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Ramón Gaya: El Greco como isla
El pintor adscrito a la Generación del 27
Ramón Gaya: El Greco como isla
Ramón Gaya fue un pintor adscrito a la generación del 27 . En Murcia se conserva una gran parte de su obra. Le correspondieron vivir tiempos agitados, los de a Republica y la Guerra Civil. Con ambos se comprometió. Por eso tuvo que huir, ... como otros muchos, de España. Primero a Francia (campos de refugiados), después en el mítico Sinaia a Méjico. Pero desde cualquier parte del mundo mantuvo su nostalgia por la pintura española. Sobre todo Velázquez y Goya. También el Greco, aunque no le consideraba un pintor español, sino «un espectador» de lo español.
De la personalidad del Greco escribe que «es una de las agudas, extrañas y enrevesadas personalidades que han existido». Tras esta definición de la personalidad, muestra al Greco como un pintor que vivió y trabajó en Islas : «el Greco, como se sabe, vivió de isla en isla – Creta, Venecia, Toledo – pero sin ser natural de ninguna, extranjero de todas, desterrado original, isla él mismo». De ahí nacerá su condición «de extranjero total, un extraño total».
Fijadas las coordenadas tanto geográficas como personales, Ramón Gaya, tras una vista a Toledo ve la ciudad en la que pintó el Greco desde ángulos contrapuestos , sin perder sus percepciones, como buen pintor, del color: «vivido por los árabes pensé que Toledo sería dorado, pero es gris, gris cristiano… Ahí está, calcinándose, borrándose al sol» . Es esta una concomitancia con Rilke, si es que lo conocía. Si no fue así, es una de esas coincidencias que hacen que las ideas vaguen libres por el espacio a la espera de que alguien las atrape. O tal vez sea la condición inmanente de la ciudad. A Rilke lo que le sorprendió de Toledo fue el sol, como colgado permanentemente encima de la ciudad , estático, ardiente, implacable. Rilke tras una serie de experiencias irreales en Toledo exclama: (comprendo ahora) «la leyenda de que Dios, en el cuarto día de la creación, cogió el sol y lo situó exactamente sobre Toledo».
Tras esta alusión de Ramón Gaya, coincidente con la de Rilke, y la referencia al gris de Toledo – es el color que mejor describe la estructura física y la química del alma de Toledo – vuelve a su idea de la ciudad como una Isla. Toledo es una isla, donde decidió permanecer el Greco «porque le descubrió a Toledo lo que tiene de isla , una isla forjada poco a poco, hecha de varios metales trabados y combinados como una pieza de orfebrería recia y mate, apagada…. Todo lo que fue llegando de otros lugares a esta isla castellana: civilizaciones, religiones, estilos, ritos, razas, sapiencias, seres, todo quedó adherido, fundido, hecho uno». En una ciudad con tales hechuras no es raro que el Greco fuera original. No tenía otra opción, si quería sobrevivir, « aunque la extremosa originalidad del Greco no era una originalidad natural, suya verdadera, sino fruto precisamente de su pérdida de origen. Un alma que ha perdido su origen no tiene más remedio que 'caer' en la originalidad» .
Fue por esta condición de extraño aislado y original a su pesar, por lo que e l Greco y Van Gogh, «otro rodeado de agua », en expresión de Gaya, se asemejan tanto, «resultan paisanos, a parte de un ahínco que les hermana también». La pintura del Greco resulta así «monstruosa, fantástica», porque es una pintura que no tiene suelo, pero tampoco cielo. Y en otros momento dice del Greco, aplicable a la situación que se está viviendo en con el IV centenario, « si el Greco o Van Gogh pudieran ver su triunfo quedarían tan disgustados que sentirían nostalgia de la incomprensión de entonces . Porque en la buena incomprensión hay cierto respeto, que en la admiración mala ya no existe».
Esta es una lectura inédita de «un pintor que escribe», como se definió a sí mismo Ramón Gaya . Y, sin ningún género de duda, es una interpretación del Greco novedosa por original . La identificación del Greco como una Isla y la de Toledo exactamente igual, abre un campo para la investigación de la pintura del Greco que va más allá de las teorías, más o menos científicas, de eruditos y estudiosos. Es la visión de otro pintor, para quien el Greco es un pintor del «sentimiento mismo», mientras Goya es la expresión misma y Velázquez la realización toda». En otro párrafo expresa: «A Goya lo vemos hundirse en la pasión; al Greco, en la sensualidad; a Velázquez, en la fe;….El Greco se hunde en otro barro: la sensualidad; solo le salva, pues, su genio estético . El Greco será, pues, como un ídolo para los artistas artísticos, cortos». Y para finalizar este articulo, la última cita de Ramón Gaya « Goya es pasión; el Greco, lujuria; Velázquez inocencia, la inocencia alcanzada, realizada ».
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