El curioso castillo austriaco que guarda una sala con 3.000 botones de oro
Esta imponente fortaleza con 250 metros de longitud, una de las más grandes y mejor conservadas de Europa Central, es una de las principales atracciones turísticas de la ciudad Salzburgo
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En lo alto de la montaña Festungsberg de Salzburgo, en la ciudad que vio nacer a Mozart, se eleva sobre los tejados del casco histórico una espectacular fortaleza que se ha convertido en el emblema de este destino austriaco y que es considerada como ... uno de los complejos más grandes y mejor conservados de toda Europa Central. Declarada Monumento histórico, esta joya arquitectónica que permite viajar al pasado en cada una de sus estancias atrae la atención de miles de visitantes cada año, quienes no pueden más que quedarse fascinados por los secretos que bajo sus muros se esconden. Para acceder hasta él se puede hacer a pie caminando unos 15 minutos desde el centro o tomar el funicular de cristal.
Un gigante de piedra con interiores palaciegos
Los orígenes del castillo de Hohensalzburg se remontan al siglo XI, cuando se levantó una primera fortaleza de madera como una prueba notable del deseo de los príncipes y arzobispos de demostrar su poder político y autoridad y como una opción defensiva, aunque lo cierto es que nunca tuvo que probar su efectividad ya que no fue atacada a lo largo de su historia. El promotor de su construcción fue el arzobispo Gebhard I, pero tras su exilio forzado en 1085 sus sucesores tuvieron que terminar las obras que se repartieron en tres fases. Así, pasaría a ser una edificación militar más robusta con murallas y grandes torres de piedra. Sin embargo, fue con Leonard von Keutschach, líder religioso y poderoso gobernante feudal que necesitaba protección constante, cuando adquirió su aspecto actual, alrededor del año 1500. A lo largo de su historia funcionó también como almacén y como calabozo. El 1617 el depuesto arzobispo Wolf Dietrich von Raitenau murió tras los muros de la prisión.
Su apabullante silueta se extiende por 250 metros con una anchura de 150 metros y una superficie de unos 7.000 metros cuadrados. Lo primero que se puede hacer es disfrutar de su terraza panorámica que permite ver la ciudad al completo y los Alpes al fondo, todo un espectáculo. Visto esto es momento de adentrarse bajo los gruesos muros para descubrir todos sus tesoros.
Las estancias principescas son uno de los últimos ejemplos que se conservan de la arquitectura secular gótica. La sala más bonita es la Cámara dorada, con sus tallas góticas de madera, bancos decorados con uvas, follaje y animales y una chimenea de casi cuatro metros de altura. También se pueden ver la diminuta habitación del arzobispo y la más lujosa y curiosa de todo el complejo: la Sala Dorada. Este espacio acogía las recepiones y bailes en los que se daban cita todos los nobles de la época. Más allá de su llamativo mobiliario es su techo lo que deja sin palabras al visitante, pues en él se reparten hasta 3.000 botones de oro que tratan de simular un cielo estrellado.
La visita también incluye el bloque de establos, donde se exhibe pinturas y maquetas de 17 príncipes-arzobispos, la torre de la prisión, el patio de la fortaleza con la iglesia de San Jorge y el famoso 'toro de Salzburgo'. Lejos de ser una estatua de dicho animal se trata de una de las últimas obras de trompetas góticas tardías que se conservan en el mundo. Fue encargada en 1502 por Leonhard van Keutschach para ser utilizado a modo de señal para los habitantes, este les indicaba cuándo era el momento de despertar y de acostarse. En su versión original consistía en una caja de viento, un fuelle y 135 tubos. Se le bautizó con tan curioso nombre debido por el sonido que emitía el acorde F mayor que se asemejaba al bramido de un toro. Actualmente, ese característico sonido se repite cada día poco después de las 7.00, 11.00 y 18.00 horas seguido de una de las 12 melodías del repertorio.
Por otro lado, el castillo acoge varios museos como el Festungsmuseum, que muestra objetos históricos de la vida en la corte principesco-arzobispal, el Marionttenmuseum, un espacio expositivo con marionetas antiguas y alguna que otra sorpresa o el Museo del Regimiento Rainer, dedicado a los soldados locales que lucharon en la Primera Guerra Mundial.
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