Hamburguesas francesas para musulmanes

En fechas recientes, la Mezquita de París elogió el esfuerzo hecho por “Kentucky Fried Chicken” en Francia para ofrecer productos “halal”, porque esta cadena norteamericana había empleado cuatro meses en consultar con sus inspectores las condiciones de sus alimentos. La carne “halal”, la única que puede comer un musulmán, debe proceder de animales que han sido sacrificados con un corte en la vena yugular, en dirección a La Meca y mientras se recita una oración.

La decisión de “Quick” ilustra el creciente interés del mercado por el segmento de población musulmana francesa –estimada en cinco millones- que quiere ajustarse a las normas alimenticias del Corán. Recientes estudios citados por “Associated Press” indican que la venta de productos “halal” mueve cada año en Francia 5.500 millones de euros. Según “Quick”, la experiencia de venta de esas hamburguesas en 8 restaurantes fue excelente: dobló en poco tiempo su cifra de negocio.

Hasta la fecha, las cadenas que ofrecen “halal” han preferido no hacer mucha publicidad en los grandes medios para evitar entrar en la polémica política en torno a la falta de integración de los musulmanes en la sociedad francesa. El debate sobre el velo de los mujeres, y la decisión del gobierno de Sarkozy de prohibir el uso del velo integral –burka y niqab- han sido otro elemento clave en la discreta campaña de marketing.

Un problema añadido es la polémica existente en los medios islámicos franceses sobre el tipo de alimentos que debe cubrir el certificado “halal”, y en especial sobre quién está autorizado para emitirlo porque son muchas las organizaciones que se abrogan ese derecho.