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Guerra s.XXI. Ejércitos privados

POR VIRGINIA RÓDENAS

Aquí no hay «rambos», ni caras pintadas para el camuflaje, ni cuerpos reptando. Son tipos trajeados que de no ser porque entre sus herramientas de trabajo incluyen armas de la infantería y de fuego, vehículos blindados MAMBA/ MRAP y de control remoto (RPV), aeronaves, helicópteros ... y embarcaciones, sistemas de guerra electrónicos, material de soporte táctico, logístico y militar, equipos de control de multitudes, detectores de minas y sistemas de limpieza, así como equipamiento de guerra defensivo biológico y químico (NBQ) -tal y como declara la empresa española Ge2b a D7- podrían pasar por profesionales de un discreto y rentable «hedge funds». Además, batallitas las justas. Total discreción. Apabulla la seriedad de estos empresarios que dirigen la única compañía no anglosajona que pertenece a la International Peace Operations Association (IPOA), con sede en Washington, y de la que también formaban parte dos de las tres principales firmas de contratistas de seguridad de EE.UU. en Irak: Blackwater (160.0000 hombres en logística y protección de personalidades) y Dyncorp International (reorganización de la Policía iraquí y de sus escuelas de formación). Y decimos «formaban» porque los tristemente populares «blackwaters» han abandonado IPOA esta misma semana al chocar frontalmente su modo de trabajar con el código de conducta de esta organización a la que pertenecen también otras empresas que desarrollan su actividad en el campo de operaciones iraquí: Ossi-Safenet Security Services, dedicada a la custodia de personalidades; Ronco Consulting, ocupada en el desarme, la desmovilización y reintegración del antiguo Ejército de Sadam, y Unity Resources Group, que el pasado miércoles admitía su responsabilidad en el tiroteo de la víspera en el centro de Bagdad y tras el que resultaron muertas dos mujeres iraquíes. «Los guardias privados abrieron fuego contra el vehículo, mataron a las ocupantes y siguieron su camino», fue el testimonio de la propia policía oficial. Un hecho que se producía dos días después de que el Gobierno de Nuri al Maliki acusara a Blackwater del asesinato de 17 civiles en la plaza bagdadí de Al Nasur el pasado 16 de septiembre.

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