La catedral de York, Inglaterra, tiene a partir de esta semana una nueva estatua: la de la reina Isabel II, la primera efigie de la monarca que ve la luz tras su muerte el pasado 8 de septiembre. Se espera que esta obra, que pesa más de una tonelada y mide dos metros de alto, está hecha en piedra caliza francesa, y que muestra a la monarca vistiendo la túnica de la Orden de la Jarretera, sea la primera de muchas que se harán públicas en su honor a partir de ahora.
Encargada en un principio para las celebraciones del Jubileo de Platino de Isabel II, que en febrero cumplió 70 años en el trono pero cuyas fiestas oficiales se celebraron en junio, fue terminada en agosto, con un poco de retraso. Su creador es Richard Bossons, un cantero de 52 años que ha trabajado en la catedral durante los últimos once y que manifestó que esperaba haberle “hecho justicia” a la Reina con su obra.
La lluvia hizo que el Rey Carlos III inaugurara la estatua mientras se guarecía bajo un paraguas, hecho que aprovechó el arzobispo de York, el reverendo Stephen Cottrell, para comentar que “él (el Rey) desveló la estatua y yo la bendije, y por supuesto, el Señor proveyó una aspersión celestial desde lo alto. ¿Qué podría ser mejor?”.
York puede ser un buen destino para una excursión de un día desde Londres. Un viaje a la Edad Media. Una vez en la ciudad hay que pasar inevitablemente por The Shambles, una de las calles más históricas (y pintorescas) del Reino Unido, con edificios que datan del siglo XIV.
Los alrededores también están llenos de atracciones únicas, como Explore Castle Howard, una de las casas señoriales más impresionantes de Inglaterra, o las rocas de Brimham, un bonito paisaje de formaciones rocosas erosionadas por el viento.
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