Treviño, 800 años de disputas territoriales

En un intento de politizar la tragedia y no dejar morir está disputa histórica, los representantes del PNV han llegado a afrimar que «si Treviño hubiera estado integrado en Álava, probablemente no estaríamos hablando de una desgracia». Pero, más allá de las polémicas declaraciones, ¿por qué este condado no pertenece al País Vasco?, ¿cómo quedó asilado del territorio al que jurisdiccionalmente pertenece?, ¿cuáles han sido los múltiples intentos de reintegración en Álava llevados a cabo por sus habitantes desde hace un siglo?, ¿qué opinan en la actualidad?

La peculiaridad del Condado de Treviño queda reflejada incluso en el mismo diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE) , que lo define como «un territorio incluido en otro con diferentes características políticas, administrativas y geográficas». Y por si no fuera suficiente, en los mapas, por lo general, aparece pintado de color diferente al de la provincia de Álava, pero tampoco con el color de la provincia de Burgos, a la que oficialmente pertenece.

Es en 1201, tras la guerra entre el Rey Alfonso VIII de Castilla y el Rey Sancho VI «el Sabio» de Navarra por las posesión de, entre otros, territorios situados en Álava, cuando el primero ceda Inzura y Miranda a cambio de Portilla y Treviño. Fue desde ese momento cuando el pequeño enclave alavés quedó incorporado a la Corona de Castilla, bajo la jurisdicción directa del Rey.

Desde entonces, Treviño y otros enclaves representaban muy bien lo que Gonzálo Martínez definió como «la división administrativa territorial totalmente arcaica e irracional de la España de principios del siglo XIX. La discontinuidad territorial de muchas circunscripciones, herencia histórica del siglo XVI, no encontraba ninguna justificación desde el punto de vista de la eficacia administrativa». El historiador se refería, precisamente, al hecho de que enclaves como Treviño no participaran de los fueros de los territorios en los que estaban insertados

Aún así, cuando Javier de Burgos redactó la famosa División territorial de España en 1833 , al comienzo del reinado de Isabel II , decidió primar el criterio jurídico sobre el geográfico. El Condado de Treviño, por lo tanto, quedó enclavado dentro de Álava. Según defendió el profesor de la Universidad de Lleida Jesús Burgueño en su artículo «Fermín Caballero y el proyecto de división territorial de 1842», el decreto de 1833 no zanjó las discusiones acerca de la organización territorial.

Desde principios del siglo XX, la discusión sobre si el Condado de Treviño debía pasar a Álava o permanecer bajo la jurisdicción de Burgos ha sido constante. En todo este tiempo se han producido varios referendos populares. El primero tuvo lugar en 1919, con un resultado mayoritario en contra de la unión a Álava. En el de 1940, sin embargo, los resultados ya habían dado un vuelco sorprendente: el 90% de la población apoyó la segregación de Burgos.

El tercer referéndum no llegó hasta 1958, con el mismo resultado que el anterior. Esta consulta promovida por el alcalde del Condado de Treviño, Eugenio Garay, y con el apoyo incluso del nuncio de la Santa Sede y el gobernador civil de Burgos, llevó al alcalde de Miranda del Ebro oponerse y exigir que se suspendiera, pero no tuvo éxito.

El Gobierno de Franco decidió remitirse al informe que había realizado poco antes de la consulta la Academia de la Historia, que, en su afán por zanjar el conflicto, dictaminó que el condado debía permanecer como parte de Castilla La Vieja, como lo había sido «en la sucesión de los siglos y sin interrupción».

Desde la muerte de Franco se han celebrado otras dos votaciones populares, siempre con el mismo resultado que los dos anteriores. Una tendencia a favor de la reintegración en Álava que los ciudadanos del Condado de Treviño no ha cambiado hasta la fecha. Sobre todo después de que, con el boom inmobiliario muchos vitorianos se trasladaron a vivir a sus dos principales núcleos. Puebla de Arganzón casi duplicó su extensión urbanizada.

El primer referéndum de la Democracia tuvo lugar en 1980, en plena reorganización territorial, y el segundo, en 1998. Este último es recordado cada año por los grupos independientes del condado como el «momento cúspide de la democracia en Treviño». Sin embargo, la organización de esta consulta, no autorizada por el Gobierno del PP, provocó la dimisión del entonces alcalde, Ernesto Argote.

En ambas ocasiones se desestimó la petición del condado burgalés. Desde entonces, los grupos independentistas han intentado anexionar Treviño al País Vasco, creando comisiones especiales o estudios temáticos en cada legislatura. El intento más famoso fue, quizá, el Plan Ibarretxe , aprobado por el Gobierno vasco en 2003, pero rechazado en el Congreso de los Diputados dos años después.

Pero tal es la confusión en esta histórica disputa territorial que, mientras el PP y el PSOE alaveses están de acuerdo con que el Condado de Treviño se anexione a Álava, los miembros de los mismos partidos de Burgos abogan porque todo siga como está.