Roberto Bolaño en Toledo
El escritor chileno, encumbrado por la crítica internacional como un genio tras su muerte, recibió su primer premio con «La senda de los elefantes» en la ciudad de Toledo. Fue en 1993 gracias al certamen de novela corta Félix Urabayen
¿Quién es esa tal Patti Smith que afirma, desde Nueva York, que aprende todos los días de Alberto Bolaño?
Primero fue Rimbaud. Después, ya convertida en musa de Nueva York, abundante de artistas y poetas, fue su amigo y amante Robert Mappelthorpe. Ahora, unos ... cuantos años después, acumuladas decepciones y la sabiduría que aporta el tiempo, es Roberto Bolaño. De quien dice que su último libro, titulado 2666, es la primera obra maestra del siglo XXI. Es, afirma, la novela del nuevo milenio. «Creo que saber que iba a morir es fundamental para entender las reflexiones de sus libros. Su enorme sentido de la humanidad y, por tanto, de la inhumanidad tiene que ver con esa inminencia de la muerte. Sencillamente, cada día aprendo de él».
¿Quién es el tal Roberto Bolaño del que habló y leyó algunos párrafos Patti Smith en el festival gijonés Palabra y Música de este año?
Roberto Bolaño fue un escritor chileno, afincado en España, tras un agitado paso por México. Según dicen los críticos, el mejor de su generación, de algunas anteriores y, probablemente, de las que están por surgir. Lo mismo opinó la desaparecida Susan Sontag. Durante gran parte de su vida fue escritor de culto. Es decir, lo leían muy pocos y lo conocían unos cuantos menos. Sin embargo, obstinadamente, se fue abriendo camino hasta la eclosión del presente. Son, en algunos casos, las consecuencias incidentales de las muertes prematuras.
Los analistas literarios más influyentes de Estados Unidos le presentan como el mejor heredero del «boom» de la novela iberoamericana. Pero lo suyo no es el realismo mágico. Como ya no es lo de casi nadie. Lo suyo es una especie de infra-realismo con matices de romanticismo visceral, que lo aproxima al vanguardismo más «cool». Su obra póstuma, 2666, se coloca en las estanterías norteamericanas al lado de los «bestsellers» de Grisham o Danielle Steel. Lo que no deja de ser una ironía póstuma para un escritor –autor también de «Los detectives salvajes – que, hasta su muerte, profesó de maldito. Murió en España, trampeando a la pobreza y esperando un hígado que nunca llegó.
¿Cuál es la relación de Roberto Bolaño con Toledo?
Allá por el año 1999, la editorial Anagrama publicó un libro de Roberto Bolaño, titulado «Monsieur Pain». El libro fue escrito por los años 1981- 1982. Pero, sería varios libros. Al menos, diversos títulos. Porque los libros también pueden padecer desdoblamientos de personalidad o problemas de identidad. En la recopilación de narraciones «Llamadas telefónicas», apunta en el cuento «Sensini» las tácticas que hay que seguir para presentarse a los numerosos concursos que existen en España. Entre otras, enviar los ejemplares con diferentes títulos, pues los jurados, «una pléyade de escritores y poetas menores o autores laureados en anteriores fiestas …no leían las obras presentadas o las leían por encima o las leían a medias». En Toledo con el enunciado «La senda de los Elefantes», obtuvo el premio, entre 46 aspirantes, de novela corta Félix Urabayen, en el año 1993. Como dato curioso conviene citar que en este mismo año en Talavera de la Reina se publicaba el libro suyo de poemas «Fragmentos de la Universidad desconocida» en la colección Melibea. Casi en paralelo, había conseguido una mención especial en otro certamen de provincias. Eso sí, llamándose el libro, presentado en Toledo, de otra manera. ¡El mundo de la literatura, dejó dicho, al referirse a los concursos literarios, es terrible, además de ridículo!
De Toledo, Bolaño cuenta que le pagaron trescientas mil pesetas. Publicaron la obra, que en la actualidad se considera una rareza, y lo nombraron jurado para el siguiente certamen. En la otra capital de provincia, le olvidaron tan pronto como él les olvidó a ellos. Para Roberto Bolaño, los premios de provincias eran fuente de ingresos que ayudaban al diario sustento a escritores en apuros. «Nunca como entonces, -comenta - me sentí más orgulloso y más desdichado de ser escritor».
¿Qué se conoce en Toledo de su obra? Y sobre todo, ¿para qué sirven los certámenes y los premios de provincias?
Por Bolaño sabemos que, en su caso, el premio de Toledo fue como un búfalo para un piel roja que tiene que salir a cazar. Es decir, que Toledo colaboró, a través de aquel jurado del que formaban parte Rosa Urabayen, Mario Paoletti y José Montero Alonso, en la supervivencia de quien hoy, tras su muerte, es considerado como un gran escritor. Lo que dice mucho a favor de aquel jurado, un poco de la ciudad y bastante sobre los objetivos erróneos de estos certámenes. Habitualmente los premios sólo sirven para la subsistencia del autor seleccionado o para alimentar la secreta esperanza de ser descubierto al mundo literario. No son útiles para incrementar la afición por la literatura o la lectura. Incluso, ni tan siquiera, como operación de propaganda de la ciudad. Lo que nos debería hacer pensar en modificar las estrategias sobre certámenes y otras actividades de la cultura y las artes. Los certámenes y los premios deberían ser no un fin en sí mismos o un acto de propaganda sin otra trascendencia que el «engordamiento» de diferentes «egos» locales, sino el punto de partida de la promoción sostenida de los ganadores. ¿O acaso alguien cree en este momento que leemos a suecos y noruegos porque son buenos escritores y no por el apoyo que reciben y las campañas que se han organizado? Ahora que Bolaño es internacionalmente famoso, no le vendría mal a Toledo asociar su nombre al escritor, como a otros muchos autores y recordar que aquí se le premió cuando casi nadie lo conocía.
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