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Luanco, mi collar de perlas

Aunque Luanco se ha estirado la piel, las arrugas más hermosas de su rostro -patrimonio espiritual de este pueblo marinero asturiano- permanecen intactas

Luanco, mi collar de perlas marieta álvarez

jaime gonzález

Hace años que llegué a un pacto con Luanco: convertirlo en mi callejero de emociones a cambio de dejarse recorrer. La cosa funciona: cada verano, lo ando y lo desando mientras él me va iluminando la memoria. En cada esquina, me brota un recuerdo: algunos ... son materia reservada; otros los conoce el pregonero, pero la mayoría forman parte de la cara B de mi vida, como esas canciones que se tragó el olvido y emergen de repente para recordarte que te estás haciendo mayor. Luanco es mi pueblo imprescindible, porque si lo sumerjo y lo empujo hacia dentro rebosa el agua donde chapotean mis mejores momentos. Un consejo: conquístelo despacio, a fuego lento, un cafelín temprano en la terraza de "El Puerto", a poder ser leyendo el ABC y mirando a Gijón, que parece un gigante tendido a lo largo tras una noche loca.

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