La otra cara del paraíso: así es el norte salvaje y poco conocido de Costa Rica

Pistas, consejos y rutas para descubrir los parques nacionales y las playas salvajes del norte del país

Cascada de Los Llanos de Cortés, una de las más atractivas de Costa Rica Fotos: @javiercarrion59

Javier Carrión

Un jardín del edén. Así definen los amantes de la naturaleza a Costa Rica. ¿Las razones? Una oferta única en el mundo con 58 microclimas diferentes que acogen el 5 por ciento de las formas de vida del planeta en apenas 50.000 kilómetros cuadrados ... de extensión, lo que vendría a ser Aragón. El cinco por ciento de las especies existentes en el mundo, más de medio millón entre las que destacan 300.000 insectos diferentes, están en este área centroamericana con 17 Parques Nacionales, 7 Reservas Biológicas, decenas de playas salvajes y un centenar de volcanes asentados en el Cinturón de Fuego del Pacífico, algunos de ellos en el norte del país entre Guanacaste y las llanuras septentrionales que colindan con la vecina Nicaragua.

Caño Negro, lleno de vida

Una imagen del Refugio nacional de vida silvestre Caño Negro

En esas llanuras septentrionales, donde las carreteras salpican polvo y barro por la escasez de asfalto ante unas grandes extensiones cultivadas de piñas, se halla el Refugio de Vida Silvestre de Caño Negro , más de diez mil hectáreas lejos de las grandes masas turísticas. Es este un auténtico paraíso de vida animal que atrae a ornitólogos y pescadores a pesar de que ya se vislumbra la frontera nicaragüense, y son las aguas oscuras del río Frío las que sirven de refugio a 315 especies de aves, 160 de mamíferos, incluido el huidizo y apreciado jaguar, y 49 de peces, entre las que se encuentra el pez gaspar, un pez prehistórico muy parecido al lagarto y con tantos dientes como el caimán.

Los observadores de aves llegan a Caño Negro entre enero y marzo, la temporada seca, cuando el área se llena de aves acuáticas y migratorias. El jabiru, la garza agami, el zanate nicaragüense o el pato candil son en este apartado las estrellas del refugio por ser más escasas, pero nadie queda defraudado al ver decenas de aningas, garzas reales, martín pescador, ibis, jacanas del norte, trogones y tucanes que conviven con familias de iguanas, monos araña y aulladores o con el solitario perezoso de dos dedos en las copas de los árboles. En la superficie, a orillas del río, vemos tortugas, caimanes, basiliscos e incluso murciélagos narizones.

Parque Nacional Rincón de la Vieja

Para descubrir Caño Negro lo ideal es tomar un bote con guía que se adentra primero por el sector norte del río Frío y se acerca lo suficiente hasta los animales para que puedan ser fotografiados. De la mano de Rosi Arqueda, ‘Paraíso Tropical’ (info@canonegrotours.com) organiza estas excursiones de observación de tres horas (125 dólares para grupos de 2 o 4 personas). Cuando el río goza de un buen caudal, estos barcos pueden penetrar en las vías más estrechas y es entonces cuando se apagan los motores para escuchar el inquietante sonido de la jungla espesa . A continuación se puede acceder a los vastos humedales esparcidos, el llamado sector sur, en una docena de lagunas para alimentar más la sorpresa de ver a las aves revolotear libremente. Desde este punto, cuando los días son despejados, hay otro regalo para la vista: unas magníficas panorámicas de los volcanes Arenal, Tenorio, Miravalles y Rincón de la Vieja.

Tenorio y las aguas del río Celeste

Una cascada del Parque Nacional Volcán Tenorio

Desde Caño Negro tomamos dirección a Bijagua, ya en la provincia de Alajuela, entre las montañas de los cantones de Guatuso y Upala, para penetrar en el Parque Nacional Volcán Tenorio , donde maravilla un ribete de cielo unido magistralmente a la tierra. Se trata del río Celeste que se despliega por las laderas del volcán con un color azul fluorescente y turquesa. Este fenómeno no se debe a la presencia de bacterias o minerales volcánicos, ni siquiera a la teoría de que los dioses de los indígenas maleku lavaron sus pinceles en la famosa Laguna Azul tras crear el firmamento, sino simplemente a una ilusión óptica producida cuando las partículas de minerales suspendidos dispersan la luz solar como ocurre cuando la lluvia forma un arcoíris y las gotas de agua actúan como prismas descomponiendo la luz blanca en diferentes colores. En el caso del río Celeste el tamaño específico de los aluminosilicatos hace que se dispersen solamente los tonos azulados de la luz y por eso se aprecia el río con ese color tan atractivo.

Puente sobre el río Celeste

Sea como fuere, lo cierto es que el azul del río, las cascadas y los estanques de este parque nacional constituyen una de las maravillas naturales más vistosas del país, sobre todo con el gran salto de agua que se precipita veinte metros en caída libre hasta una amplia poza donde resulta muy sencillo ver peces y anfibios, aunque las autoridades han prohibido el baño. Se accede a la cascada descendiendo por unas escalones tras una hora de caminata desde la entrada del parque. Después, se puede continuar el camino unos 500 metros más para alcanzar el mirador del Tenorio , donde se pueden divisar en días claros cuatro cumbres (Tenorio uno, Tenorio dos, Montezuma y Bijagua). Doscientos metros más adelante, surgen la laguna azul, que cambia de mayor a menor tonalidad al paso de las nubes, y los borbollones, una fuente termal en el río en la que se observa el agua burbujeando en una zona donde hay un fuerte olor a azufre. Por último, coincidiendo con el final de la ruta, se alcanza los teñideros, el punto donde se ve con nuestros propios ojos cómo el río se vuelve drásticamente más azul al confuir dos afluentes no coloreados, el río Buenavista y la quebrada Agria . Tranquilo, que si alguno se queda con las ganas de sentir las aguas del río Celeste en su cuerpo, puede hacerlo al salir del parque nacional. A un kilómetro y medio en dirección a San Rafael de Guatoso hay una zona de baño libre junto a un puente de la carretera.

Rincón de la Vieja, multiaventura en un volcán activo

Finca ganadera en las laderas del volcán Rincón de la Vieja

Desde Bijagua y sus alrededores se vislumbra la silueta del Volcán Rincón de la Viej a, pero para llegar hasta él hay que seguir la dirección de Liberia, capital de Guanacaste, y continuar 25 kilómetros para alcanzar el parque nacional. Creado en 1973 para proteger una treintena de ríos y arroyos que nacen en sus estribaciones, cuenta con una flora muy presente con mamíferos como el saíno, la guatusa, el tolomuco, el armadillo o los monos carablanca y una flora en la que destaca una población de guaria morada, la flor nacional de Costa Rica, en estado silvestre. El volcán tiene dos picos, el Rincón de la Vieja y el Santa María, con nueve cráteres, y un puñado de pailas de agua y barro y fumarolas visibles durante el recorrido. En las laderas bajas quedan las antiguas fincas ganaderas que ahora ofrecen alojamiento, paseos a caballo, tirolina, ‘tubing’ y baños termales, entre otras actividades. La más importante es Hacienda Guachipelí n (www.guachipelin.com) por la que siempre debes pagar un dólar, si no eres cliente del hotel y simplemente quieres visitar la zona y el parque nacional. Dentro de la hacienda hay siete saltos de agua, pero el más espectacular es la catarata Oropéndola, cuyas aguas caen desde 25 metros de altura a una poza turquesa donde sí es posible bañarse en un entorno rodeado por la hermosa vegetación del cañón del río Blanco.

Playas de Guanacaste y Llanos de Cortés

Playa de Guanacaste

La excursión por el norte de Costa Rica no estaría completa sin acercarse hasta las playas de Guanacaste , paradisíacas y muchas de ellas vírgenes. Desde Playa Panamá y Playa Hermosa, en las cercanías del Golfo de Papagayo, hasta Playa Tamarindo se despliega una cadena de arenales, poblados por pelícanos y fragatas, donde es muy popular la práctica del surf. Si no queda tiempo, otra opción de baño en el regreso a San José, la capital tica, es parar en Llanos de Cortés, a tres kilómetros al norte de Bagaces. Es esta una de las cascadas más espectaculares del país y sus aguas caen a un tranquilo estanque con una playa de arena blanca sin piedras. Ideal para bañarse y tomar el sol.

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