Los marines toman el control de los distritos de Helmand en manos de los talibanes
Aldea a aldea. Cuerpo a cuerpo contra el enemigo, los marines se abren paso en los distritos más complicados de la provincia de Helmand y ya controlan Nawa, Khan Neshin y “tres cuartas partes” de Garmsir, según el último comunicado oficial.
Por primera vez en ... muchos años en este lugar del sur de Afganistán los ciudadanos ven fuerzas internacionales a pie de tierra haciendo un trabajo de contrainsurgencia que hasta ahora sólo hacían desde el aire. Y han llegado para quedarse, porque a partir de ahora pequeñas bases de apoyo avanzadas (FOB, por sus siglas en inglés), al estilo de las que se encuentran en el resto del país, se están levantando en estos lugares que eran territorio absoluto de la insurgencia.
Tras las primeras veinticuatro horas de la operación Khanjar, el Pentágono reconoció la muerte del primer marine caído en unos combates librados a una temperatura que llegó a los cincuenta grados en los que no se encontró excesiva resistencia por parte del enemigo. “No nos preocupan los talibanes, no son nuestro objetivo. Estamos enfocados al servicio de los ciudadanos, el éxito de la operación radica en ganarnos su favor”, declaró el portavoz de las fuerzas especiales, Capitán Bill Pelletier, insistiendo en la idea de cooperación cívico militar como única solución al conflicto afgano.
Un planteamiento que OTAN intenta implementar desde 2006, pero que en la práctica resulta imposible por la falta de seguridad. Para evitar víctimas civiles en esta ofensiva “no hemos utilizado la artillería ni ninguna otras armas indirectas de fuego y tampoco se han lanzado bombas", aseguró Pelletier. La respuesta esporádica de los talibanes que destaca el comunicado oficial, sin embargo, contrasta con otras declaraciones como las del general de brigada Larry Nicholson al diario francés, Le Monde, en las que aseguraba que "el batallón de infantería 2/8 de los marines libra combates infernales en la zona sur del sector".
El lanzamiento de la operación y el despliegue por sorpresa de cuatro mil marines se produjo en la madrugada del jueves, pero desde hacía semanas otros cuatro mil marines ya estaban preparando el terreno en Helmand, apoyados por las fuerzas británicas. En total son 8.500 los americanos en esta provincia, que con el respaldo de 650 soldados afganos, tratan de llegar a lugares a donde antes la OTAN no había podido llegar. Junto a los miles de militares, se encuentran dos civiles, según informó el portavoz del Departamento de Estado, Ian Kelly, con la misión de asesorar sobre los proyectos de reconstrucción que ayuden a ganarse el favor de la población local. Una muestra clara de la desproporción entre uniformados y civiles que se repite en cada provincia y a la que Barack Obama quiere poner fin con su nuevo plan de lucha contra la insurgencia.
Respuesta talibán
Con los americanos avanzando desde el norte y el Ejército paquistaní cerrando la posible retirada de militantes vía Baluchistán, la ofensiva puede provocar la huída de talibanes hacia provincias vecinas. Estas incursiones en el sur tienen una especie de efecto dominó en todo el país y los responsables de OTAN están en alerta máxima.
Todos los expertos coinciden en que tras la experiencia de los últimos años, ahora comienza la fase realmente complicada para los marines. La insurgencia ha demostrado ser cada vez más fuerte en el arte de la guerra asimétrica y, como los propios británicos han comprobado esta misma semana con la pérdida de dos hombres más, cada vez usan explosivos de mayor potencia para sus artefactos improvisados. Ganarse el apoyo de la población local no será tarea sencilla tras largos años de control talibán y bombardeos de la coalición que han dejado miles de víctimas civiles y restado toda credibilidad a las fuerzas de OTAN en muchas partes del país.
A falta de un mes para las elecciones presidenciales esta maniobra militar a gran escala –la mayor que acometen los marines desde la toma de Faluya, en Irak, en 2004- supone un espaldarazo a la figura de un presidente, Hamid Karzai, que aspira a la reelección y que llevaba meses exigiendo un mayor esfuerzo por parte de las fuerzas occidentales.
Este esfuerzo lo lidera Estados Unidos que, tras cerrar su etapa en Irak, concentrará todos sus esfuerzos en un avispero afgano en el que ya ha perdido, hasta el momento, 710 hombres.
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