Clásicos: copa, puro y política
De la mediación de Tarradellas con Núñez y De Carlos al fichaje de Di Stefano... el «clásico» en ánecdotas
JOSÉ ANTONIO LORÉN
La historia de los clásicos Barça-Madrid es un viaje de ida y vuelta, plagada de anécdotas, empezando por el de la fundación de ambos clubes. Si el 29 de noviembre de 1889 se había constituido el entonces Club de Futbol Barcelona, fundado por un ... suizo, Hans Gamper, el 6 de marzo de 1902 lo hizo el Real Madrid, a través de un catalán, Juan Padrós, quien fue también su primer presidente y su hermano Carlos el alma de la primera etapa.
A los doce días, se elevó esta instancia al Gobierno Civil: «Juan Padrós y Rubio, del Comercio de Madrid, que habita en la calle de los Madrazo, 25, tercero izquierda, a V.E., respetuosamente, expone: Que con objeto de constituir una Sociedad de juegos sport, que se denominará Madrid Foot-Ball Club, le acompaña las bases por que ha de regirse para su aprobación». Lo que fue confirmado el día 22 cuando también se aprobó el primer reglamento del club. Y el 13 de mayo, paradojas de la vida, se disputó el primer Madrid-Barcelona, fue en la capital y el resultado 1-3, victoria catalana.
Valga como curiosidad anecdótica de aquellas fechas, la crónica publicada en el «Heraldo del Sport» comentando que: «Los aficionados que se dirigen al apartado de reses en el coso taurino, cercano al campo de juego del Madrid, se asombran primero y se indignan luego cuando en sus propias narices, un grupo de jóvenes corre desaforadamente detrás de un pelotón, al que todos, como locos, dan las patadas que pueden. Otros extraños individuos no intervienen más que de vez en cuando, y hay uno, con barbazas (Juan Padrós) y un pito en la boca, al que obedecen los demás. Pero lo que más intranquiliza a aquellos pacíficos ciudadanos es que los “chalaos” aquellos utilizan una indumentaria escandalosa: van en camiseta y llevan calzoncillos cortos».
La rivalidad entre clubes siempre ha tenido relación con el poderío. El Barça la tuvo con el Español en las tres primeras décadas del siglo pasado, con ventaja deportiva blanquiazul. Y la rivalidad ciudadana se mantuvo en el país por el equilibrio en el reparto de títulos entre el Athletic (5), el Barcelona y el entonces Atlético Aviación (4), el Valencia (3), el Madrid (2) y Betis y Sevilla (1), en las primeras veinte temporadas. Y las relaciones entre los clubes eran excelentes. De copa y puro. Pero el nudo se fue estrechando. Y en las últimas 25 Ligas, el Madrid ha ganado 11, el Barcelona 10 y otros cuatro equipos el resto. El dominio ya es aplastante. Y aquella rivalidad ciudadana ha ido diluyendo, se ha desviado: ni al Madrid le preocupa el Atlético ni al Barça el Español.
Fulminante dimisión
El gran «derby» es el Barça-Madrid. En el balance liguero, los «merengues» han logrado 31 títulos y los azulgrana 20, o sea 51, entre los 80 disputados. La misma historia ha aumentado la tensión y el convencionalismo en las relaciones interclubes. En la Copa del año 1916 se obligó a jugar los dos partidos en Madrid, El Barça ganó por 2-1, el Madrid por 4-1, y en el desempate, ¡6-6!, con tres penalties contra los azulgrana y en el cuarto partido el equipo se retiró por el parcialismo arbitral. Cómo sería que no fue sancionado y el Barcelona fue recibido como héroe en la Ciudad Condal. Peor fue, quizá, cuando en 1943, también en Copa el 3-0 de Les Corts fue remontado por... 11-1 en el entonces Chamartín, en una tarde bochornosa a consecuencia de la presión durante la semana y el también increíble arbitraje. Fue fulminante la dimisión de la directiva presidida por el Marques de la Mesa de Asta.
El aspecto social es consiguiente al deportivo. Y el hecho límite se produjo sin balón. En el fichaje de Di Stefano. Fue a principios de 1953: el Barcelona compró los derechos del jugador a River Plate pero el Madrid los solicitó al Millonarios de Bogotá, en el que jugaba cedido e, ilegalmente se los concedió. El problema lo decidió la Federación Española con una cacicada: dos años en cada club. El Barça renunció y la junta, presidida por Enrique Martí Carreto, dimitió en pleno.
Y ya fue otra etapa. Fue un punto de inflexión en la historia de ambos clubes. Era la etapa de las cinco copas... De haber jugado juntos Kubala y Di Stefano... Es lo que se evitó. El Madrid subió como la espuma, logró las cinco primeras Copa de Europa y fue eliminado del torneo... por el Barcelona.
«¡Señora, no fotem...»
Y también ascendió la rivalidad acercándose a niveles hostiles. El techo se alcanzó en la final de Copa de 1968, en el Bernabeu, con victoria azulgrana por un auto-gol de Zunzunegui. El campo quedó inundado de botellas y en el palco presidencial se produjo la incidencia diplomática. La esposa de Camilo Alonso Vega, ministro de Gobernación, dijo en voz alta «¡qué pena, Camilo!, hemos perdido...»; y él, con buen reflejo respondió «Ramona, felicita al presidente el Barcelona»; a lo que ella dijo: «Sí, claro, a fin de cuentas Barcelona también es España, ¿no?». Y Narciso de Carreras la miró de frente y de cerca exclamando, «¡¡¡señora, no fotem...!!!».
Ya fue escándalo con ribetes políticos. Y más cuando al poco tiempo se le atribuyó a Bernabeu la frase: «Admiro y quiero a Cataluña a pesar de los catalanes». Luego lo negó: «No es cierto, tengo miles de amigos catalanes que se habrán reído mucho al saber lo que se me atribuía». Años después me dijo, personalmente: «¿Cómo iba a decir aquello... si no conozco a todos los catalanes?»
Nacido en Almansa tenía el casticismo madrileño. Un día le expuse que el Barça, cuando ganaba un titulo, lo paseaba por la ciudad, iba al Ayuntamiento y a la Virgen de la Merced mientras que el Madrid iba directo de Barajas al Bernabeu. Socarrón, Don Santiago argumentó... «no queremos bloquear el trafico, al municipio vamos una representación... ¿y quién me asegura que San Isidro no fuera del Atlético?».
Las mejores relaciones entre ambos clubes se produjeron en la etapa presidencial de Bernabeu y Miró Sans mientras, al contrario, en la de Núñez-De Carlos hasta intervino el president Tarradellas para reconciliar actitudes. La historia también recuerda aquella falta de Rifé a Velázquez... tres metros fuera del área, como se demostró, y que Guruceta convirtió en el penalti que significó la eliminación copera del Barça, la tontería de Luis Figo asegurando que nunca ficharía por el Madrid cuando ya lo había hecho... Son tantos años...
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