Diez visitas para exprimir una escapada a Zaragoza
No solo de las fiestas del Pilar vive Zaragoza. Cualquier fin de semana es bueno para viajar a Aragón
Torres del Pilar, vistas desde el Museo del Foro Romano de Zaragoza
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La Torre del Agua, un alarde arquitectónico
La Expo
En 2008, la estampa de Zaragoza cambió para siempre. La silueta de su paisaje se remozó con la construcción del recinto de la Expo, un conjunto de edificios magníficos en diseño –y en esfuerzo inversor–. Pasear por sus amplios espacios y disfrutar de su estampa en plano corto no deja indiferente. La Torre del Agua, erguida como vigía del recinto, es un alarde de arquitectura y diseño, una suerte de minarete futurista. El Pabellón Puente es otro de los símbolos. Diseñado por la desaparecida arquitecta británico-iraquí Zaha Hadid , sorprende a quien lo ve y lo recorre por su interior.
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Basílica del Pilar, en Zaragoza, vista desde el Ebro
Las riberas del Ebro
El Ebro ha moldeado la historia y la identidad humana de Zaragoza. El profundo acondicionamiento de sus riberas llevado a cabo también al calor de la organización de la Expo de 2008 hace de este largo paseo junto a las aguas del gran río una forma de acercarse hasta la zona más histórica de la capital aragonesa desde la parte más moderna de la urbe.
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Fachada del Mercado Central de Zaragoza, diseñado en 1901 por el arquitecto aragonés Félix Navarro Pérez
Mercado Central
Piedra, hierro y cristal tejen la estructura del Mercado Central de Zaragoza. Se terminó de construir en 1903, ocho años después de que empezara a concebirlo el arquitecto Félix Navarro con influencias parisinas de la época. Está declarado Monumento Nacional desde el año 1978. Es el testimonio vivo de la historia del comercio detallista, de la compra diaria en un edificio elevado –con sobrado mérito– al rango de joya arquitectónica. Está a un paso de la Plaza del Pilar. Su exterior está dominado por su cuidada fachada principal, que fue diseñada con elementos de gusto neoclasicista.
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Basílica del Pilar, en Zaragoza
Basílica del Pilar
Preside la ribera del Ebro en el corazón de la ciudad –no solo en el sentido geográfico, sino sentimental–. Con casi 9.000 metros cuadrados de planta, es un grandioso templo barroco que se empezó a construir a finales del siglo XVII. Su edificación, sin embargo, no acabó hasta bien avanzado el siglo XX –que fue cuando se terminó de construir la última de las grandes torres situadas en los ángulos del templo–. La sucesión de épocas arquitectónicas, sin embargo, no comprometieron la homogeneidad estética de una obra que se erige con espectacular sintonía artística. Conviene dedicar un tiempo reposado a disfrutar de los detalles interiores del templo. El conjunto incluye el Museo Pilarista y los domingos se ofrece la posibilidad de subir a lo alto de una de sus torres para disfrutar de una panorámica de la ciudad.
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SEO de Zaragoza
La Seo
Es la otra gran catedral de Zaragoza y situada en discreta vecindad con la Basílica del Pilar, en uno de los extremos de su gran plaza. La Seo –Catedral de El Salvador– se levanta en la zona en la que estuvo el foro de la ciudad romana. Se empezó a edificar en el siglo XII: el románico de la Reconquista aprovechó el emplazamiento de la mezquita que por entonces había allí. El delicado arte mudéjar, el gótico y el barroco se funden en esta catedral.
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Calle de El Tubo, en Zaragoza
El Tubo
Junto a la Plaza del Pilar arranca el ovillo de calles que conforman el Casco Histórico de Zaragoza. Y, entre ellas, conviene buscar El Tubo, la emblemática arteria urbana cargada de historia y de presente gastronómico. Salpicada por veteranos bares y restaurantes, pasear por su histórico callejero –y hacer parada y fonda– es cita obligada.
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Interior del museo Goya, en Zaragoza
Museo Goya
También en el Casco Histórico se abre paso la obra de Francisco de Goya en forma de museo, el Museo Goya creado y gestionado por Ibercaja. Se localiza en una de las muestras singulares de la arquitectura palaciega del Renacimiento zaragozano (calle Espoz y Mina, 23). Sus fondos los integran medio millar de obras, entre las que destacan quince de Goya, además de las colecciones completas de los grabados. Todo ello acompañado por piezas de autores anteriores, coetáneos y posteriores al genio de Fuendetodos.
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Taatro romano, de Zaragoza
Teatro Romano
El Museo del Teatro Romano es uno de los que se ofrecen al visitante para aproximarse a la ciudad bimilenaria, Caesaraugusta, junto a los dedicados al Foro, a las Termas y al Puerto Fluvial. Este teatro tenía capacidad para unos 6.000 espectadores. Fue excavado con esmero y se asoma majestuoso, integrado ahora en el conjunto completado por el museo dedicado a este emblemático resto romano de Zaragoza. Está en la calle de San Jorge –perpendicular a C/Don Jaime y a tiro de piedra de El Tubo–.
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Paseo de la Independencia, en Zaragoza
Paseo de la Independencia
Centro neurálgico de la ciudad, está acotado por las plazas de España y Aragón. A una de sus orillas se alza una de las mejores portadas platerescas de España, la de la iglesia de Santa Engracia. Unos metros más allá, tras el otro extremo de Independencia, el bello edificio del Paraninfo, antigua sede de la Facultad de Medicina que actualmente alberga el Rectorado. Desde allí, un recorrido por el centro comercial y urbano por excelencia de la capital aragonesa es también una recomendable cita para el visitante.
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