El cineasta contra el hombre de cine
Bigas Luna y Enrique González Macho se disputarán la presidencia de la Academia el próximo 10 de abril
F.M.BELLÓN / J.ARENAS / I.M.RODRIGO
Al final, dos candidaturas pugnarán por la presidencia de la Academia de Cine, el cineasta Bigas Luna y el hombre de cine Enrique González Macho. Si algo le tenemos que agradecer a Álex de la Iglesia es que ha colocado a esta institución de funciones ... limitadas en boca de todo el mundo, hasta el punto de justificar una presencia en la prensa que, hace unos años, era impensable. El 22 de marzo la Academia proclamará oficialmente las candidaturas y el 10 de abril tendrán lugar las elecciones.
Ambos candidatos se presentan llevando del brazo a sendas actrices jóvenes y guapas, inteligentes y respetadas. Los dos han alabado el trabajo de su antecesor y ambos se presentan para ganar, pero bromean sobre sus amplias posibilidades de perder. Tras la línea de meta, un cargo absorbente, peligroso y no remunerado.
¿Qué diferencia pues a los candidatos? Lo más evidente es la profesión. Bigas Luna (Barcelona, 1946) es un creador, un director y guionista, en los últimos años también productor, que siempre ha destacado por su capacidad para clavarnos imágenes en la memoria. Entre los miembros de la Academia, no se olvide, predominan los actores. Enrique González Macho (Santander, 1948) no es una persona demasiado conocida para el público. Dentro del cine, sin embargo, no hay absolutamente nadie que no esté al tanto de sus múltiples facetas. Cientos de miles de españoles empezaron a ver en sus salas películas en versión original con alguna regularidad. Suyos son los Renoir, presentes en media docena de ciudades españolas.
Podría parecer pues un enfrentamiento entre un representante del mundo del arte y otro de la industria, entre el poeta y el mercader, entre la Luna y el Macho, aunque sus intereses, en ocasiones contrapuestos, siempre estarán condenados a entenderse, al menos con un juguete tan caro entre las manos.
Pero hay otro factor, clave, que distingue ambas candidaturas. El director catalán asegura que se presenta «porque toca. Me lo han pedido en tres ocasiones y ahora sí puedo aportar algo». El distribuidor cántabro reconoce que la idea le vino inducida por un grupo de gente destacada cuyos nombres no ha querido desvelar del todo, aunque apunta a una base amplia, encabezada por algunos de los pesos pesados de nuestra cinematografía. ¿Por qué surge un grupo de personas («entre dos y quinientas», decía el interesado con socarronería) que quieren crear una alternativa para una silla tan incómoda? Dicen algunos corrillos que detrás del director de «Jamón, jamón» se intuye la figura del productor Andrés Vicente Gómez, nombre capital de nuestro cine que arrastra el fiasco de un «Manolete» que aún no ha podido pisar las grandes plazas.
González Macho, que gasta en corbatas menos que un saltimbanqui y que no disimula, ni tiene por qué, su ideología de izquierda, presume junto a sus dos acompañantes, Marta Etura y la directora Judith Colell, de representar una línea «apolítica e integradora». Asegura también el candidato que no se presenta como reacción a Bigas Luna. No hay por qué dudar de su palabra, pero si el equipo Macho es la respuesta de alguien a una posibilidad «incómoda», tampoco nos lo dirían. Esa otra posibilidad insiste cómodamente en quitar a la Academia la pátina política que arrastra desde hace tiempo y se plantea «hacer una promoción brillante de todo lo que salga de ella».
Las descargas
Si bien su oponente (aún) no se ha manifestado sobre el polvorín que dinamitó la hasta entonces inmaculada presidencia de Álex de la Iglesia, Bigas Luna considera que «en el tema de las descargas hay una gran confusión» y promete explicar las cosas «con mucha claridad». La misma que emplea para decir que, sin politizar, «hay que ayudar a los políticos para que entiendan que el cine es el arma cultural más potente». El cineasta, descubridor de nuestro dos únicos actores oscarizados, tiene claro que nuestra cinematografía es potente pero «necesita mejorar». Una de las mejoras que intentará aplicar a la Academia es el «poder de seducción» del cine español a nivel internacional. Ah, y avisa, para navegantes y, sobre todo, hablantes: «Lo del cine español o catalán no entra en nuestra Academia española, que está por encima. Tenemos que conseguir que la gente se sienta orgullosa de nuestro cine».
Salga quien salga elegido el 10 de abril, la terna resultante tiene en su horizonte el reto digital como principal caballo de una batalla que se inició en la Red y cuya solución pasa por el acuerdo entre las partes. Está en juego el futuro del cine español.
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