La calle más vanguardista de Oporto

La lluvia tiene siempre muchas posibilidades de hacer acto de aparición en esta urbe que se asoma a la desembocadura del río Duero, pero no amilana en absoluto a la hora de pasear por esta oferta artística (basta con permanecer un poco más en el interior de alguna de sus galerías hasta que escampe un poco). De este modo, se eleva el grado turístico de Oporto sin salir de sus 650 metros de longitud, al tiempo que favorece el coleccionismo emergente de obras de arte.

Las clásicas bodegas continúan impertérritas al otro lado del Puente Luis I, con la marca de un discípulo de Gustave Eiffel , que le consultó para poner en pie esta emblemática estructura. No obstante, ya no constituyen el único reclamo del «enclave invicto», llamado así porque Napoleón se mostró incapaz de conquistarlo.

Eso sí, el vino de Oporto está presente sin falta en las inauguraciones coordinadas que auspicia la sucesión de galerías de la calle Miguel Bombarda periódicamente. Lo cuenta a ABC Kátia, de Ap’Arte, un espacio de grandes dimensiones (más incluso que la sede de la Marlborough en Madrid). «Hemos creado un circuito que ya está consolidado», explica rodeada de obras de Dalí, Miró, Warhol, Karel Appel o Vieira da Silva, gloria nacional de la abstracción que inspira a las nuevas generaciones de pintores. La próxima cita conjunta será el próximo sábado 2 de mayo, cuando se sumarán a una nueva puesta de largo Fernando Santos (habitual de ARCO), Símbolo, Metamorfose, Múrias Centeno, Vantag DM2, Serpente o Sao Mamede.

Siguen la estela contemporánea de la Fundación Serralves , una de las instituciones artísticas más importantes de la ciudad que mantiene su aureola de museo exquisito, rodeado por un bello parque, sede de festivales de música. También tienen un referente en el Museo Soares dos Reis, que toma el nombre del reconocido escultor portugués, que sentó las bases para educar a la población local.

Pero en Miguel Bombarda encontramos mucho más que galerías de arte: diseño de interiores, «workshops», hamburguesas vegetarianas «artísticas»… Y la maravillosa casa de té Rota do Cha. Tres pisos con un ambiente mágico y un patio con una estatua de Buda, donde es posible comer un excelente menú por sólo seis euros mientras escuchamos música «cool».

De allí nos vamos al Hard Club, antiguo mercado de abastos reconvertido en templo de la modernidad gracias a una programación repleta de «techno», rock y «hip hop». El eclecticismo preside igualmente la Casa da Música, obra de Rem Koolhaas que emergió como icono de la capitalidad cultural europea en 2001.

Sin olvidar, claro, la excelente gastronomía que puede disfrutarse en la ciudad, como en el restaurante del cantante Rui Veloso, Dom Tonho, a la sombra del emblemático puente y con una gran selección de cocina regional portuguesa.

Oporto de ayer, Oporto de hoy. Lenguajes muy actuales para renovar su idiosincrasia y demostrar que si algo la identifica es, por supuesto, la creatividad desbordante.