Comillas y la inspiración modernista

La localidad cántabra puede presumir de ser cuna de inspiración de los mejores maestros modernistas, protagonistas de su personal y bellísimo carácter estético. El Marqués de Comillas fue el impulsor de las obras más emblemáticas de la villa, legando a su amada localidad este patrimonio arquitectónico de inconmensurable valor.

El parque natural cuenta con varios centros de información, que guiarán los pasos extraviados del visitante. Está asimismo equipado con zonas de recreo y senderos señalizados, para facilitar aún más la aproximación segura a la naturaleza.

Entre 1883-1885 se construyó uno de los edificios más bellos y representativos de Comillas. El Capricho de Gaudí, obra del genial arquitecto catalán, es una residencia de verano que se asemeja a una preciosa casa de muñecas, con sus fantasiosos torreones y sus característicos azulejos con el relieve de girasoles. Esta última genialidad estética está inspirada en el modelo sostenible desarrollado por Gaudí en la construcción del palacete. Como buen visionario, el arquitecto catalán desarrolló las estancias interiores para un aprovechamiento óptimo de las horas de sol, tal y como hacen los girasoles.

El Capricho consta de semisótano, piso y buhardilla, con una torre lateral que resalta por su verticalidad en un conjunto marcadamente horizontal.

Las fachadas muestran alternancia de franjas horizontales de ladrillo visto y frisos de cerámica con motivos vegetales de la flor y la hoja del girasol. Estos motivos están presentes también en el friso superior, en la torre y en los testeros de las aperturas. El nombre de «Capricho» nunca fue tan acertado. El edificio, que parece extraído de las páginas de un cuento, suma un diseño inteligente a la par que onírico.

En 1888 se inauguró el Palacio de Sobrellano, residencia de los marqueses de Comillas, una miscelánea de estilos ideados por el arquitecto Joan Martorell. En él pueden encontrarse tendencias que varían desde el gótico civil inglés hasta elementos palaciegos venecianos, pasando por un tratamiento de los relieves cercano a los mozárabes musulmanes.

Su estructura es bien sencilla, con un hall central distribuidor y escalera monumental de mármol blanco, hecho que se contrarresta con una compleja ornamentación, estudiada hasta el más mínimo detalle.

Adyacente al palacio se encuentra la Capilla-Panteón de los marqueses de Comillas, construida también por el catalán Martorell y con mobiliario de Antoni Gaudí, una de las primeras incursiones del arquitecto en la decoración de interiores. Para su construcción, Martorell siguió modelos del gótico perpendicular inglés y centroeuropeo, dando lugar a una catedral en miniatura.

Las reducidas dimensiones de la capilla y, en consecuencia, de su puerta de acceso generaron un error de cálculo, propiciando a la par un regalo de gran valor del marqués a la Villa. La estatua del curioso y desafiante ángel exterminador que preside el cementerio de Comillas, ubicado sobre un promontorio frente al mar, fue un encargo del marqués al escultor Llimona para presidir el sepulcro de su primogénito en el interior del panteón familiar. Al no entrar literalmente por la puerta, se optó por su actual ubicación.

Una de las últimas grandes obras del marqués fue la Universidad Pontificia, una obra pía con la que buscaba «ganarse el cielo». Para ello encargó a su arquitecto fetiche Martorell la construcción de un gran centro docente de segunda enseñanza que finalmente se destinó a seminario de pobres (posterior Universidad Pontificia). Luis Doménech i Montaner fue el encargado de romper con la rigidez estructural del edificio original-consta de tres en la actualidad- decorando el paraninfo, la iglesia publica, el vestíbulo, la escalera, la puerta de bronce y artesonados con preceptos modernistas.

La puerta de los pájaros, ubicada en la Casa de Moro, es una portilla para coches, que data de 1900. Y sería simplemente eso, de no haber sido encargada su construcción a Gaudí. Con desechos de piedra y materiales tradicionales en la construcción de muretes, Gaudí dio un paso más allá, creando un acceso lleno de fantasía. Además de portalón para coches y para peatones, el genial arquitecto dota a la puerta de un agujero... una entrada para pájaros.

Completan la ruta modernista por Comillas el Santo Hospital de Comillas, la Fuente de Tres Caños y la Coteruca, casa de verano de la familia Riera.

Por su proximidad, Comillas y Santillana del Mar se han erigido como el perfecto binomio turístico en la costa occidental de Cantabria. Santillana del Mar, a unos 30 kilómetros de Santander, preserva con celo su carácter de villa medieval, desarrollada entorno a la colegiata de Santa Juliana. A dos kilómetros de la localidad se encuentran las cuevas de Altamira, universalmente reconocidas como la Capilla Sixtina del arte rupestre.

Fuente: Guía Repsol