Un funambulista del Islam
El imán Feisal Abdul Rauf persiste en el abismo globalizado de Manhattan con su polémico proyecto de construir una mezquita a doscientos metros de la Zona Cero
pedro rodríguez
En la mañana del 7 de agosto de 1974, tras seis años de obsesiva planificación, el funambulista francés Philippe Petit logró capturar la atención boquiabierta de la ciudad de Nueva York al cruzar a través de un ilegal cable de acero los 70 metros de ... distancia entre las dos Torres Gemelas del World Trade Center.
Muchas cosas han pasado en Manhattan desde entonces pero quizá el arte de la acrobacia sobre el alambre sea el más ajustado símil para explicar la figura Feisal Abdul Rauf, el imán sufí que encabeza el controvertido proyecto de construir una mezquita a menos de 200 metros de los rascacielos destruidos por la ofensiva terrorista del 11-S.
Aunque los opositores a su proyecto le acusan de anti-americano y de insultar la memoria de todas las víctimas que el integrismo islámico se cobró el 11 de septiembre del 2001, el clérigo presenta una amalgamada historia personal típicamente americana. Nacido en Kuwait de familia egipcia, llegó a Estados Unidos como adolescente durante los años sesenta. Su padre, teólogo suní, dirigió centros islámicos tanto en Nueva York como en Washington. Además de haber sido el primer rector de la Universidad Internacional Islámica de Malasia, país hasta ahora bastante ejemplar en términos de diversidad y pluralidad religiosa pese a la oficialidad de las creencias predicadas por Mahoma.
Feisal Abdul Rauf, además del Corán, tuvo la oportunidad de estudiar Física en la Universidad de Columbia. Además de un master en el Instituto Stevens de Tecnología en Nueva Jersey. Poliglota y autor de múltiples libros de reflexión sobre el Islam y Occidente, a los 61 años tiene aspecto de alto cargo diplomático, con un inglés pausado y elegante, jalonado por palabras pronunciadas en árabe. Este tono moderado se une a su consistente denuncia de la violencia en nombre del Islam. Aunque algunos de sus argumentos, sobre todo los que relacionan terrorismo integrista con la política exterior americana, no han dejado de causar furor en Estados Unidos.
En especial, sus opositores le reprochan que, en una citada entrevista de radio, el imán se negase a calificar como terroristas a los miembros de Hamas, grupo palestino pionero en atentados suicidas contra Israel. Aunque el mensaje consistente de este clérigo es que atacar civiles «es un pecado en nuestra religión» y que la violencia practicada en nombre del Islam no es más que una aberración y el secuestro de una legitima religión para objetivos infames.
Con todo, a través del mundo islámico -frecuentado este verano en una gira de buena voluntad que ha contado con el patrocinio del Departamento de Estado- Abdul Rauf es considerado como un clérigo pro-americano. Conocido por sus amistades ecuménicas con cristianos y judíos, hasta el punto de que algunos musulmanes americanos le han criticado por perderles de vista entre tanta conciliación. Una de sus actividades es un índice de Sharia, para determinar qué países siguen mejor los principios fundamentales de la islámica: derecho a la vida, dignidad, educación... Clasificación en la que irónicamente sacan mejores notas algunos países occidentales.
Consejero del FBI
Después del 11-S, el imán ha actuado como consejero del FBI y parte del grupo asesor del monumento y museo planeados en recuerdo de la tragedia del World Trade Center. En la actualidad sirve en una mezquita situada en el distrito financiero de Nueva York. Pero respaldado por su segunda esposa, Daisy Khan, su sueño de cien millones de dólares es construir un centro musulmán -Park51- en el bajo Manhattan. Iniciativa, que según coinciden en señalar todo tipo de encuestas formales e informales, es repudiada por casi dos tercios de los neoyorquinos y de la opinión pública de Estados Unidos.
Entre sensibilidades heridas, llamadas a la tolerancia religiosa y la promesa de buscar entendimiento para evitar "choques de civilizaciones", Feisal Abdul Rauf intenta desde su llamada «Iniciativa Cordoba» avanzar por el abismo globalizado de Manhattan como Philippe Petit. Y aunque no le gusta hablar de la actual controversia, cree que se trata de un debate incentivado por la cita electoral del próximo noviembre, protagonizado una «pequeña pero vociferante minoría» y no muy diferente de la discriminación religiosa que otras comunidades de inmigrantes sufrieron en su momento.
Su último argumento es que un forzado cambio de planes sólo confirmaría que el Islam se encuentra amenazado en Estados Unidos, lo que provocará una reacción integrista como la registrada en el 2005 con la publicación de las caricaturas de Mahoma. Aunque sin descartar por completo la posibilidad de un lugar alternativo: «Si hubiera sabido lo que pasaría, este nivel de dolor, no lo hubiera hecho».
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