SARKOZY, BENEFICIADO POR El CASO
El Partido Socialista se hunde en su balcanización
JUAN PEDRO QUIÑONERO
Dirigentes, burocracia y «elefantes» de las distintas familias socialistas descubren que el escándalo sexual de su mejor candidato a la presidencia francesa, Dominique Strauss-Kahn (DSK), desentierra su ausencia de doctrina y estrategia económica, sus divisiones fratricidas, sus choques de espadachines de oficina disputándose visiones ... enfrentadas del socialismo. Martine Aubry, primera secretaria del Partido Socialista (PS), pide «serenidad» y respeto al principio de presunción de inocencia del acusado. Lenguaje burocrático que apenas oculta su propia tentación de convertirse en candidata contra Nicolas Sarkozy.
François Hollande, ex primer secretario del PS, se pasea por los estudios de radio y televisión para pedir la «unidad de los socialistas». Su lenguaje tampoco oculta el maquillaje del enemigo político presto a ocupar el puesto del rival caído. Ségolène Royal, ex esposa de Hollande, candidata derrotada por Sarkozy en 2007, pregona que «la sociedad espera que demos respuestas a los problemas de la gente». En verdad, Royal tiene poco crédito dentro de su partido.
Otros socialistas evalúan la posibilidad de embarcarse en la campaña presidencial contra Sarkozy. Es el caso de Laurent Fabius, Bertrand Delanoë, Manuel Valls, Pierre Moscovici, entre otros. Todos comparten algo muy profundo: no tienen programa, ni han sido capaces de dotar al PS de una doctrina estratégica.
DSK tenía todo aquello que le falta a su partido y a sus amigos políticos: una visión global de la economía; credibilidad política personal —escuchado por Angela Merkel, respetado por Sarkozy— y un equipo con muchos peones en Washington, Wall Street, París, Bruselas o Berlín. Hundido DSK, el PS y sus amigos socialistas se quedan huérfanos de líder, de ideas, programa y alternativa conocida.
A corto plazo, las tribulaciones de DSK pueden convertirse en una bombas de relojería contra la cúpula socialista. A medio plazo, el calvario judicial amenaza con tener consecuencias imprevisibles, incluso para Sarkozy, que pudiera ser el gran beneficiario de los nubarrones que se ciernen sobre sus principales adversarios, si Marine Le Pen no «complica» la larga marcha presidencial.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete