La CIA subcontrató con «Blackwater» los asesinatos de miembros de Al Qaeda
Revueltos andan los círculos de la inteligencia americana con la revelación del director de la CIA, Leon Panetta, de que la agencia subcontrató personal externo para lanzar un programa de asesinato selectivo de altos cargos de Al Qaida. Los subcontratados fueron nada menos que los ... mercenarios de la compañía Blackwater, encargados de proteger a los diplomáticos estadounidenses en Irak hasta que protagonizaron incidentes de tal violencia que se les vetó en el país.
De “pistoleros de gatillo fácil” calificaron entonces varios profesionales del sector de la seguridad privada a los agentes de Blackwater, que bajo la Administración Bush alcanzaron un impresionante protagonismo –y volumen de negocio-, con presencia en todos los campos de batalla estadounidenses, incluyendo Afganistán. Raramente han hecho sobre el terreno el buen papel acorde con sus buenos contactos con el gobierno, lubricados por la contratación sistemática –y suculenta- de exaltos cargos del ejército y de la CIA. Y por generosas donaciones a las campañas electorales de todos los candidatos con posibilidades de éxito, incluida, en su momento, Hillary Clinton.
Los abusos de Blackwater en Irak –que comprenden un tiroteo indiscriminado en el centro de Bagdad en 2007 que causó 17 muertos y 27 heridos - obligaron a la compañía a ser más discreta, hasta el punto de cambiarse el nombre. Ahora se llama Xe Services. Pero también suscitó un intenso debate sobre quién se hace responsable de investigar y de castigar los excesos de los mercenarios privados, que por lo general se benefician de un vacío legal.
De las revelaciones de Panetta al Congreso se desprende que los mandos de la CIA que tomaron la decisión de “subcontratar” a los miembros de Blackwater como asesinos a sueldo buscaban otro vacío legal. Técnicamente la CIA no puede promover asesinatos desde que en 1976 lo vetó una orden ejecutiva del presidente Gerald Ford. Esta orden se dictó al trascender –con efectos políticos desastrosos- los intentos de la central de inteligencia americana para atentar contra Fidel Castro. Todos fallidos, para mayor oprobio.
Recurriendo a un contratista externo como Blackwater se esperaba burlar la orden de Ford. Contando además con el refuerzo de que, según George W. Bush, los miembros de Al Qaida eran combatientes, con lo cual matarles no es asesinar sino hacer la guerra. Así se planteó por primera vez en el 2001, después de los ataques del 11-S. Aunque el programa no se activó hasta mucho más tarde, hasta 2004.
Llegado este punto la información es confusa. Se sabe que la CIA invirtió mucho dinero en este programa –varias informaciones aportadas por The New York Times y por The Washington Post (enlace de pago) hablan de hasta 20 millones de dólares-, pero en cambio se sabe muy poco de en qué se gastó exactamente el dinero. Se ignora si la idea era que Blackwater cometiera los asesinatos o sólo adiestrara al personal de la CIA para cometerlos.
Sí se insiste en que el programa al final quedó en nada y no se llegó a materializar ninguna muerte. Esa es la razón que aducen los predecesores de Leon Panetta para no haber informado al Congreso, algo que a Panetta le parece preocupante. Por eso tomó la decisión de informar él mismo , lo cual no ha dejado de suscitar críticas en los sectores de inteligencia más identificados con la antigua Administración. Estos acusan a Panetta de desencadenar una tempestad en un vaso de agua.
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