el «fino estilista» astorgano que llegó a jugar con la Selección en el Mundial de EE. UU. de 1994, y de otros internacionales de la tierra, como De la Cruz y Juan Carlos Rodríguez. Ahora, cuando ya se asoma el incierto invierno, es un bálsamo, al menos deportivo, el recuerdo de unos tiempos en los que el fútbol leonés pisaba fuerte por los campos de España, tan fuerte que la huella de algunos perdura, sesenta años después, como la de un imperial César.
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