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LIBROS

Ian Gibson: «Lorca es del mundo y de la humanidad»

El hispanista apela a la "magnanimidad" de la derecha y de la familia para encontrar los restos del poeta

DANIEL ROLDÁN

Ian Gibson (Dublín, 1939) muestra cierta resignación cuando se le pregunta sobre los restos de Federico García Lorca, el hombre (o el mito) al que lleva enganchado cuatro décadas. El último intento de encontrar al poeta se produjo hace dos años, en la zona del Alfacar (Granada) donde fue fusilado. Sin embargo, después de tres meses de excavaciones, los investigadores determinaron que en esa zona no se había enterrado a nadie. Después de este descubrimiento, la búsqueda de los huesos está parada. "No me gusta no saber dónde están. Es malo para la familia y para el mundo", argumenta el hispanista.

Las teorías sobre dónde está la sepultura del poeta son dispares. Que si están en la cripta de la catedral de Granada, en la Huerta de San Vicente o incluso en Nerja. Ideas que se quedarán en eso, ya que Gibson está convencido de que desde las instituciones granadinas no se va a hacer nada. "El ayuntamiento y la diputación están en manos del PP y no quieren saber nada de dónde están", indica el historiador, que también mandó un recado a los socialistas. "Cuando estaban ellos, no quitaron el monumento a Primo de Rivera". Gibson se muestra partidario de un partido que "desentierre de verdad a los muertos" o políticos que asuman este compromiso, sean del partido que sean. Pone como ejemplo al Ayuntamiento de Málaga (gobernado por los populares), que ha permitido las exhumaciones en el cementerio de San Rafael, donde se han encontrado tres mil cuerpos.

El hispanista británico está convencido de que encontrar a Lorca, "el desaparecido más famoso de la Guerra Civil", sería bueno porque "España tiene que recuperar a sus muertos". "Lorca pertenece al mundo y la humanidad y se debería hacer un esfuerzo. Si la derecha fuera magnánima, todo esto se podría resolver", argumentó el escritor, que también criticó a la familia del poeta por su negativa a la exhumación. "No es normal que una familia que dice ser progresista esté como una piña en contra. No lo entiendo”, comenta. A Gibson le encantaría añadir el capítulo sobre la tumba de Lorca a su monumental biografía sobre el poeta de Fuente Vaqueros que publicó en dos tomos en 1985 y 1987. Ahora, cuando el 18 de agosto se cumplieron 75 años de su muerte, Crítica publica la obra de mil quinientas páginas en un solo volumen y en la que Gibson solo ha matizado algunos puntos.

La voz y América

A pesar de llevar más de cuarenta años estudiando la vida del genio granadino, el hispanista dublinés todavía cree que hay lagunas biográficas. Además de la consabida muerte, hay pocos detalles sobre la estancia de García Lorca en América. Poco se sabe de lo que hizo en Nueva York, aunque Gibson considera que la clave la puede tener la familia de Rafael Martínez Nadal, que guarda con celosía la correspondencia que mantuvieron los dos durante años. El poeta español mantuvo una estrecha amistad, algunos autores hablan de pasional, con su antiguo compañero en la Residencia de Estudiantes.

Tampoco se tiene mucho conocimiento sobre qué hizo el escritor en Cuba, donde permaneció cuatro meses después de abandonar la ciudad de los rascacielos. "Se lo pasó muy bien. No hay que olvidar que Lorca era músico y tocaba muy bien el piano", apunta el historiador. En alguna carta a su madre, menciona que había interpretado "chuminadas", pero que en realidad eran piezas magistrales realizadas al piano. Pero Gibson anhela otra cosa por encima de encontrar alguna carta o esbozos de poesía. Estaría encantado ("me moriría allí mismo") si pudiera escuchar la voz de Federico García Lorca.

El escritor andaluz fue muy prolijo en sus actuaciones. Acudió a muchas entrevistas y participó en muchos recitales donde las radios, sobre todo en Argentina y Uruguay, lo grababan todo. Pero hasta ahora no hay ninguna grabación. "En algún sótano de Buenos Aires, estará la voz de Lorca en un disco sin etiqueta", se muestra esperanzado Gibson. Porque en los dos países que comparten la desembocadura del río de La Plata, Lorca fue un auténtico ídolo. "Aparecía en todos los periódicos. La gente en Buenos Aires llenó durante meses un teatro para ver sus obras. No solo era el poeta, sino también un gran hombre del teatro", aduce Gibson.

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