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Touriño dimite tras reconocer que no supo contestar a los escándalos de despilfarro

En menos de veinticuatro horas, los noqueados líderes del bipartito gallego asumieron como propia la degollina de las urnas. Fue una predicción infalible. Tras la sonada derrota , el socialista Emilio Pérez Touriño fue el primero en anunciar, por la mañana y en la sede de su partido, su dimisión personal, «intransferible» e irreversible. «Los cócteles dan un resultado que fue el que es; las urnas han hablado y establecido mayorías y minorías parlamentarias, y quiero y debo asumirlo». Atribulado y con sonrisa obligada, expuso su particular combinado de un hundimiento que no esperaba.

Admitió como causa «la relación de la actual situación de paro y crisis con una acusación demagógica, irresponsable, dura e inaceptable de despilfarro». No abundó en explicaciones; simplemente la tachó de falsa, y nada comentó de su cuestionada carrera de dispendio , desvelada por ABC (2,2 millones en las tres plantas del Área de Presidencia; 4 en las tres salas de la Xunta, con un opulento ventanal y una fastuosa librería; y 480.000 euros en un A8 oficial).

«No tuve la capacidad de darme cuenta del daño que hacía, porque era mentira; y por eso acepto la responsabilidad de no haber sido capaz de responder en condiciones», manifestó, sin más disculpa que ésa. Solamente toleró que tendría que haber esclarecido la inculpación, y responder a las preguntas que se le plantearon. Es decir, reconoció (sin citarlo) que la estrategia de contestar a este diario con el famoso «siguiente pregunta», en dos consejos de gobierno, acabó pasándole una implacable factura.

Imagen de «bigobierno»

Touriño vinculó igualmente el veredicto a una percepción del funcionamiento del bipartito que creó desencanto («no fui capaz de transmitir una sensación de gobierno confiable en un contexto de crisis, y de no dar una imagen de bigobierno») y a errores de gestión y enfoque relacionados con su «responsabilidad directa, por estar al frente». Confesó un «grado significativo» de falta de apoyo en las ciudades, pese a que gobiernan en seis de las siete principales, y en dos de las cuatro diputaciones. No mostró arrepentimiento por no adelantar los comicios a otoño, como le reclamaba Ferraz.

«Soy un pertinaz. Este país estaba en crisis y necesitaba un gobierno que respondiese y diese la cara; y no meternos en un proceso electoral en plena efervescencia», apostilló. Comentó que sus compañeros gallegos «fueron los primeros» en conocer su renuncia, y desveló que había llamado a su jefe de filas, José Luis Rodríguez Zapatero, la noche electoral para transmitirle su pesar por no haber culminado el cambio. De su escaño en el Parlamento, indicó que «no es una de sus principales preocupaciones»; y agregó que a partir de ahora pasa a ser un «militante entusiasta, animoso y combativo... pero de a pie».

Se negó a hablar de descalabro, y defendió que seguramente con el voto exterior su formación política conservará los mismos diputados. «Este partido no le fallará a Galicia; aprenderá de los errores y rectificará lo que tenga que rectificar», matizó. Agradeció también el respaldo de la dirección ejecutiva, especialmente del vicesecretario general del PSdeG, Ricardo Varela, y de la secretaria de Organización, Mar Barcón, que ayer lo arroparon.

La dirección federal designará mañana una gestora que deberá encargarse de la celebración de un congreso extraordinario (no es obligatorio respetar el aviso con 60 días de antelación) para elegir nueva dirección y secretario general. La secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, viaja a Santiago. El vicesecretario general del PSOE, José Blanco, asumió su «cuota de responsabilidad, como gallego y dirigente nacional del PSOE»; mientras que en la ejecutiva autonómica culpan del fracaso al «lastre del BNG, empeñado en dar la imagen de que iban por libre y había dos gobiernos».

Quintana abre la puerta

Por la tarde, poco después de colocar en manos de su partido su futuro político, Anxo Quintana eludía valorar la presunta falta de coherencia interna y lealtad del BNG. El político de Allariz reconoció que el Bloque ha iniciado un período de reflexión en el que «replantear objetivos», así como «buscar al nuevo equipo que los cumpla». El nacionalista acató un resultado «malo, aunque injusto», y eludió en todo momento pronunciar el definitivo adiós: «Sé que ahora la buena noticia periodística sería la referida a mi persona, pero los tiempos los va a marcar el BNG».

El orensano ve su liderazgo «sujeto» al nuevo rumbo que marque el próximo Consejo Nacional, cuyas fechas se marcarán «en unos días». En su análisis de la derrota, Quintana amalgamó la incapacidad de transmitir la labor de gobierno, la fuerte estructura política y social del PP, y la crisis.

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