Diez rincones imprescindibles de la Navidad en Tierra Santa
Esta guía nos conducirá a una decena de rincones inolvidables, desde Nazaret a Jerusalén, o a Haifa, para sucumbir una y otra vez al magnetismo de Belén
Diez rincones imprescindibles de la Navidad en Tierra Santa
Esta guía nos conducirá a una decena de rincones inolvidables, desde Nazaret a Jerusalén, o a Haifa, para sucumbir una y otra vez al magnetismo de Belén
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Una estrella marca el lugar exacto del Nacimiento de Jesús
La gruta del Nacimiento
Pocas experiencias hay para un creyente tan vibrantes como acercarse por primera vez a la gruta minúscula donde una estrella de plata marca el lugar exacto del Nacimiento de Jesús , a cuyo lado se descubre el Pesebre donde se recuerda la Adoración de los Magos.El sentimiento se multiplica si la visita coincide con la Navidad. Y como la emoción está garantizada, conviene saber que en estas fechas también lo están las aglomeraciones de decenas de peregrinos –la mayoría grupos dirigidos por touroperadores- incapaces de guardar silencio o de dejar de disparar los flashes de sus cámaras. Por si fuera poco , la Basílica que arropa la gruta está custodiada por los malencarados sacerdotes greco-ortodoxos, unos auténticos hooligans, que acostumbran a poner orden a empujones. Ellos son en buena parte responsables del pavoroso deterioro de este santo lugar, cuyas cubiertas tuvieron que ser arregladas recientemente porque vertían goteras y ya amenazaban ruina. Dentro del templo no hay que dejar de buscar las cuevas llamadas de San Jerónimo , en las que se oculta una pequeña capilla rupestre dedicada a los Santos Inocentes, los niños sacrificados por Herodes.
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Iglesia de Santa Catalina
Misa del Gallo en la Natividad
Si no se tiene contacto con alguna congregación cristiana bien relacionada en Tierra Santa o un amigo diplomático que ande por allí, es mejor olvidarse de asistir a la que es una de las misas más célebres del año y una de las más televisadas. Son muy pocos los tickets disponibles porque el espacio es limitado y los compromisos protocolarios son infinitos. Yaser Arafat acostumbraba a acudir, también lo hace su sucesor Mahmmud Abbas. Pero aparte del profundo simbolismo , hay que tener en cuenta que esta Eucaristía -conducida por la máxima autoridad del catolicismo romano en Jerusalén, el Patriarca Latino- ni siquiera se celebra en realidad en la Basílica de la Natividad, sino en la adyacente iglesia franciscana de Santa Catalina , una edificación moderna sin demasiado encanto, a la que además debe llegarse con horas de antelación. El despliegue de la policía palestina en el exterior es un espectáculo. Compensan la atmósfera, la belleza litúrgica y el éxtasis espiritual, aunque mezclados con el hacinamiento que se sufre en el templo siempre acaban produciendo algún desmayo.
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Vista de la Basílica de la Natividad desde la Plaza del Pesebre
La Plaza del Pesebre
El centro neurálgico de Belén es un lugar perfecto para observar como respira el día a día en este pueblo palestino cercado. Un buen plan es sentarse a tomar un café turco bien caliente bajo los soportales, puesto privilegiado desde el que contemplar en primer plano las desvencijadas luces ornamentales y el árbol de Navidad que cada año coloca el Ayuntamiento, el Ayuntamiento mismo (en el que siempre gobierna un alcalde cristiano), y los grupos de peregrinos que entran y salen de la Natividad . Al lado está la hospedería franciscana Casa Nova, desde cuyos ventanales hay una gran panorámica del imponente asentamiento judío de Har Homa. Por la plaza , los locales venden estampas, baratijas o visitas guiadas más o menos fiables en los idiomas más descabellados. Acabado el café turco, no está de más ir enfrente al Centro de la Paz, donde hay una curiosa muestra de belenes llegados del mundo entero, o alzar la vista en busca del espantoso reloj que Grecia regaló a Belén en el año 2000 para celebrar el cambio de milenio. En Nochebuena, la Plaza del Pesebre es lo más parecido a una verbena.
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Gruta de la Gota de la Leche
Calle de la Gruta de la Leche
Pocas calles reflejan como esta el declive de Belén provocado por la violencia. Antes de que estallara la Segunda Intifada, esta vía era el paraíso del souvenir. Decenas de artesanos ofrecían en sus tiendas y trabajaban en directo la talla de la madera de olivo, materia prima autóctona que en sus manos cobra forma de delicados rosarios, adornos navideños o entrañables belenes de todos los tamaños. Hoy la mayoría está cerrada , aunque siempre queda algún taller donde adquirir un recuerdo.En todo caso, hay que andar esta calle para llegar a la Gruta de la Gota de Leche , lugar donde la tradición indica que la Virgen amamantó al Niño en su huida a Egipto. Si consigue encontrar al párroco la visita habrá valido doblemente el paseo: atesora dosis de un polvo blanco extraído de la pared del Santuario que estimula la fertilidad de las mujeres. Padres agradecidos de todo el planeta mandan a este lugar en señal de agradecimiento fotos de sus recién nacidos , que tapizan una habitación entera.
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El Herodión
Tras las huellas de Herodes
La fama de Herodes como uno de los peores villanos de todos los tiempos ha eclipsado su faceta como promotor de ciudades grandiosas, templos monumentales y complejas fortalezas. Sea por la fascinación que producen los malos, o por puro gusto por la arquitectura, no se debe dejar pasar el más mítico de todos sus baluartes: el Herodión (Pequeño Paraíso) , el palacio engastado en una montaña artificial que el Rey de Judea eligió para su propio enterramiento . Flavio Josefo dejó escrita toda la vida del monarca y hasta su funeral, aunque jamás identificó el lugar exacto de la tumba, quizás respondiendo al deseo del soberano de no ser encontrado. Sirvió de poco. Sus coetáneos dieron a Herodes su merecido a título póstumo profanando la sepultura, que no se volvió a encontrar hasta 2007. Aquel que quiera también violentar la última voluntad real de descansar en el anonimato no tiene más que adentrarse en territorio ocupado y entrar en este catafalco faraónico situado a 12 kilómetros de Jerusalén.
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En el lugar donde el ángel anunció el nacimiento del Niño Jesús a los pastores hay una iglesia moderna
El campo de los Pastores
A tres kilómetros de Belén está la aldea de Beit Sahur y en ella el Campo de los Pastores, que recibieron aquí la noticia del Nacimiento de boca de un ángel, según relatan las Escrituras. «Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor (…) y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: no temáis”, relata San Lucas. Allí siguen pastando las ovejas y se conserva cierto ambiente bucólico en torno a una iglesia franciscana moderna (hay otra greco-ortodoxa) que recuerda la efeméride y que está adosada a unas urinas bizantinas. Pero si después de varios días de recorrido uno está harto de piedras, es mejor no engañarse e ir a este paraje a lo mismo que acostumbran a hacer los nativos: a comer. Varios restaurantes, mención especial a los de estilo beduino, ofrecen las delicias de la cocina palestina, que en estas fechas es rica en platos como el contundente maklube (un guiso de arroz y verduras con cordero o pollo) o los asados que alegran la Nochebuena de las familias cristianas.
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Gruta de la Anunciación
La Anunciación de Nazaret
Puesto que se celebra el nacimiento de Jesús, no está de más hacer una incursión donde todo empezó y visitar en Nazaret el lugar donde el arcángel anunció a María la buena nueva. El punto exacto se conserva como una cueva que se venera desde los principios de la Cristiandad . Sobre ella se erige una basílica, la de la Anunciación, de una chirriante modernidad arquitectónica. Para ser sinceros, hay
que echar mucha imaginación para encontrar inspiración bíblica alguna en esta ciudad que lo fue la de la Sagrada Familia y donde creció Jesús. Uno de los rincones posibles es la iglesia de San José o de la Nutrición , donde Jesús aprendió durante cuatro años el oficio de su padre. No hay forma de hilarlo con el itinerario navideño, pero si uno llega hasta estas tierras estará a no mucha distancia del Mar de Galilea, de la casa de Pedro en Cafarnaum, el Monte de las Bienaventuranzas y el Tabor, Magdala o de Caná, paisajes que corresponden a otra etapa de la vida de Jesús, pero que no se deben dejar pasar.
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Cripta de la iglesia construida en el lugar donde la Virgen visitó a su prima Isabel
La Visitación en Ein Karem
Ein Karem no deja de ser un barrio agradable de Jerusalem rodeado de naturaleza (en realidad es una aldea), plagado de terrazas soleadas y restaurantes muy apreciados por los locales, pero al que un turista nunca iría si no es por un interés desbordante en recrear el episodio de la Visitación , en el que Isabel recibe a María con el magnificat: “bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre”. Hay una iglesia erigida en ese lugar, en cuya cripta se conserva un pozo al que, según la tradición, la Virgen acudía para llevar agua a su prima , de avanzada edad y encinta de Juan el Bautista, que nacería en este enclave. Al lado hay una roca en la que madre e hijo se escondieron para librarse de la persecución de Herodes, según se cuenta salvaguardados por los cuidados de un ángel.
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Sobre la gruta del profeta Elías se levanta el Monasterio Carmelita Stella Maris
La Cueva de Elías, descanso de la Sagrada Familia
Aunque otra vez supone excederse un poco de los acontecimientos exactos que celebra la Navidad, la precipitada marcha a Egipto de la Sagrada Familia para escapar del edicto de Herodes y su posterior retorno a la muerte del monarca constituyen una bella parte de la historia. Si uno quiere recorrer las huellas de María y José en su viaje de regreso, los pasos le llevarían a lugares como Gaza. Pero habida cuenta de que entrar a la franja no es posible si no se es periodista, cooperante o diplomático, siempre se puede ir más al norte, hasta la Cueva de Elías , situada en lo más alto del Monte Carmelo en la ciudad israelí de Haifa. Sobre la gruta del profeta se levanta el Monasterio Carmelita Stella Maris , y en ella se sostiene que la Sagrada Familia descansó en su camino de regreso del Sinaí a Nazaret. Por lo demás, Haifa, mosaico de credos, encierra un conocido barrio cristiano con sus numerosas iglesias y cierto bullicio, que brillan especialmente en estas fechas.
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