Manuel Martín Ferrand: «España es un país muy mal educado»
«Hoy, vas al Metro y te empujan, sales de casa y te empujan... Mis maestros han sido mi mayor suerte»
ANTONIO ASTORGA
Manuel Martín Ferrand es periodista y de La Coruña. Stop. Novela de amor hacia una profesión y una ciudad que lleva incardinadas en su alma ad libitum . Su vida son grandes historias y lecciones magistrales de radio, televisión y periodismo, como el artículo ... premiado con el Cavia: «El ciudadano Vargas Llosa». «Mario es un hombre comprometido, que vive conforme a sus ideas, en concordancia con sus planteamientos, y que supo incluso renunciar a su bienestar, a su paz, y a su capacidad creadora para servir a su país. Eso no es normal». El mayor déficit de la vida española es la falta de ciudadanos conscientes y entregados a vivir como tales, lamenta. ¿Se ha perdido la buena educación en este país? «Sí, vas al Metro y te empujan, vas a la calle y te empujan. España es un país muy mal educado».
Manuel Martín Ferrand está feliz, honrado de ingresar en el prestigioso Cavia: «En este premio se recogen muchos de los grandes nombres del periodismo español. Yo soy un poco más pequeño, pero me encanta estar en la lista». Se diplomó Martín Ferrand con el número uno de su promoción —«pura generosidad de mis compañeros, había gentes valiosísimas, desde Alfredo Amestoy a José Luis Balbín, pasando por Basilio Rogado, Consuelo Reina, etc...»—, y veló armas periodísticas en la luna de Cádiz: «Descubrí un mundo nuevo, me aficioné al cante jondo y tuve unos maestros excepcionales en un periódico centenario como el “ Diario de Cádiz”». Emilio Romero le ofreció un puesto en «Puebl o», que luego dejaría para ir a dar clases en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Navarra. La radio le hechizó, y allí hizo sus primeros trabajos de Pérsiles como «guionista-sustituto» en 1958, en la SER, bajo las órdenes de Manuel Rodríguez Cano, «un genio», y Basilio Gassent. Ora se inventaba un capítulo de un culebrón de los que se estilaban en galena ora describía Berlín. «Hoy soy muy feliz haciendo radio con Félix Madero, que es la nueva generación y lo hace muy bien, con su informativo por la mañana en Punto Radio, verdaderamente ejemplar».
Con orgullo y pasión, Manuel Martín Ferrand —pecador impecable, menos de la vanidad, que no va con él— proclama que su suerte mayor han sido sus maestros. Recuerda a grandes como Victoriano Fernández de Asís, José de las Casas, Miguel Pérez Calderón, que un día debían examinarle para ingresar en TVE. Era el único candidato a la prueba. «Evidentemente, dijo don Victoriano, Martín Ferrand es el mejor entre todos los presentados. Puede quedarse en la Casa». Y al regresar a la Escuela de Periodismo, Juan Beneyto, que la dirigía, le echó una bronca de aúpa: «Pudiendo usted trabajar en ABC, ¿cómo prefiere algo que está más cerca de la física recreativa que del periodismo?». «No está mal visto eso de la televisión como física recreativa», dice.
Sostiene Martín Ferrand que la televisión era mejor antes que hoy: «Es lo único que en la comunicación ha degenerado en la vida española, y por culpa de un mal ordenamiento jurídico. En el mundo no es tan mala como aquí, pero en España la televisión es una colonia italiana, y la televisión tiene que tener un espíritu nacional, arrancar de un fondo nacional de cultura y de sentimientos. Menos la casa Vocento, todos los demás grupos periodísticos son, en más o en menos medida, italianos, incluyendo la Cope, que es Vaticana».
Manuel Martín Ferrand revolucionó las 625 líneas, y las ondas. Dio los buenos días a los españoles en «Matinal Ser» burlando con descollante ingenio a los censores: «Estábamos en los años del franquismo duro, pero conseguimos burlar la censura con el pretexto de la información local. Convertí en locales todas las noticias del mundo. Por ejemplo, la muerte de Keneddy la di diciendo que “producía gran consternación en Madrid, en los medios diplomáticos, etc...”». Y se acostaba en la «Hora 25», que también creó: «Eugenio Fontán, otro de los buenos directores y maestros que he tenido, aceptó el reto de hacer un programa nocturno para recuperar la audiencia, y ahí sigue funcionando la noche como gran motor de la radio». Martín Ferrand ha sido pionero por tierra, mar y aire. Hizo el primer diario español en offset , —«Nivel», que el ministro Sánchez Bella cerró la misma mañana en que salió—, los primeros programas hablados de Frecuencia Modulada, implantó nuevas tecnologías en prensa, radio y televisión. Y de su lámpara maravillosa creó Antena 3 de Radio, que «nace gracias al apoyo del inolvidable, y gran promotor, Guillermo Luca de Tena, del Conde de Godó, de Antonio Asensio, de José Mario Armero y de los hermanos Jiménez de Parga. La fuerza creadora estuvo en ellos. Nos pusimos en cabeza de las audiencia, y fue una pena porque luego la ocuparon los nacionales y nos mataron a todos los republicanos». Cofrade de la columna, no olvida al Hermano Mayor: «Jaime Campmany, uno de mis grandes maestros. Me dio muy buenos consejos cuando empecé. Jaime ha sido el más fecundo de mis maestros». Martín Ferrand esculpe Ad libitum y no le interesa encuadernarse: «Quiero estar en hojas sueltas».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete