Cinco de los pueblos más bonitos de España que tienen un encanto especial en Navidad

Desde que ganara en 2017 el concurso 'Luce tu pueblo', de Ferrero Rocher, Guadalupe está espectacular cada Navidad gracias a aquel premio que consistía en 50.000 bombillas, 2.100 metros de cortina de guirnalda y un árbol de ocho metros de altura cubierto por 960 metros de iluminación, una decoración que ha ido aumentado cada año haciendo las delicias de quienes recorren sus calles en esta época del año. Situado en pleno entorno del Geoparque de Villuercas Ibores-Jara y declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1993, este pueblo ofrece al visitante un rico patrimonio por descubrir, siendo el Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe su monumento más importante. La construcción tiene elementos mudéjares, góticos, renacentistas y barrocos y, en su interior, conserva obras de gran valor. Desde su construcción en el siglo XIV se ha convertido en el segundo centro de peregrinación más importante de España después de Santiago de Compostela. La plaza de Santa María de Guadalupe –en la que se encuentra el gran árbol navideño–, el Colegio de Infantes o de Gramática, que hoy es el Parador Nacional de Turismo, la iglesia barroca de la Santa Trinidad, además de los cinco arcos medievales que se reparten por sus dos murallas, y la Antigua Judería son otras paradas de sus paradas imprescindibles.

Capital de la Rioja Alavesa fundada en el siglo X como defensa del Reino de Navarra, Laguardia se eleva majestuosa sobre una colina rodeada de viñedos. Esta villa conserva su trazado medieval compuesto por tres calles principales estrechas y alargadas que se unen entre sí por plazas y callejas y todo el conjunto queda ceñido por la vieja muralla que aún mantiene varios torreones y las cinco puertas de acceso al pueblo. Las iglesias de San Juan y Santa María de los Reyes son sus monumentos más importantes destacando de forma especial esta última por su impresionante pórtico gótico policromado. Además de esto, cabe destacar La Primicia, uno de los edificios civiles más antiguos –siglo XIV– en el que se recogían los diezmos y primicias, la Casa Palacio del Fabulista Samaniego, edificada en sillería y con una bella portada neoclásica y el Ayuntamiento. 

Todo el subsuelo de la villa se encuentra repleto de bodegas o cuevas familiares donde se guardaba y elaboraba el vino, por lo que la visita a este enclave debe completarse con la Casa Garcetas, la única de estas cuevas abierta al público.

Aquellos que visiten este destino en Navidad no pueden perderse el Belén barroco en movimiento de la iglesia de Santa María de los Reyes formado por 73 piezas, esculturas de bulto redondo, imágenes vestideras, figuras de cartón piedra y siluetas de tabla recortada. Algunas piezas son articuladas o disponen de sencillos resortes que las dotan de movimiento para escenificar distinto pasajes de la infancia de Jesús.

Santillana del Mar puede presumir de un bello entorno natural, un rico legado artístico, cultural y monumental, una exquisita gastronomía y una amplia agenda de eventos para todos los públicos que se reparten a lo largo del año. Durante estas fechas, este rincón cántabro celebra cada año el Auto Sacramental y la Cabalgata de Reyes, una fiesta declarada de Interés Turístico Nacional en la que los ciudadanos representan distintas escenas relacionadas con el nacimiento de Jesús, como la salida de San José y la Virgen hacia el portal, la anunciación del ángel a los pastores o la adoración de los Reyes al niño Jesús en el portal viviente. La celebración de la Navidad comienza desde mediados de diciembre con recitales de villancicos en las iglesias del municipio y con la popular Ruta de los Belenes. Esta fiesta, que tiene su origen en el año 1959, supone la participación de cerca de 500 personas con más de 100 antorcheros, cinco carrozas, 20 caballos con sus respectivos jinetes, pajes y músicos, entre otras cosas.

Además de disfrutar de sus celebraciones, se puede aprovechar para descubrir su patrimonio el cual está presidido por la joya del románico de Cantabria, la colegiata de Santa Juliana, de la que cabe destacar su retablo mayor que mezcla elementos del gótico flamígero y del plateresco. Las torres de Merino y Don Borja, que figuran entre las construcciones civiles más antiguas de la localidad son otros de sus imprescindibles. En un paseo por sus empedradas calles medievales no hay que perderse tampoco las casas del Águila y la Parra, el palacio y la torre de Velarde y los palacios de Barreda, Tagle y Villa. Hablar de este destino es hacerlo, también, de la Cueva de Altamira, calificada como la capilla Sixtina del arte rupestre y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Alcalá del Júcar, erigido sobre la Hoz del río Júcar, es uno de los pueblos más pintorescos y espectaculares de Albacete. Declarada conjunto histórico-artístico en 1982, esta villa destaca por sus casas excavadas en la montaña y por el entorno natural idílico que la envuelve. La parroquia de San Andrés, una construcción de nave única levantada entre los siglos XVI y XVIII, el puente sobre el Júcar y el castillo de origen árabe construido entre los siglos XII y XIII que está situado en lo alto de la colina conforman la principal estampa de este bello pueblo. La plaza de toros, una de las más antiguas de España que llama la atención por su forma irregular, la Cueva del Diablo, que atraviesa la colina al completo, hoy habilitada como bar, restaurante y discoteca, y la ermita de estilo neoclásico de San Lorenzo, situada a 3 kilómetros completan la lista de imprescindibles.

Pero, sin duda, lo que más llama la atención de este rincón es su imagen nocturna, cuando todo se ilumina. En 1986 este pueblo obtuvo el tercer premio a la mejor iluminación artística internacional por detrás de nada más y nada menos que la Torre Eiffel y la Gran Mezquita de Estambul. Dos años más tarde Nescafé rodó un anunció de Navidad en el que se podía apreciar tal espectáculo lumínico y que lo hizo aún más famoso.

Perfecto para visitar también en estas fechas es Elizondo, uno de los pueblos que ha sido escenario de los míticos anuncios de la lotería de Navidad. La que es la capital administrativa, jurídica y cultural del mágico Valle del Baztán muestra un encanto especial.

Para descubrir esta villa dividida por el río Bidasoa lo mejor es hacerlo a pie caminando por su entramado de calles que se muestran repletas de casas señoriales. Así, el visitante podrá descubrir el Palacio de Arizkunenea –actual Casa de la Cultura–, una casa noble de estilo barroco cuyos orígenes se remontan a 1730, el ayuntamiento, que ubicado en la plaza de los Fueros data de 1695, el Palacio de Duate, de estilo barroco y construido entre los siglos XVII y XVIII, el puente Muniartea, que ofrece unas maravillosas vistas de la villa, la presa de Txokoto y la iglesia de Santiago, un templo de características góticas que fue construido a principios del siglo XX para sustituir a la antigua iglesia del siglo XVI en la que destaca su retablo mayor con la imagen de Santiago montado a caballo y los símbolos templarios. El paseo debe incluir, también, las calles Jaime Urrutia y Braulio Iriarte, donde se encuentran los edificios más notables.