A VISTA DE PÁJARO
El PRAE reúne una selección de fotografías de Javier Navas para reflexionar sobre la relación de los países pobres con el escaso bien
H. DÍAZ
El complejo de Propuestas Ambientales Educativas (PRAE) de Valladolid concluye el año con dos proposiciones en el calendario que hacen reflexionar sobre las consecuencias del cambio climático y la importancia de cuidar un bien como el agua, tan valioso como a veces escaso.
Éste es ... el objetivo de la exposición «El rostro del agua», donde una serie de fotografías de Javier Navas muestran el respeto que las gentes de los países más pobres predican hacia el agua, la impecable eficacia en su utilización y su aprecio como bien escaso en detrimento de los países del llamado «primer mundo», donde basta con girar la llave del grifo para tener acceso al preciado bien. Los ríos del altiplano etíope tras la época de lluvias, las playas de Togo, el lago Titicaca en Perú, el mercado flotante y los arrozales de Myanmar o la relación tan intensa con el agua que tienen los habitantes de la «superpoblada» Bangladesh, donde ríos como el Ganges llegan a tener la consideración de sagrado son algunas de las escenas captadas por las instantáneas que se pueden ver hasta el próximo 27 de marzo.
La muestra se complementa con una serie de aplicaciones multimedia para conocer distintos aspectos del agua relacionados con el planeta, su consumo y cómo adquirir hábitos sostenibles. Además, el PRAE propone el juego colaborativo «Quien quiere ser solidario», para que alumnos y profesores pongan en común sus conductas en este hábito.
Una ecuación injusta
Las salas de exposiciones del complejo se completan con otra exposición que también pretende despertar conciencias. «Pobreza y Cambio Climático: una ecuación injusta» es la primera exhibición que se hace en colaboración con una asociación, en este caso Amycos, y pretende, a través de la palabra escrita y hablada, y de imágenes fijas y en movimiento un acercamiento a la preocupante realidad del calentamiento global y su estrecha relación con la pobreza, ya que son los países que menos han contribuido a él los que más sufrirán sus consecuencias. La muestra se completa con un mural donde los visitantes pueden expresar sus pensamientos sobre la problemática, para, de esta manera, ayudar a concienciar al resto de visitantes e intercambiar puntos de vista.
A vista de pájaro, montados en un parapente cual Ícaro bajo la atenta mirada de Dédalo, su padre. Bajo la protección del sol que unas veces calienta y otras quema, nos acercamos a esas campanadas que se nos antojan merecedoras de un antes y un después. Creyentes como somos, de lo divino y de lo humano y, por tanto, tantas veces agnósticos, hacemos balance de lo que ha sido este turbulento año lleno de malas noticias, de desgracias, de ineficacias agudas. Colocamos en una balanza lo que consideramos aciertos y en el otro brazo los errores o las no ejecuciones o los desmanes sufridos o aquellos dineros que se han ido extrañamente a los bolsillos de unos particulares desconocidos en detrimento de una sociedad enormemente necesitada de ver que la luz existe y de que también a ellos les ilumina.
El desempleo, los incendios, las inundaciones, las enfermedades, la retirada paulatina de subvenciones europeas, el cultivar productos que luego los pagan por debajo de lo que cuestan, la bajada de presupuestos que deterioran nuestro nivel de investigación y nuestros avances medioambientales, el apretar aquí y allá, pero más aquí que allá, nos deja a todos con una mueca histriónica en el rostro y un peor mal sabor en la mirada. Se observa en estos días de contradicciones a flor de piel, de sentimientos enfrentados, cómo nos dirigimos a las tiendas a comprar compulsivamente, como si fuera a llegar el fin del mundo y hubiera que celebrar nuestra última cena a la manera de los príncipes en nupcias o de los condenados a muerte. Deberíamos observar más atentamente a la naturaleza y a sus ciclos para comprender que tras la caída de las hojas, tras ese reposo de los árboles, se esconde un trabajo en las raíces que luego culminará con el milagro de la primavera. Hay primavera, y la naturaleza, nuestro gran aliado, con contención y alegría, nos lo recuerda. Feliz 2011.
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