Cinco playas con ricos fondos marinos para practicar snorkel

Si bien es una de las más masificadas de la isla, merece la pena descubrirla porque es también una de las más bellas de Menorca. Ubicada a unos 14 kilómetros de Ciutadella, entre Castellet de Macarella y Punta de na Xulla, la cala Macarella es un arenal prácticamente virgen con forma de u. Abrigada por altos acantilados cubiertos de frondosos pinares entre los que pasa un tramo del Camino de Caballs, está bañada por aguas turquesas y la entrada presenta una suave pendiente, lo que hace que también sea una buena opción para ir en familia. Cuenta con parking cercano, duchas, lavabos y un chiringuito.

Esta cala destaca por contar con una abundante vida marina que gracias a la claridad del agua puede apreciarse en todo su esplendor con gafas y tubo. Además, se puede bucear por debajo de una cueva submarina ubicada en el acantilado izquierdo, a unos 150 metros de la orilla.

A cuatro kilómetros del núcleo urbano de Tossa de Mar (Gerona), protegida por acantilados de piedra vestidos de pinos y muy cerca de la conocida Cala Giverola, está la Cala Pola, una playa de arena de grano grueso con 65 metros de longitud, una anchura de unos 50 metros y una pronunciada entrada al mar en la que los más pequeños deberán tener cuidado. Para acceder se puede hacer desde el mar por barco o en coche por la GI-682 hasta el desvío y de ahí andando por el camino de ronda. Este arenal dispone de duchas, un chiringuito y, además, justo aquí hay un camping que cuenta, además de con alojamiento, con una gran piscina de agua salada, dos restaurantes y un supermercado.

Pero, sin duda, su gran atractivo está bajo el agua, pues sus fondos marinos son muy ricos en fauna y flora, idóneos para la práctica del buceo. De hecho, es una zona muy frecuentada por los centros de submarinismo. Estos también se pueden admirar cogiendo uno de los barcos con fondos de cristal que recorren la costa y las distintas cuevas que se encuentran por la zona, como la de La Galera, la de Cala Bona o la de En Cautera.

Considerada como una de las más populares y mejores playas de Lanzarote, la de Papagayo es una auténtica joya costera ubicada en el sur de la isla en la zona protegida del Parque Natural de los Ajaches –lo que garantiza la conservación de su bonito entorno– que presenta forma de concha. Este arenal de aire salvaje tiene apenas 120 metros de longitud bañados por aguas color esmeralda y su oleaje es tan bajo que parece casi una piscina natural. Apenas dispone de servicios, salvo algún restaurante en la parte superior en el que se puede degustar los platos tradicionales. Ojo con olvidarse la crema pues no hay sombrillas ni mucho sitio donde resguardarse de las altas temperaturas.

Así mismo, es perfecta para iniciarse en el snorkel gracias a su rico fondo marino y a la claridad de sus aguas. Se pueden observar inquietos pejeverdes, coloridas viejas o cangrejos arañas, entre otras especies. Además, mirando hacia el horizonte y siguiendo la pared izquierda se puede ver una gran roca atravesada por un pequeño túnel.

La Rijana es todo un paraíso natural, una playa aislada, pero con fácil acceso cuya estampa está marcada por las grandes rocas que sobresalen en el mar en su extremo oriental y por los restos de la torre de La Rijana, construcción defensiva del siglo XVI. Ubicada entre Calahonda y Castell de Ferro, en el municipio granadino de Gualchos, tiene 250 metros de longitud y una anchura de hasta 20 metros de arena semigruesa y guijarros. Dispone de una caseta-chiringuito con bebidas y aperitivos para calmar la sed (solo en verano), un espacio para alquilar kayaks o tablas de paddle surf, aparcamiento y baños.

La zona es muy apreciada entre los buceadores y los amantes del snorkel gracias a su gran biodiversidad marina que se acumula en las formaciones rocosas que rodean la bahía y a sus aguas cristalinas.

En el Paraje Natural de los acantilados de Maro, en el municipio de Nerja, se esconde entre una espesa y exuberante vegetación y terrenos de agricultura una pequeña playa salvaje que merece la pena visitar, la de Maro. Considerada como una de las mejores de la Costa del Sol, tiene unos 500 metros de longitud y 20 metros de anchura y varios servicios como duchas, aseos, socorrista, alquiler de tumbonas, chiringuito, acceso para minusválidos y un aparcamiento situado a escasos metros del lugar. Desde aquí se puede divisar una torre vigía árabe y disfrutar de uno de los atardeceres más bonitos de la zona.

Sus aguas transparentes y limpias presumen de acoger una rica fauna acuática, lo que hace que sean perfectas para la práctica de snorkel y buceo. Además, se pueden alquilar kayaks y piraguas para obtener una perspectiva diferente del bello paisaje.